Solange Lackington: "Representar a Mistral es uno de los trabajos más lindos de mi carrera"
abril 2, 2023
La reconocida actriz protagoniza hasta el 15 de abril en Teatro UC la obra Mistral, Gabriela (1945). "Era una mujer muy adelantada a su época, muy visionaria respecto de lo que ella sentía que debiera ser la educación, el respeto y la cultura en este país", destaca.
La actriz Solange Lackington ((1962) es ampliamente reconocida. Con cuatro décadas de trayectoria, ha participado en decenas de teleseries nacionales y recibido premios como el Apes y el Altazor.
En el ámbito teatral, en 2017 protagonizó ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Edward Franklin Albee, con direcciónde Pablo Halpern, y dos años después, encarnó a la Nobel de Literatura en Mistral, Gabriela, 1945, de Andrés Kalawski y con la dirección de Aliocha de la Sotta. Esta producción GAM tuvo entonces un gran éxito de público, y ahora se pone en escena en Teatro UC, con una temporada que se inició a mediados de marzo y que se extiende hasta el 1 de abril.
Radio Beethoven conversó al respecto con Solange Lackington.
¿Qué ha representado para usted ser parte de este proyecto que se estrenó en 2019, Mistral, Gabriela (1945)? ¿Qué destacaría del proceso?
«Creo que ha sido un proceso súper revitalizante para mí como actriz, porque hacer a Mistral es un desafío enorme. Es una mujer que acumula demasiada historia e información, y es interesante bucear en ella para ir encontrando distintas aristas y perspectivas. Claramente, la visión que uno tiene cuando toma un personaje en un momento es totalmente distinta cuando la vuelve a revisitar un tiempo después; esto tiene que ver con los procesos personales que uno va viviendo, y con cómo a uno le van haciendo sentido y le van resonando otras cosas, o las mismas. Representar a Mistral ha sido, sin duda, uno de los trabajos más lindos que me ha tocado hacer en mi carrera, en mi oficio de ser actriz».
En 2019, cuando estrenaron esta obra en el Centro Cultural GAM, atrajo a muchísima gente. De esa puesta en escena hasta la de ahora en Teatro UC, nos separan muchos acontecimientos; no sólo el fenómeno de la pandemia, sino también el estallido. ¿Cómo se vive ahora a Gabriela Mistral entendiendo que en el estallido esta figura fue rescatada en términos de grafiti, como una feminista?
«Sí, ésa es una parte de ella que tiene que ver con la necesidad que tiene nuestra sociedad de buscar elementos y personas que reflejen una representatividad. Hay un algo que a uno le resuena estas figuras. Entonces me parece muy interesante que haya un sector de la población femenina que haya levantado bandera con esa Mistral feminista que abogaba por la libertad y los derechos de la mujer, tomados desde el punto de vista de la sexualidad para aquellas que toman bandera desde ahí. También me parece interesante la visión que representa ella para otro porcentaje de mujeres que la levantan como una bandera en términos de un feminismo más amplio que abarca el derecho a ser una persona respetada de igual manera que el hombre, más allá de su definición en torno a la sexualidad. Ésta es una defensa más bien de género, del ser mujer en esta sociedad el día de hoy, de cómo tenemos que ir avanzando en esta igualdad de oportunidades e igualdad de derechos sin menospreciar ni competir con los hombres, sino que competir con nosotras mismas sintiendo que somos la mejor vara que tenemos en términos personales para convertirnos en mejor personas y, desde ahí, ir teniendo posturas y definiciones claras para recoger elementos de personajes tan emblemáticos como Mistral, y hacerlo voz en uno. Hay muchas personas que después del estallido se identificaron con la imagen de Mistral, desde distintos lugares y hombres también. Me parece muy necesario que así sea porque fue una mujer que no fue reconocida como debió ser reconocida en su tiempo, y era una mujer muy adelantada a su época, una mujer muy visionaria respecto de lo que ella sentía que debiera ser la educación, el respeto y la cultura en este país».
Entre la gente que cohabitó con Gabriela Mistral, que vivió en su época, hubo personas que sabían quién era y qué hacía, que la comprendieron como una intelectual y como una creadora, y otra parte no la vio. Pero en los últimos años hemos podido ir redescubriéndola incluso en su sonrisa, gracias al legado que fue recuperado por Nivia Palma y que llegó a nuestro país, ese legado que había custodiado Doris Dana, y que Doris Atkinson donó al Estado chileno. La recuperación de la figura de Gabriela Mistral parece comprender más dimensiones de las que se habían establecido históricamente, como creadora de rondas infantiles y de los «piececitos azules de frío», nada más.
«Claro, sin desmerecer eso, que es lo que a ella la hizo ser conocida a nivel mundial, la calidad de su escritura, la sensibilidad y la tristeza de la cual salen esas palabras tan bellas. Eso también es sumamente importante y uno no debe nunca olvidarlo ni dejarlo de lado. Me parece fundamental que se comience a reconsiderar a las personas que han sido importantes y que han hecho cosas importantes no sólo por nosotros, sino que por otras culturas; Gabriela Mistral fue una de las colaboradoras en la Reforma Educacional de México, una reforma que se sostiene hasta el día de hoy, y es una persona tremendamente reconocida en ese país. Hay más de 1.200 escuelas que llevan su nombre, y allá se celebra el 7 de abril el día de su natalicio. En Brasil también hizo mucho aportes, fue cónsul vitalicia en muchos lugares. Creo que es necesario que reconstruyamos una imagen más real y más humana de quién fue ella. No nos olvidemos de que esta imagen que tenemos de Mistral es una imagen que corresponde a un Chile de hace 50 años. De cuando algunas personan toman a este Premio Nobel muerto y nos muestran a esta maestra, a esta madre abnegada pero no nos cuentan que es una mujer que fue la precursora del voto femenino, ni que sus escritos y su prosa eran intencionadas, porque muchas veces no dejaba títere con cabeza, no dejaba pasar ciertas cosas. Y que fue ambigua en otras que ella no consideraba que eran importantes. Creo que nunca le interesó definirse en ese tiempo si le gustaba usar pantalones o faldas o le gustaban las mujeres o los hombres. Creo que su legado iba mucho más allá de eso, iba a que la gente se interesara y supiera qué pasa con la humanidad de los seres humanos, qué pasa con las infancias que te marcan para siempre. Como dice ella, la de ella fue desdichada, y nadie le va a devolver la sonrisa que le quitaron de niña. Entonces sus principios, sus postulados, sus reclamos, su prosa, su imagen, su todo, tiene relación con muchas cosas. Más allá del hecho de tomar bandera por ella, y casarla con un feminismo, yo creo que hay que casarla con la humanidad de lo que significa ser mujer y en esos tiempos, además».
Entiendo que en la obra Mistral, Gabriela (1945), cuya dramaturgia es de Andrés Kalawski, la historia se sitúa en Brasil, y de alguna manera se confrontan o se ponen en diálogo frente a frente una forma de feminismo actual, con ideas dealgunos sectores de la sociedad de hoy, con otro tipo de feminismo de la época de Gabriela Mistral y de ella. ¿Es así?
«La obra plantea eso. Está ambientada en Petrópolis, Brasil, en 1945, ad portas de que Mistral reciba el Premio Nobel, y es una supuesta ficción donde ella es secuestrada por un grupo de mujeres jóvenes, feministas, representadas en sólo una persona ,la actriz Valeria Leyton. Hay una conversación de dos mujeres; una mujer joven contemporánea con un feminismo mucho más esclarecido, mucho más visibilizado, por así decirlo, y la Mistral, con una postura de un feminismo mucho más oculto tal vez. Porque ella fue una defensora del feminismo en términos de igualdad de oportunidad, tanto las mujeres, los campesinos, los pobres, los niños, ésa era su lucha. Entonce ésta es una ficción donde se ven estos dos mundos y son estas dos mujeres que hablan en torno a muchas cosas; también se conversa en torno a la vida, la maternidad, la política, en fin».
¿Qué les diría a los auditores como invitación a ver Mistral, Gabriela (1945)?
«Creo que es importante ver esta obra porque tiene poesía, humanidad, magia, realismo,historia, conocimiento y un legado que no toda la gente conoce. También, porque genera reflexión, interpela al público a cuestionarse muchos temas en torno a la figura de ella y en torno a lo que significa ser mujer también. Así que yo quiero invitar a toda la gente a que vea esta obra, que no se la pierdan, porque realmente es un trabajo muy lindo que hemos hecho, muy sutil, muy delicado, muy profundo, muy serio. Es preciosa la musicalización de Fernando Milagros, y la dirección de Aliocha de la Sotta es muy delicada, igual que la puesta en escena, el juego lumínico, el texto de Kalawski. Es una producción que que vale la pena ver, por algo la estamos mostrando nuevamente, ahora en otro escenario, que es el Teatro de la Católica, y tenemos más perspectivas de seguir con ella en otros escenarios también».
El proceso que Solange Lackington vivió para interpretar a Gabriela Mistral en la obra de Andrés Kalawski dio origen a otro espectáculo teatral, que fue producido por el Teatro Nescafé de las Artes, y que presentó en ese escenario el pasado 8 de marzo. De cómo me convertí en Mistral es un biodrama, cuenta con dramaturgia de Eliana Hernández y con música en vivo.
«Lo que hago ahí es hablar, precisamente, del proceso de creación de este personaje para Mistral, Gabriela (1945). Es como sacar el velo, abrir un poco la puerta del camarín. Es una reflexión dramatizada, es llevar un hecho real al escenario, con un acompañamiento musical precioso de la guitarrista clásica Lorena Souper y la soprano Ingrid Leyton. Este espectáculo lo dimos el 8 de marzo en el Teatro Nescafé con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. También lo dimos en Valdivia el 10 de marzo, por el mismo motivo, y vamos a estar el 22 de abril en la Feria del Libro en Iquique. Es una obra que creo que también vamos a seguir dando la mayor cantidad de veces que podamos porque es muy interesante también y es muy develador lo que significó para mí interpretar a Mistral. Entonces cuento el proceso y, al mismo tiempo, es un reconocimiento a todo lo que significa el trabajo artístico de las mujeres sobre el escenario, tanto músicas como actrices», comenta Solange Lackington.
Además de la función del 22 de abril en la Feria del Libro de Iquique (ver más aquí), después de nuestra entrevista con la actriz se sumó una segunda presentación en el Teatro Regional Cervantes de Valdivia, para el 20 de abril (ver más aquí).
Entiendo que usted estudió teatro en la Universidad Católica. Es una actriz muy conocida por el amplio público, a través de sus roles en televisión, pero también ha trabajado en teatro. ¿Qué es lo que tiene de particular el teatro, el quehacer teatral, para usted como actriz? ¿Qué es lo que usted más disfruta o el desafío más interesante que hay en el ámbito del teatro dentro de su carrera?
«Yo creo que lo más lindo para mí de ser actriz es que aprendí a descubrir la buena persona que yo soy y, al descubrir eso mi quehacer actoral, mi juego lúdico en el escenario, es mi límite. Es un disfrute porque me aplico por compleo, con plena consciencia del valor que yo tengo como ser humano, que es la impronta que le agrego a mis personajes»
¿Podemos profundizar en eso? El conocerse a uno mismo es una aspiración de la humanidad que ha estado en tantas tendencias y escuelas filosóficas y espirituales por miles de año. En la práctica teatral, este autoconocimiento se da por el tipo de trabajo que es, por el hecho de que es necesario trabajar con todo lo que uno es, en términos de carácter, personalidad, cuerpo?
«Yo descubrí eso a través del teatro; podría haberlo descubierto a través de la educación, o a través de cualquier otro oficio. Yo creo que tiene que ver con las ganas, con la necesidad, de uno de descubrir cuáles es la misión que uno tiene en esta vida. Más allá de las religiones que uno abrace o la concepción espiritual o teológica o filosófica que uno tenga, uno debe, creo yo, cuestionarse y preguntarse para qué vivo yo en este plano, a qué vine. Y esto obviamente parte por reconocer que uno vino a ser feliz. A eso se supone que vine a esta vida.; a disfrutar de la naturaleza, de un otro y de los afectos, y también a aprender. Porque la vida es un camino de aprendizaje, de aprender a diferenciar la alegría de la tristeza, el dolor de la salud, la pobreza de la riqueza… En fin, en la medida en que puedo diferenciar lo que falta o lo que no está bien puedo valorar lo que tengo y lo que sí está bien. Ése es un trabajo que uno debe hacer en cualquier ámbito en el cual se desarrolle como persona. Ahora, en esta área artística tal vez sea más necesario, o sencillamente más fácil. Tal vez yo lo encontré más pronto porque mi herramienta de trabajo soy yo, es mi cuerpo, es mi voz, entonces si yo tengo un instrumento bien preparado, un instrumento al cual cuido, al cual quiero, necesariamente tengo que hacer un trabajo de cómo cuidarme y cómo quererme. Si yo fuera una docente, un médico, un abogado o un arquitecto, lo que sea, el oficio que sea, tengo que saber entregar lo mejor de mí para hacer un aporte, para sumar. Si no, ¿para qué lo hago? Y para yo entregar lo mejor de mí tengo que saber qué es lo mejor que yo tengo».
En el trabajo sucede que uno que uno tiene que interactuar con los demás de una u otra manera, y uno va descubriendo cuánto bien le hace a los demás, cuán generoso o mezquino es, uno va descubriendo muchas cosas de uno mismo en cómo uno trabaja.
«Exacto».
¿Tiene usted un vínculo particular con la música de tradición escrita? ¿Le apasionan algunas obras en particular?
«Sí, tantas cosas, Claro de Luna, Erik Satie, que me fascina, Para Elisa… Mis padres, mi mamá es y mi papá fue de estas personas extremadamente conocedoras de música clásica y tengo un hijo que es músico, mi hijo mayor es concertista de saxofón de la Universidad Católica, estudió ocho años ahí. Entonces, sí, de alguna manera estoy ligada también a la música. De hecho, siempre he creído que la música es creo que es el arte más completo, porque no necesitas nada. La música te evoca, te lleva inmediatamente a un lugar; te hace recordar, ya sea sonidos, colores, personas, lugares o situaciones. Todas las otras artes tú tienes que procesarlas; una obra de teatro, una película, una escultura, una danza, necesitas de alguna manera pasar un cedazo de interpretación, de análisis, de conocimiento, de si estoy entendiendo o no, preguntarte cómo estoy percibiendo esto. En cambio, la música es imposible que no te transporte cuando tú escuchas un tema que ya lo has escuchado en algún momento y quedó en tu memoria. La memoria colectiva musical es muy profunda».
Me emociona lo que dice. He tenido esa discusión muchas veces, cuando alguien asegura que la música clásica es elitista porque hay que saber. Me suelen decir que lo único democrático es el libreo, pues basta saber leer.
(Ríe). No estoy de acuerdo, porque la música basta que la escuches una vez, con atención, más allá del entendimiento que puedas o no tener, esa memoria te queda grabada y cuando la vuelves a escuchar es inevitable no asociarla a esa primera vez que la escuchaste, y a lo que acompañó esa primera vez, ya sea una instancia de alegría, de felicidad, o una instancia de angustia, de miedo, lo que sea. En cambio, en las otras artes es distinto, uno necesita procesarlo. Si yo me leo una novela, no necesariamente la leeré de nuevo; en cambio, tú enciendes una radio, escuchas una música y te evoca inmediatamente lo que ya alguna vez escuchaste. No necesitas filtro, no necesitas procesar a nivel emocional lo que te pasa al escuchar música. En cambio, sí necesitas procesar tus emociones cuando ves una obra de teatro, cuando lees un libro, cuando ves una película, hay un trabajo de que uno procesa. En cambio, en la música no. La música entra, llega; es como el agua. Si tú observas el agua en un estero o en un riachuelo, va adoptando la forma del terreno por el cual va corriendo el torrente. Si el terreno hace curva, el agua sigue y sigue. La música es lo mismo, no hay nada que le impida que entre a través de tu audición. Entra, entra y te merma, pues».
Coordenadas Mistral, Gabriela (1945) en Teatro UC (Jorge Washington 26, Ñuñoa). Del 15 de marzo al 15 de abril; a las 20:30 horas de miércoles a sábado. Sin funciones el 29 de marzo y en Semana Santa. Entrada general por $12.000, $6.000 el miércoles $8.500 el jueves.
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