Yvaín Eltit: las misiones clave de la Sociedad de Folclor Chileno
julio 10, 2021
La entidad se asume como heredera de la Asociación Folklórica Chilena, que fundaron en 1943 Oreste Plath, Domingo Santa Cruz y María Luis Sepúlveda, entre otros. A 25 años de la muerte de Oreste Plath, su presidente indica que buscan liderar “un nuevo ciclo de los estudios del folclor” y derribar “mitologías que se están tejiendo”.
El 24 de julio se cumplen 25 años desde la muerte del investigador cultural Oreste Plath (1907-1996). Autor de libros tan influyentes como Folklore chileno (1962) y Geografía del mito y la leyenda chilenos (1973), estudió un sinfín de manifestaciones culturales, desde los juegos y las costumbres hasta las animitas y la medicina popular. Asimismo, el folclorólogo configuró un verdadero atlas de la religiosidad popular, a través de su columna Geografía religiosa de Chile, en la revista En Viaje. Además, fundó en 1943 la Asociación Folklórica Chilena.
Con el objetivo de extender este legado hacia el futuro, en enero pasado una nueva generación de investigadores fundó la Sociedad de Folclor Chilena. La propia hija del célebre folclorólogo, Karen Plath Müller Turina, quien durante décadas ha difundido el trabajo de su padre, preside el consejo de esta sociedad que, además, organiza la Cátedra Hispanoamericana Oreste Plath, en conjunto con la Universidad de Talca, para celebrar el trabajo del investigador, y dar cuenta de su vigencia a 25 años de su deceso.
Radio Beethoven ha conversado al respecto con el presidente de la Sociedad de Folclor Chilena, Yvaín Eltit, poeta y estudiante de Literatura en la Universidad de Chile.
El 25 de marzo pasado se dio inicio a la Cátedra Hispanoamericana Oreste Plath, que consiste en una sesión cada mes. «Es una actividad que se realiza en forma gratuita y virtual, sobre diferentes temáticas folclóricas, tradicionales, de cultura popular en general», explica Yvaín Eltit. «También estamos refundando la Revista de Folklore Chileno, que desapareció hace ya 108 años, al alero también de esta Sociedad de Folclor Chileno».
El 5 de julio, y junto con la Municipalidad de La Cruz, esta sociedad organizó un conversatorio para el natalicio del compositor Domingo Santa Cruz. Porque Oreste Plath y el Premio Nacional de Música 1951 tienen un vínculo bastante interesante. «Domingo Santa Cruz Wilson, Oreste Plath y Aureliano Oyarzún, que era entonces director del Museo Histórico Nacional, y 27 personas más forman en 1943 la Asociación Folklórica Chilena porque no había entidades que se hicieran cargo de los estudios del folclor», indica Eltit.
¿La Sociedad de Folclor Chileno se considera heredera de la Asociación Folklórica Chilena?
«Sin duda. La Asociación Folklórica Chilena hacía más que todo actividades de extensión, estaba adjunta al Museo Histórico Nacional. Además de los nombres que ya mencioné, estaban Cora Bindhoff, María Luisa Sepúlveda, Sady Zañartu, Luis Gómez Catalán. Contemplaba nueve mujeres, que para la época era algo sumamente relevante».
¿Cuáles características de esta asociación son las que resultan relevantes para quienes quieren darle una nueva vida a través de la Sociedad de Folclor Chileno?
«El proyecto que Aureliano Oyarzún y Oreste Plath llevan adelante cuando fundan la Asociación Folklórica Chilena en 1943, tiene una impronta de no entender el folclor solamente como la danza y el canto. Tratan de correr los cercos del folclor. Cuando en 1961, 1962, cambian de director en el Museo Histórico, se pierde la pista de la Asociación Folklórica Chilena. Hemos estado haciendo un proceso de reconstrucción con documentos y fotografías, y también reuniéndonos de manera remota con los diferentes herederos de los fundadores para reconstruir ese pasado perdido. Nos pueden preguntar por qué cambiamos de nombre; en los años 80 hubo otras entidades que tomaron el nombre de asociación folclórica, y algunas de ellas todavía existen. Entonces recurrimos a un nombre un poco más antiguo que era el proyecto de Rodolfo Lenz».
Usted mencionó que en 1961, 1962 se perdió la pista de la Asociación Folklórica Chilena. ¿Cómo fue que se desvaneció en la historia?
«El año 1962 es muy complejo para la Asociación Folklórica Chilena. Muere el musicólogo Carlos Lavín Acevedo, que era un investigador relevante del folclor musical, y en 1958 había fallecido María Luisa Sepúlveda. Además está el cambio de director en el Museo Histórico; a Aureliano Oyarzún le interesaba mucho este tipo de temáticas, él escribió siempre desde la etnografía, y después Leopoldo Pizarro Leiva, que es quien lo sucede, jubila del museo en 1962. Cuando asume Carlos Larraín de Castro, y es ahí donde estamos poniendo el foco, al parecer no le interesaba este tipo de temáticas. Desde ahí es que nosotros, con José Manuel Cuadro, que es estudiante de Historia, Allan Santander, de cuarto año de Periodismo, pensamos hacernos cargo de estos estudios del folclor, con el inmenso e inacabable legado de Oreste Plath, que nos interpela».
Averiguar qué sucedió con la Asociación Folklórica Chilena es un punto de partida entonces, para ustedes.
«Es parte de la reconstrucción que se trata de hacer. Por ejemplo, se supone que la Asociación Folklórica estuvo mucho tiempo vinculada al Museo Histórico. Pero esa institución con suerte tiene una foto y un diploma. Entonces aparece esta idea del mito perdido; es una pregunta que muchas instituciones y asociaciones se hacen respecto de cómo se construye hacia atrás, y qué pasó con ese pretérito que alguna vez existió. A nosotros nos pasa eso mismo, la gran documentación que hay la tiene Karen Plath, y desde allí nosotros empezamos a construir. Hablamos con el nieto de Benedicto Chuaqui, y con la sobrina nieta de Carlota Andrée, con la bisnieta de Ricardo Donoso, que también fueron nuestros fundadores. Estamos tomando con vigor el legado de Oreste Plath y también el de Domingo Santa Cruz, y el próximo año el de Carlota de Andrée, y hacerlo asumiendo los mismos preceptos. Trabajar con ‘los herederos’ de la Asociación Folklórica en tanto eran hijos, nietos y sobrinos, porque creemos que desde allí se puede legitimar esa sucesión que se inspira en los mismos ideales».
Es bien interesante que generen estos vínculos con los familiares de los fundadores de la Asociación Folklórica Chilena. ¿Eso es porque en el ámbito del folclor son los familiares quienes se hacen cargo del legado de los investigadores, y no los especialistas actuales?
«Yo diría que en eso hay una doble lectura. La primera lectura es efectivamente lo que tú dices; ciertas personas en tanto familiares, sin ir más lejos, la propia Karen Plath, o en el caso de Carlota Andrée, que su sobrina nieta, Isabel Ponchie está dedicada también a la artesanía, o Romina Pistacchio, que es la bisnieta de Ricardo Donoso y también tiene un trabajo en la Universidad de Chile muy interesante, es profesora del departamento de Literatura, especializada en teoría literaria y teoría de género. Entonces ahí hay un proceso de sucesión, y nosotros nos hemos encontrado con muy buenas voluntades. Pero por otro lado también entendemos, y es el gran problema en la academia, que yo en particular lo vengo viendo desde que me fui metiendo en el folclor: en el Departamento de Literatura de la Universidad de Chile no hay una sola persona que tenga idea de folclor. Entonces hay una completa ausencia en la academia y ‘los especialistas’. No hay tampoco un organismo museológico que tenga una línea folclórica o de arte popular fuerte en Chile, ni espacios para aquellas personas que sean las nuevas apuestas del folclor, en lo musical, la artesanía o la lingüística. Entonces lo que nos pasaba es que sentíamos que ciertos conceptos estaban disgregados y que no había una institucionalidad que permitiera un nuevo ciclo de los estudios del folclor. Sentimos que las últimas dos personas que hacían una labor folclorológica sumamente importante, eran Oreste Plath, que murió en 1996 y la doctora María Ester Grebe Vicuña, que falleció en 2012».
Hablemos de la folclorología. ¿Cómo se define?
«Oreste Plath lo señala con completa claridad en el año 1962, en uno de sus dos libros capitales, Folklore Chileno. Dice que lo folclórico son todas las manifestaciones o las expresiones populares de las personas; el saber del pueblo y cómo lo cultiva al día a día. Nosotros nos asumimos no sólo con ese mismo mandato, sino con esa misma filosofía, entendiendo también que lo folclórico puede ser cómo se llama un cerro en Linares, cómo se prepara un tipo de comida mapuche, el apol, por ejemplo, en La Araucanía, cuál es la vestimenta que se usa en un baile de los Atacameños. O sea, todo eso es folclórico, y no solamente el gran problema del empecinamiento del folclor endieciochado, esa especie obsesión por septiembre que se tiene durante todo el año. Y en cuanto a lo folclorológico, es todo lo intelectual; todo lo que tiene que ver con la recopilación, la investigación, la escritura, la publicación y la difusión, que era un poco también el legado de lo que hacía Oreste Plath, y en alguna medida también en la Universidad de Chile Eugenio Pereira Salas, la misma doctora María Ester Grebe, Emilia Garnham, que fue otra de nuestras fundadoras en la Asociación Folklórica el año 1943. A propósito de los familiares, hay personas que no aparecen. Por ejemplo, una de las personas más emblemáticas, que tiene un estudio de la cerámica, María Bichon, que Oreste Plath la cita, pero no sabemos cuándo falleció. O el mismo Leopoldo Pizarro, uno de los investigadores más emblemáticos y que investigó no sólo con Aureliano Oyarzún, sino que con Martin Gusinde, este gran religioso que tuvo que ver con lo pueblos magallánicos. El Museo Histórico no tiene idea de cuándo fallece Leopoldo Pizarro, no tienen una sola foto de María Bichon. La reconstrucción de ese pasado perdido, es también entender que el ejercicio de lo folclórico y lo folclorológico es una cuestión que viene muy de atrás. Desde nuestro punto de vista, parte con Rodolfo Lenz, en tanto es el ideólogo del folclor y su manera de verlo con términos chilenos, pero hay una línea hacia adelante que también está muy difusa. Y ahí también el ejercicio de lo folclórico y lo folclorológico son complementarios, paralelos y simultáneos, y así también lo vemos para poder identificar el folclor de manera concreta y ponerlo en movimiento».
La idea de fundar la Sociedad de Folclor Chileno se consolida en agosto del año pasado. «Al alero de esta instancia que es la Cátedra Hispanoamericana Oreste Plath, que el hecho que la gesta son precisamente los 25 años tras su deceso. Decidimos hacer estas diez sesiones durante el 2021 con la Universidad de Talca, pero también nos planteamos cómo darle un espacio a la investigación. La pregunta era dónde hacer estudios del folclor, más allá de la problemática que Chile tiene y que es el folclor endieciochado, donde las Fiestas Patrias están patentes de lunes a viernes los 365 días del año. Queríamos correr ese cerco, y para eso, para refundar la Revista de Folclor Chileno, era imperioso crear una estructura, y esa estructura es la Sociedad de Folclor Chileno que se constituye el 29 de enero de este año en Estación Central. La estamos postulando al alero de la Universidad de Chile y pretendemos sacar en marzo del próximo año la primera edición de la Revista de Folclor Chileno, y eso nos tiene bien contentos».
Hablemos de la Cátedra Hispanoamericana Oreste Plath. ¿Cuál es el enfoque de estas conferencias?
«Su impronta es que habla de los lugares que Oreste Plath recorrió, no solamente en Chile, sino que en Argentina, Uruguay, Brasil, Ecuador, Perú, España. Mensualmente se van abordando diferentes temas. En junio fue la Noche de San Juan desde la mirada del Museo de los Descalzos, de Lima en Perú, y ahora vamos a ver los archivos del folclor en Latinoamérica, en agosto tenemos un congreso dedicado completamente a folclor hispanoamericano, donde vamos a ver los organillos, las festividades religiosas de Chile y Argentina, y los diccionarios. Se va a abordar la tradición oral; uno de los invitados más importantes es el nieto de Jorge Negrete, Rafael Negrete, quien también es tenor e intérprete de música tradicional mexicana».
«No se puede comprender Chile, en su tradición y en su imaginario, sin Oreste Plath»
Yvaín Eltit
La sesión «Los Archivos del Folclor en Latinoamérica» se realizará el 21 de julio, a las 18:00 horas. La exposición de Yvaín Eltit, será comentada por Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006, y participan Claudia Carranza, del Colegio San Luis, desde México, y Carlos Molinero, de la revista Pregón Criollo, desde Argentina. Ver más en la sección Agenda de Panorama Cultural.
¿Cuál es a su juicio la relevancia fundamental del legado de Oreste Plath, a 25 años de su muerte?
«La relevancia de Oreste Plath es total. Sentimos que desde que Oreste parte, el 24 de julio de 1996, la folclorología, el estudio del folclor, se paraliza en alguna medida. Desde ese punto de vista, todo su legado, los más de los 58 libros que publicó en vida, los cuatro póstumos y otros más que se están editando, toda la obra que tuvo desde el arte, desde la gastronomía, desde la lingüística, desde los juegos, etcétera, es vital. No se puede comprender Chile, en su tradición y en su imaginario, sin Oreste Plath».
¿En qué medida el espíritu de investigación y la forma de comprender estas manifestaciones culturales de Oreste Plath siguen vigentes? ¿Cómo se puede seguir entendiendo la cultura popular y el folclor como lo entendía él?
«Todas las iniciativas que esta Sociedad de Folclor Chileno asume parten de Oreste Plath. Desde él se genera esta Sociedad de Folclor Chileno con la Cátedra Hispanoamericana Oreste Plath, y la misma Revista de Folclor Chileno. En su legado de un folclor chileno, un folclor lingüístico, un folclor médico, en los juegos, las animitas, hay también una inspiración total. No solamente es una cuestión de meras ideas, sino que también se proyecta en las relaciones, por ejemplo, con Domingo Santa Cruz. Estamos también empezando a proyectar los vínculos hacia afuera, está ese afán de integración, de lo colectivo por sobre lo individual. Oreste es todos».
¿Qué lo atrajo a usted de Oreste Plath?
«Yo diría que fue Folklore Chileno, es un libro fundacional, no se puede entender la folclorología chilena sin aquel libro. Curiosamente se publica el mismo año en que la Asociación Folklórica se diluye. Dentro de la misma Universidad de Chile, personas como los profesores Luis Merino Montero y Alfredo Matus, de la Facultad de Artes y de Lingüística, respectivamente, lo conocieron y lo estimaron muchísimo. En el caso del profesor Matus, creó un Premio Oreste Plath en la Academia Chilena de la Lengua, que todavía tiene plena vigencia. Conocer también la obra a través de la maestra Karen, su hija, la gran albacea que tiene, difusora de su memoria y legado, todo eso inspira».
Desde noviembre del año pasado, Eltit publica una columna semanal temas folclorológicos o de cultura popular en el suplemento El Rayo del diario La Estrella de Valparaíso, como una forma de continuar la tradición del propio Plath, que en ese periódico publicaba la columna Buenas Tardes.
Hablemos de la relación que hubo entre Oreste Plath y Domingo Santa Cruz. ¿Cómo la describiría?
«Es una amistad académica. Domingo Santa Cruz es en la composición lo que Oreste Plath es en el folclor, lo que Roberto Matta es en el arte. Se teje mucha mitología en torno a Domingo Santa Cruz, en el sentido de que él detestaba el folclor y que con María Luisa Sepúlveda una especie de enemistad. A mi juicio, es una mitología fantasma, que pretende enterrar la memoria y el legado de Santa Cruz en torno a ciertas posverdades. En el año 1943 Oreste Plath y Aureliano Oyarzún invitan a Domingo Santa Cruz y a 28 personas más a crear la Asociación Folklórica Chilena, ante la ausencia de organismos que se hicieran cargo de esto. Santa Cruz siempre estuvo vinculado al tema docto, pero con un profundo ejercicio profesionalizante. La amistad académica que ellos tenían era una amistad bastante discreta. Karen Plath señala que no recuerda que Santa Cruz haya ido a la casa de los Müller Turina cuando ella era niña y adolescente. Al año siguiente de que crean la Asociación Folklórica, Santa Cruz crea el Instituto de Investigaciones Folklóricas, que posteriormente se convierte en el Instituto de Extensión de Investigaciones Musicales. En ese mismo año, 1944, asume como vicerrector de la Universidad de Chile y le da ciertos espacios a Oreste Plath, no muchos, pero se los da en la Revista Musical Chilena para que publique ciertas notas de folclor, y da espacios también para que la Asociación Folklórica pueda difundir de cuando en cuando sus actividades. En 1946, cuando Oreste Plath publica Baraja de Chile, viene Jorge Negrete a Chile y Benjamín Claro Velasco, que era el ministro de Educación Pública, y Santa Cruz le entregan un certificado a Jorge Negrete. Todo esto echa abajo la idea de que Santa Cruz tenía una aversión al folclor, una especie de odio infundado. Además, en 1946, cuando se celebra la Semana del Folclor en el marco de los cien años del concepto por el sabio inglés William John Thoms, Santa Cruz es quien va a financiar este tipo de instancias. Efectivamente la directora de extensión de la Casa de Bello era Amanda Labarca, la gran pensadora, pero todo pasaba por vicerrectoría; finalmente era Santa Cruz el que ponía el financiamiento».
En sus columnas, usted también ha destacado el vínculo de Santa Cruz con Cora Bindhoff y María Luisa Sepúlveda. ¿Qué es lo que falta decir, a su juicio, al respecto?
«Se supone que hubo cierto incidente entre Domingo Santa Cruz Wilson y María Luisa Sepúlveda Maira cuando se reestructura el conservatorio en pos de la Facultad de Bellas Artes, por este ejercicio profesionalizante que Santa Cruz veía respecto al ambiente musical chileno en la época. Desde la Sociedad Bach, generan con Armando Carvajal, el padre de las orquestas chilenas, esta Facultad de Bellas Artes. A María Luisa Sepúlveda se le reducen las horas, después finalmente no acepta la propuesta y sale del conservatorio, y desde allí esto se tiñe de mitología, en el sentido de que ellos no se podían ver, que no había una relación cercana. No es así. Porque Santa Cruz, Armando Carvajal, Pedro Humberto Allende y varios otros crean la Asociación Nacional de Compositores en 1936, y María Luisa Sepúlveda ingresa el año 1950 a ella. La misma cosa pasa en 1943, Oreste los invita a ambos a crear la Asociación Folklórica Chilena, ambos son parte de esa misma institucionalidad, y también está Cora Bindhoff, quien para muchos es la mano derecha de Santa Cruz. Quisiera derribar no solamente la idea de que Santa Cruz tenía aversión al folclor, sino también esta idea de invisibilización por parte de Santa Cruz sobre Sepúlveda que se intenta imponer, así como la idea de que no pudieron compartir en ninguna institucionalidad. Porque sí lo hicieron. También en la Asociación de Educación Musical, en 1946, Santa Cruz escribe una crónica al respecto en la Revista Musical Chilena».
Hay documentos bastante duros respecto de la salida de María Luisa Sepúlveda del conservatorio, después de que ella apela. ¿Usted está en desacuerdo con la interpretación que se hace de esos documentos porque hubo convivencia académica entre ambos?
«Desde mi punto de vista, a partir de ese documento se intenta generar una mitología de que ellos no se podían ver. También se intenta colocar a María Luisa Sepúlveda como una especie de creadora al margen, que muchos hombres la dejaron fuera, cuando eso no fue así. De los diez o doce prefacios o notas que María Luisa Sepúlveda tiene, Oreste Plath le prologó nueve. Es importante refutar la mitología que se teje no solamente para con Santa María y Sepúlveda, porque también comparten en el programa de la Semana del Folclor que Santa Cruz financia en 1944, en su calidad de vicerrector de la Universidad de Chile. No sé si eran súper amigos, estamos claros de que eso era un poco complejo, sobre todo con la personalidad imperativa y apabullante que uno pueda entender de Santa Cruz leyéndolo y a través de sus entrevistas. Pero creemos que es errado decir que nunca pudieron compartir o que Santa María la desplazó y la dejó de lado, y que es errada esa idea de que María Luisa Sepúlveda es una creadora al margen».
¿Como Sociedad de Folclor Chileno, buscan dar a conocer también el legado y el rol que jugó Domingo Santa Cruz?
«A Santa Cruz hay que entenderlo como el cerebro del ambiente cultural en términos actuales. Su obra gruesa nos acompaña hasta hoy, es el arquitecto de la actual Facultad de Artes, eso es innegable. En la época, la formación del conservatorio era demasiado decimonónica, rústica, había que hacer esa actualización y modernización de la estructura musical chilena, y efectivamente Santa Cruz la inicia con la Sociedad Bach y después la cristaliza con la Facultad de Bellas Artes».
Usted dijo que desde las muertes de Oreste Plath y María Ester Grebe, había un vacío en los estudios del folclor. Tengo dudas respecto de los ámbitos de estudio del folclor, es decir, de cuáles prácticas culturales consideran ustedes parte del folclor. Por ejemplo, el Canto a lo Poeta, ¿es folclor para ustedes?
«Sí, por supuesto que es folclor».
Pienso en las nuevas generaciones de investigadores que se han dedicado al Canto a lo Poeta y a los Bailes Chinos, y que han hecho una actualización profunda en los últimos años, por ejemplo, del trabajo de María Ester Grebe. Me parece que hoy existe una tensión interesante entre las categorías de folclor y arte popular en cuando a ámbitos del conocimiento y del quehacer humano. ¿Ve usted una tensión?
«Hay una tensión, sin duda. A excepción de la Universidad de Talca, en términos generales Chile no tiene una línea folclorológica muy concreta. En tanto objeto, en tanto tradición, del saber del pueblo, no solamente hay una tensión, sino que hay una invisibilización y una postergación de lo que es el folclor como tal. Creo también muy relevante actualizar misiones como la de la doctora María Ester Grebe, pero también otras manifestaciones. Los pregones, por ejemplo, que en el pasado eran los vendedores de empanadas, los uveros y los polleros, y hoy son los feriantes por excelencia, también el escobero y las personas que venden gas. Los pregones modernos también son un tipo de folclor».
Le pregunto por la tensión entre folclor y arte popular, como categorías, porque los investigadores de los Bailes Chinos y del Canto a lo poeta ya no hablan de folclor. A diferencia del cantor popular, que es portador de una tradición que recrea, el poeta popular es un creador. Esa diferencia entre recreación y creación, podría tener que ver con distintas aproximaciones de los investigadores, y eso es interesante.
«Las categorías que uno podría entender como tradiciones o folclor, hay gente que le llama cultura tradicional, ya no cultura popular ni folclor, sino cultura tradicional. En Chile el folclor está asociado a un término despectivo. Primero, porque es lo no académico. Pero Oreste Plath también escribe de los Bailes Chinos en los años 40 y 50, en la revista En Viaje. Decir que no es parte del folclor solamente por una cuestión de un ejercicio creativo, a mí me parece un craso error. Creo que es folclor todo lo que es manifestación y expresión del pueblo. Para nuestra querida Sociedad de Folclor Chileno, la tradición se vincula a todo lo que es folclor. Obviamente uno puede incorporar subcategorías, decir ‘¿Hay creatividad en el Canto a lo poeta, en las payas, en los cuenteros, en la narración oral? ¿Es un arte popular? Sí, es un arte popular, pero ese arte popular no está por sobre el folclor, es arte popular y es folclor. Para mí, la tensión tiene que ver con una cuestión un poco más allá, yo la llevaría también a algunos límites teóricos, porque creo que en este país hay una especie de mirada pintoresca del folclor, una mirada demasiado criollista».
Por Romina de la Sotta Donoso | 16-07-2021.