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Música

Roberto Bravo: "Tanto Víctor Jara como Pablo Neruda son parte del alma chilena"

julio 5, 2023

El pianista rendirá homenaje a los dos artistas chilenos, a 50 años de sus muertes, en el Teatro Nescafé de las Artes. Tocará sus propios arreglos de canciones del influyente cantautor, y musicalizaciones de poemas del Nobel de Literatura, en un concierto que contará también con la cantante Andrea Cárdenas y el actor Luis Vera.

Roberto Bravo: "Tanto Víctor Jara como Pablo Neruda son parte del alma chilena"

Indiscutiblemente, es uno de los pianistas favoritos del público nacional. Ha recorrido el país, alcanzando los rincones más recónditos, expandiendo así el alcance real de la experiencia de la música clásica en vivo.

Con una agenda especialmente intensa de conciertos, Roberto Bravo González (1943) sigue haciéndose presente en las situaciones más dramáticas y en los sectores vulnerables. Donde haya un incendio, un aluvión o un terremoto, allá llegará rápidamente, con un piano, para acompañar a quienes están enfrentando dificultades mayores.

Tras estudiar en la Universidad de Chile con Rudolf Lehmann, con Claudio Arrau en Nueva York y en los conservatorios de Varsovia y Tchaikovsky de Moscú, se perfeccionó en Londres con Maria Curcio. Desarrolló una brillante carrera internacional, con recitales en el Carnegie Hall de Nueva York, la Sala Gaveau de París, el Kennedy Center de Washington, y actuando además como solistas con agrupaciones tan emblemáticas como la Sinfónica de Londres, la Royal Philharmonic Orchestra y la Sinfónica de Berlín. Además, ha grabado para la BBC de Londres, la Radio Nacional de España y la France Musique

Para él, la música es una sola, y por ello una abundante discografía da cuenta de los otros amores suyos, como la música para el cine, pero también de emblemáticos cantautores de América Latina. Asimismo, una parte relevante de su trabajo la ha dedicado al vínculo entre la música y la poesía, incluso da clases al respecto en la Universidad Central, hasta el día de hoy.

Esas dos características; el compromiso con quienes sufren, por un lado, y el expreso amor por todas las músicas, confluyeron en un momento clave de 1979, cuando retornó al país y dio un recital en el Teatro Municipal de Santiago. Tocó, con la Orquesta Filarmónica de Santiago, el Concierto nº1 de Tchaikovsky. Y sorprendió al público con dos encores de Víctor Jara. Eran arreglos suyos, que comenzó a desarrollar cuando supo de la muerte del célebre cantautor chileno, como nos contará en esta entrevista.

El domingo 9 de julio, Roberto Bravo conmemorará los 50 años que se cumplen de la muerte de Víctor Jara y de Pablo Neruda. Lo hará tal como lo ha hecho siempre, con un concierto. Dejando que la música lo diga todo. La actividad se realizará en el Teatro Nescafé de las Artes.

Radio Beethoven conversó con Roberto Bravo, acerca de su vínculo con ambos artistas y sus respectivos legados, los que celebrará en un concierto que, reconoce, será también una experiencia de dolor.

¿Qué lo motivó a idear y proponerle al Teatro Nescafé de las Artes un concierto de homenaje a Víctor Jara y Pablo Neruda?

«Para empezar, creo que tanto Víctor como don Pablo son parte del alma chilena. Han pasado 50 años desde su sus muertes, y eso es lo que corresponde. Como tantos aniversarios que uno celebra, de músicas extranjeros, europeos o americanos, corresponde también celebrar a los nuestros. Por ejemplo, el año pasado estuve tocando en México, celebrando a Gabriela Mistral, los cien años desde que Vasconcelos la llevó para allá. El hecho de tener estos dos grandes artistas que murieron el mismo mes, hace 50 años, amerita que cualquiera de nosotros, músicos, escritores, poetas, los recordemos con cariño y con admiración, y manteniendo el recuerdo de las poesías y músicas que son vivas».

Una de las cosas que le han valido un lugar en el corazón de la sociedad es que usted, en épocas muy oscuras, no sólo ofrecía conciertos en lugares que eran vulnerables, que estaban en asedio, sino que allí interpretaba a Víctor Jara. Siendo usted un pianista formado en la música clásica, ¿por qué tenía usted ese compromiso, entonces con Víctor Jara y con su música?

«La muerte de Víctor me tocó en Londres. Antes, en julio del año 1973 fui a tocar a Lima, con la Sinfónica, dicho sea de paso, era la primera vez que tocaba dirigido por una mujer, Carmen Moral, y me contaron que en el Teatro Municipal de allá había un chileno que tocaba esa noche, entonces yo dije que iba a ir para allá a conocer el teatro, y me encontré con un hombre de poncho negro cantando solo con su guitarra. Me senté a escuchar, y la canción que estaba cantando era Luchín. Saludé a Víctor en el camarín, estaba lleno de jóvenes que lo seguían. Iba a Machu Picchu. Después de eso lo vi en Santiago una sola vez. Él vino a un concierto mío en el Instituto Alemán, el piano no llegó porque había una huelga de camioneros, Víctor vino a la casa de mi madre en La Reina. Mi madre le pidió que cantara porque había guitarra en la casa, yo le dije a mi madre: ‘No me gusta que a mí me pidan tocar el piano en las casas que tienen piano’ y Víctor dice: ‘No te hagas problemas, hagamos un trueque. Yo voy a cantar tres canciones y tú me tocas un poquito de los Cuadros de una Exposición de Mussorgsky. Y eso fue lo que hicimos. Fue un momento muy grato, muy entrañable, y cuando nos despedimos con un abrazo yo sentí que éramos muy parecidos en el sentido del servicio a la música, de compartirla en todas partes. Supe de su muerte en Londres; me dio una pena horrorosa y ahí empecé a hacer mis primeros arreglos, que empezaron con Luchín. Después, Te recuerdo Amanda, ahí me ayudó una amiga música británica, luego El derecho de vivir en paz, El cigarrito. Todo se hizo en Londres, excepto uno de los arreglos que lo hizo Tomás Lefever acá en Santiago, que es de El aparecido«.

Roberto Bravo profundiza en la motivación que tuvo para empezar a hacer esos arreglos y estar atento a otras versiones para piano de diversas canciones de Víctor Jara.

«Fue una manera de sacarme la pena que tenía en ese minuto con la muerte de Víctor, y con lo que estaba pasando en Chile también. Entonces yo me hice una promesa a mí mismo y a Víctor también para el día en que yo pisara Chile, porque estaba prohibido, tenía la L en el pasaporte, después de seis años me la levantaron, entre medio viajé con documentos británicos, tocando en otros países. Cuando llegué a Santiago me tocaba debutar de nuevo en Chile, después de seis años, con el Concierto de Tchaikovsky en el Teatro Municipal, y como bis toqué El derecho de vivir en paz y La plegaria del labrador, pero fue un compromiso mío con Víctor».

Eso sucedió en 1979. El pianista recuerda el impacto que tuvieron esos encores. «Quedó la grande, porque la mitad del público lloraba, la orquesta también y al final, todo el mundo de pie, aplaudiendo estas dos hermosas melodías que nadie sabía de quiénes eran. De hecho, la mujer de Federico Heinlein, crítico de El Mercurio, vino al camarín y me dice: ‘Federico no conoce las obras, me pregunta si son de Ginastera, de Villa-Lobos o de Guastavino’. ‘No’, le dije, ‘son obras de amor a la tierra de Víctor Jara. Durante tres días se rumoreó que me iban a echar del país, de vuelta para Londres (ríe). Pero eso no pasó, finalmente un artículo de La Segunda que hacía alusión a esto, de que yo hubiera tocado el himno de la resistencia decían, no era tal. Siempre defendí la música de Víctor y de todo el mundo por el derecho a circular y a ser oída. Los artistas tenemos estos espíritus libertarios de ir en contra de todo lo que sea censura y prohibición, sobre todo con la horrorosa muerte que tuvo Víctor. Entonces esa música se ha quedado siempre en mi corazón y la he tocado siempre. Y de hecho, me la prohibieron, pero yo la tocaba siempre como bis, y la gente valoró mucho eso, era un poco peligroso, pero lo pude hacer y después, por supuesto, tocaba a Violeta y después integré la música de Silvio y de Pablo que escuché cantando medio clandestinos a Cecilia Echenique y a Eduardo Peralta en la Parroquia Universitaria y finalmente los invité a Teatro Oriente conmigo, empecé una serie de ‘Conciertos con mis amigos’, y comenzamos a tocar juntos la música de Silvia y de Pablo, de Víctor».

«Yo no he parado nunca. En todos los lugares que te puedas imaginar, toqué El derecho de vivir en paz y La plegaria del labrador«

Roberto Bravo

Roberto Bravo recuerda que era un repertorio que abordó en aquellos años en distintos lugares del país. Y rememora una ocasión en particular. «Hubo un concierto que fue muy complicado. Estas cosas no me las creían mis colegas en Londres, pero yo anduve con guardaespaldas en Chile para poder tocar un concierto por el caso de los quemados. Yo estaba en Quito tocando y en el avión, leí la noticia. Cuando aterricé en Chile la familia me llamó porque los injertos de piel para Carmen Gloria Quintana costaban 3 mil dólares diarios. Entonces se organizó un concierto en la iglesia Santa Gema para reunir plata, con todo el cuerpo diplomático, y ahí empezaron las amenazas de que iban a matar a mi mamá, de que iban a volar la iglesia, los americanos mandaron gente con perros en la mañana a la iglesia, vino todo el equipo de la embajada sueca, fue un concierto muy difícil y aparecieron estos cuatro chicos de la Usach. Fue muy hermoso saber que había cuatro jóvenes menores de 25 años dispuestos a cuidarme hasta el día del concierto».

Es bueno no olvidar. Hay que celebrar el trabajo y la vida de Víctor Jara, pero sin olvidar que el legado se ha mantenido porque la gente lo ha seguido escuchando, y porque ha habido músicos que lo han seguido tocando también.

«Yo no he parado nunca; he tocado en todo el mundo su música. En todos los lugares que te puedas imaginar, toqué El derecho de vivir en paz y La plegaria del labrador. De hecho, a mis alumnos en España les pasaba las partituras y la mayoría de ellos las tocaron. Y tocaron también El rin del angelito de de Joakín Bello con el tema de la Violeta, y la suite de la Violeta que hizo Tomás Lefever, la toca Mahani Teave. Voy repartiendo su música, esos arreglos, normalmente por mail, cuando los necesitan, para que se sigan tocando cuando ya yo no esté. Así de simple».

El domingo 9 de julio, en el programa «Homenaje a Víctor Jara & Pablo Neruda. 50 años»; Roberto Bravo tributará a ambos creadores nacionales con la cantante Andrea Cárdenas y el actor Luis Vera. Será en el Teatro Nescafé de las Artes y se escucharán arreglos de Te recuerdo Amanda, El cigarrito, El derecho de vivir en paz y Luchín, de Víctor Jara y musicalizaciones realizadas por Vicente Bianchi y Joakín Bello de Poema XV, del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada, y del Soneto XLV, del libro Cien sonetos de amor, de Pablo Neruda.

Se sumarán composiciones de Albert Guinovart y más poemas de Neruda: La pregunta y La carta en el camino, del libro Los versos del capitán, así como Pido silencio, de Residencia en la tierra. En el cierre, entre otras, se escucharán El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés, y Contigo aprendí, de Armando Manzanero.

En este concierto también rendirá homenaje a Pablo Neruda, ¿qué lugar ocupa en su corazón la poesía de Neruda y la música que se ha hecho a partir de sus poemas? ¿Cómo se refleja en lo que interpretará el domingo?

«Nosotros estamos estrenando una obra de Joakín Bello sobre el fragmento del discurso que él dio cuando recibió el Premio Nobel. Hay algunas frases sobre Ardiente Paciencia, de ahí nació un poema después que se convirtió en obra de teatro y en novela de Skármeta. Los otros son de don Vicente Bianchi, que hizo varios arreglos para voz y piano. Pero hay más compositores a lo largo de Latinoamérica, y seguramente en Europa también, que han musicalizado versos de Neruda. Desde Chile yo sé que Fernando García ha hecho algo sinfónico, pero nosotros tomamos más bien el lado popular. De la poesía de él, yo hago clases de poesía y música en la Universidad Central, tengo tres clases dedicadas a Neruda por la vida tan extensa y riquísima en experiencias, de distintos períodos de su vida, que lo marcaron, y que también nos marcaron a todos nosotros y a toda la literatura hispanoamericana».

«Lo más importante que hizo don Pablo fue el Winnipeg»

Roberto Bravo

Para el pianista, el aporte literario es sólo uno de los legados de Pablo Neruda, y aprecia igualmente sus acciones humanitarias concretas.

«Hay algo que yo valoro muchísimo en su poesía, aparte del aparte de la amorosidad de sus poemas de la etapa en la que estaba en las nubes con el amor, hasta su aterrizaje forzoso con la Guerra Civil española y la muerte de García Lorca y Miguel Hernández, que era sus amigos. Después está todo su lado político; le dio sentido a su vida el estar junto a los más necesitados. Él dijo una frase que me acompaña siempre: ‘Tengo tanto que hacer en Chile, a todos y cada uno le debo algo a mi patria’. Eso, junto con el pensamiento de la Mistral, han significado un profundo norte para mí. No hay que olvidar que lo más importante que hizo don Pablo fue el Winnipeg. Él se la jugó por 2020 republicanos, para traerlos a Chile a una nueva vida, con el apoyo de Pedro Aguirre Cerda. Eso, dice él, es lo más importante que hizo en su vida, nos los premios ni el Nobel ni nada. Eso amerita y puede equilibrar algún episodio oscuro de su juventud».

Roberto Bravo y Andrea Cárdenas.

En este concierto, participarán dos colaboradores artísticos suyos, la cantante Andrea Cárdenas y el actor Luis Vera. ¿Le gustaría comentar cómo es para usted trabajar con ellos, cuál es la clave del aporte que ellos hacen?

«En el caso de Andrea, ella tiene una de las más voces más dulces que conozco, y el repertorio que escogimos le queda muy bien a su voz. En el caso de Lucho Vera, él es un actor con quien ya hicimos un disco juntos de poesía y música, con Los versos del Capitán, Cien sonetos de amor, el Poema 20. Andrea canta el Poema 15, y también hicimos Benedetti y Vinicius de Moraes, entonces tenemos un camino recorrido juntos. Es un concierto que tiene tres partes esenciales. Primero voy a tocar solo cinco temas de Víctor; después, tres temas con Andrea cantando, luego Lucho recita de Los versos del capitán, de Los cien sonetos de amor, con la música de Albert Guinovart, que es un compositor catalán, colega mío en Barcelona, de esos años. Después yo sigo con un pequeño homenaje a los difíciles tiempos de los años 80; dos temas de Silvio Rodríguez, dos temas de Pablo Milanés, Andrea canta uno de ellos, después la Milonga al revés, de Joakín Bello, que me la escribió a mí y me mandó la partitura con una notita, que decía: ‘Aquí te envío la Milonga al revés para que no se te oxide la mano izquierda’, porque es muy difícil la mano izquierda. Luego está Alfonsina y el mar de Ariel Ramírez, y un fragmento de la Cantata Santa María de Iquique de Luis Advis. Entonces es como un pequeño recuerdo de toda esa época, de esos años 80 que fueron muy hermosos en el sentir el amor y el agradecimiento de la gente, de poder llorar mucho en los teatros y sentirse en otro espacio con estas maravillosas melodías, y también de recordar a estos músicos que en ese entonces estaban prohibidos».

¿Le gustaría invitar a los auditores de Radio Beethoven a este concierto en Teatro Nescafé de las Artes?

«Sí. Queridos amigos de la Radio Beethoven, les habla Roberto Bravo para invitarlos a este concierto en recuerdo de dos maravillosos artistas chilenos; Pablo Neruda, Víctor Jara, y otros de los años 80, como Pablo, Silvio, en un concierto que va a haber mucha emoción, grandes recuerdos y también un poco de pena».

Coordenadas

19 horas, domingo 9 de julio. Teatro Nescafé de las Artes (Manuel Montt 032). Entradas desde $12.000 a $35.000. Venta digital, aquí.

Por Romina de la Sotta Donoso | 05-07-2023.

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