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Ópera

Ramiro Albino y Gonzalo Cuadra hablan del estreno moderno de la ópera El demonio mudo

mayo 7, 2023

Los directores musical y escénico del montaje que se presenta en el Teatro Municipal explican el sentido catequético de esta obra del siglo XVIII y valoran su riqueza musical y dramática de esta partitura descubierta y reconstruida por Víctor Rondón.

Ramiro Albino y Gonzalo Cuadra hablan del estreno moderno de la ópera El demonio mudo

Es uno de los hitos musicales del año. El estreno en tiempos modernos de la ópera de cámara jesuita El demonio mudo es el resultado de una concatenación de factores virtuosos. La obra, escrita hace más de 300 años, fue reconstruida y editada por el musicólogo chileno Víctor Rondón; el tenor e investigador Gonzalo Cuadra se sumó a este rescate comprometiéndose a que volviera a sonar y, con el Colectivo Ópera Nacional trabajaron en eso. Luego, abrieron el proyecto a la colaboración regional, invitando al director e investigador trasandino Ramiro Albino. Y le propusieron la idea al Teatro Municipal de Santiago, cuya directora, Carmen Gloria Larenas, comprendió la relevancia del proyecto y lo apoyó completamente.

Así es como esta ópera catequética escrita en 1717 por el dramaturgo jesuita Franz Lang y el músico agustino Florianus Ött acaba de ser estrenada en la Sala Claudio Arrau del Municipal de Santiago. Con dirección escénica de Gonzalo Cuadra y dirección musical de Ramiro Albino, actúan la orquesta Harmonices Mvndi y solistas. El diseño integral es de Gabriela Torrejón.

Foto: Patricio Melo.

En sus primeras funciones ha cosechado muy positivas críticas. El demonio mudo es parte de la colección Theatrum affectum humanorum, que fue publicada en Munich en 1717.

Franz Lang (1654-1725), autor del tratado escénico barroco Dissertatio de actione scenica (1727), encargó a distintos compositores que musicalizaran sus textos. En caso de El demonio mudo, se lo solicitó al músico agustino Florianus  Ott.

Se cree que la partitura llegó a Chile hacia mediados del siglo XVIII. Se sabe que el documento estuvo en el Convento de Santo Domingo y que los libros que sobrevivieron al incendio de 1963 fueron trasladados a la Recoleta Dominica. En 1998 el investigador Víctor Rondón encontró las partes del bajo continuo para el acompañamiento del canto, y posteriormente hizo una profunda investigación en bibliotecas alemanas que rindieron fruto: halló el resto de las partes y así pudo editar la obra en el año 2004.

Foto: Patricio Melo.

La puesta en escena supone la traducción de la obra del latín al castellano y una adaptación dramatúrgica para el siglo XXI. Su protagonista, Eduardo, es así un exitoso hombre de negocios que se ve enfrentado a la realidad: siempre ha vivido única y exclusivamente en función de su propio provecho.

Ramiro Albino (1970) es músico y también comunicador. Intérprete de arpa, dirige el ensamble Capilla del Sol, que se dedicada a la música barroca hispanoamericana y es elenco residente en el Museo Isaac Fernández Blanco, en Buenos Aires. Asimismo, ha publicado los libros Guía para disfrutar más de la música antigua (2015) y Música Colonial Hispanoamericana (2016). Revise aquí una entrevista respecto del último.

El músico e investigador mendocino cuenta que ha trabajado artísticamente con Gonzalo Cuadra en varias ocasiones, y que se han encontrado en distintos cursos; primero como estudiantes, y luego como docentes. Y que participar en el estreno en tiempos modernos de El demonio mudo por una invitación de Gonzalo Cuadra y el Colectivo Ópera Nacional.

«Esto me llena de alegría porque este repertorio es súper importante para mí. Yo me enteré de que existían las óperas jesuíticas de colegio en el año 1990, cuando era estudiante, y de ahí en adelante eso me quedó siempre dando vueltas, me preguntaba cómo serían, cómo sonarían, si funcionarían hoy o no, cuáles fuerzas instrumentales y vocales requeriría una partitura así, etcétera. Poder tener la posibilidad de hacer esta ópera, en el Teatro Municipal, con todas las posibilidades que da el teatro, más un grupo de cantantes que lo hace muy bien, más la puesta de Gonzalo, para mí fue la invitación perfecta. Obviamente, dije que sí desde el principio», comenta Ramiro Albino.

Ramiro Albino.

Será su debut en Chile como director de un proyecto artístico local. Hace unos quince años, vino al Teatro del Lago de Frutillar con su conjunto, Capilla del Sol.

Hablemos primero de los autores de esta ópera, Franz Lang y Florianus Ött, antes de hablar de las características de la pieza misma. ¿Qué nos puede decir de la conjunción de estas dos figuras y el resultado de su trabajo conjunto?

«Es muy interesante la conjunción. El jesuita manejó todo el tema dramatúrgico y escribió el libreto. Y el compositor, que también era sacerdote, pero no era de la orden jesuita, puso la música. Y está muy bueno pensar en esto porque el compositor es un sacerdote, un cura que sabía de música y que se animó a componer a pesar de que no era un músico profesional. Él escribe con todos los códigos de la época, pero con una mente teológica, y está muy bien planteada la simbiosis entre personajes y música, porque cada personaje tiene una identidad musical. El Demonio tiene líneas quebradas, un carácter más problemático, deforme, difícil, raro, extravagante. Pero al mismo tempo la música del Demonio es seductora, para que tiente, y es mundana, tiene el virtuosismo de la ópera, como si fuera una prima donna o un castrado de la época, es un personaje que canta de una manera muy, pero muy brillante. El Ángel y la Conciencia tienen algo más calmo y líneas más sencillas, entonces se hace presente una modestia, una mesura en la música. Y todo esto está muy bien logrado porque el compositor era sacerdote, manejaba el tema desde lo teológico y al mismo tiempo desde lo formativo. El resultado es muy atractivo porque tiene los elementos propios de lo mundano, y elementos que son como pequeños motetes, así como un aria religiosa. La teatralidad del libreto está bien planteada desde el punto de vista retórico. El libreto fue traducido y actualizado por Gonzalo Cuadra, y la parte hablada de esta ópera, en vez de haberla hecho en latín, la planteó en castellano con algunos giros más actuales para que tenga más vigencia en el mundo de hoy. No se cambia la historia, pero sí se actualiza el lenguaje».

Foto: Patricio Melo.

En este montaje, el actor Ramón Gutiérrez interpreta a Eduardo; el tenor Rony Ancavil está a cargo del rol del Demonio; la mezzo-contralto Francisca Muñoz será la Conciencia; y la soprano Francisca Jünemann, el Ángel.

¿De qué trata esta ópera? Es interesante el objetivo que puedo haber tenido. 

«Hay que entender que es una ópera de colegio. O sea, una ópera para que niños y jóvenes se formen moral o catequéticamente. Entonces, la ópera plantea la historia de Eduardo, que es el único personaje humano y que no canta. Luego están el Ángel, la Conciencia y el Demonio, que sí cantan. Eduardo tiene una vida exitosa, viajes, formación y dinero, es decir, todo lo que uno quisiera tener, pero tiene un nudo en la garganta que no sabe cómo sacárselo de encima, que es que él no quiere confesarse. Ése es el tema original de la ópera. Algo le impide confesarse y hay una lucha entre el Demonio y el Ángel y la Conciencia, que le dicen que tiene que confesarse y que no tiene para qué confesarse. Hay una lucha. Nosotros planteamos que estas cosas que uno no se anima a decir en la vida, los pendientes que todos tenemos, lo que no le dije nunca a tal persona, lo que no le dije a tal amigo que me terminó traicionando, lo que no le dije a un familiar en un momento y que después ya no puedo decir. Entonces es esa lucha por sacarse de adentro esos pesos inmensos en el alma que terminan atacando al cuerpo. Por cierto que gana el bien; la ópera está pensada para eso, para que después de la lucha y del conflicto, termine ganando el bien. Eduardo se va a confesar, se saca de adentro toda esa basura que tiene, toda esa carga de podredumbre y se siente bien. Ése es el mensaje de la ópera».

Ya nos comentó qué representa para usted trabajar en este rescate de repertorio, considerando que usted lo conoció en su época de estudiante y por eso mismo es muy significativo, pero si agregamos además que se trata de un estreno en tiempos modernos y que esto surge de un trabajo extenso y significativo del musicólogo Víctor Rondón, que hay una articulación con el Colectivo Ópera Nacional, que estamos hablando de una creación del siglo XVIII y que además se programaron cuatro funciones, con todo eso, ¿qué representa para usted?

«Primero, hay que decir que Víctor Rondón hizo un trabajo inmenso, porque aquí en Santiago, en la Recoleta Dominica, apareció un libro con una parte de la música, pero lo demás estaba en otro libro que se conserva en Europa. La edición estaba pensada para la práctica, entonces había un cuaderno de partituras para los violines, otro para los cantantes, otro para los que tocan teclados, etcétera. Y acá, en Santiago, se conserva uno de los libros nada más; el resto estaba en Europa. Entonces Víctor Rondón viajó y se tomó el trabajo de transcribir, de armar la partitura para que sea legible para nosotros, ahora. Y nos dejó una edición cómoda, actual y moderna. Luego, con esta articulación que hay con el Colectivo Ópera Nacional, Víctor le cedió a Gonzalo el permiso para poder hacer esto ahora en el teatro. Y eso es una maravilla; si Víctor no hubiera ido a Europa a buscar las partes que faltaban, si no hubiera armado este rompecabezas, no tendríamos la música para poder hacer ahora El demonio mudo. Y el hecho de que sea un estreno en nuestro tiempo… A mí me parece maravilloso siempre que se estrena cualquier obra antigua, sea religiosa o profana, una ópera, un concierto, una sonata. Es buenísimo porque es música que estuvo 300 años guardada, esta ópera fue publicada en 1717 y seguramente hubo representaciones en el siglo XVIII, pero yo no encontré datos hasta ahora. Es muy interesante que nos vayamos a encontrar con un estreno por lo menos para nuestro oído, ya que esto no salió nunca por la radio, no salió nunca en un disco. Las arias de El demonio mudo se hicieron alguna vez por un grupo donde estaba Gonzalo Cuadra, pero ahora como obra entera es un descubrimiento y me parece mágico que pueda pasar esto, que en el siglo XXI estrenemos una obra del siglo XVIII. Es hermoso».

Página inicial del documento que custodia la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica. Ver más aquí.

Esta producción es del Colectivo Ópera Nacional y actuará la orquesta Harmonices Mvundi, hay solistas, ¿qué podría decir de los recursos musicales que van a intervenir?

«El Colectivo Ópera Nacional es un grupo de cantantes que trabaja junto a Gonzalo Cuadra, y son los que armaron todo este proyecto y lo trajeron al Teatro Municipal. Y luego invitaron a más gente a hacer la parte vocal de la obra, y a un actor. Tenemos tres cantantes, Rony Ancavil, Francisca Muñoz y Francisca Jünemann y Ramón Gutiérrez va a estar a cargo de Eduardo, que es este personaje que es tentado por el diablo; es un actor muy bueno y hace muy bien su papel actoral. Luego, se convocó al conjunto Harmonisches Mvundi que es un grupo de especialistas en música barroca; tenemos ahí varios instrumentos, hay dos violines, una viola da gamba, un chelo, un clave, guitarra, tiorba y flauta. Y con esa orquesta armamos toda la música de El demonio mudo. Es una ópera claramente camerística».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven, como invitación? ¿Con qué se van a encontrar en El demonio mudo?

«El público se va a encontrar, en esta ópera, con una escena que nos puede pasar a todos: la duda sobre animarnos a decir algo o no. Se lo digo a mi madre, se lo cuento a mi pareja, hablo de esto con mis hijos, etcétera, es decir, la problemática de esta ópera nos atañe a todos de una manera u otra. Y el público se va a encontrar con una música nueva, fresca, hermosa, divertida, brillante, y con actuaciones hermosas que hacen que sea una ópera corta, pues dura poco más de una hora, llena de cosas hermosas para ver y para escuchar».

Gonzalo Cuadra.

Gonzalo Cuadra es tenor y estudió canto y musicología en la Universidad de Chile. Premio Presidente de la República 2020, mención Edición Musical por la inédita antología de arias chilenas que presenta su libro Ópera nacional. Así la llamaron 1898-1950 (2020). Es académico del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado y tiene una sólida trayectoria como intérprete, dentro y fuera del país. Especialista en el Barroco, integra los conjuntos Syntagma Musicum Usach y Terra Australis.

Tiene, además, una fructífera carrera como director de escena, habiendo desarrollado puestas en escena de Torrejón y Velasco, Bach, Pergolesi, Mozart, Rossini, Marc’Antoine Charpentier, Ravel, Verdi y Donizetti.

¿Cómo se dio esta colaboración que tiene como resultado el estrenar en tiempos modernos El demonio mudo, entre el Colectivo Ópera Nacional y el Teatro Municipal de Santiago, con Ramiro Invitado como director musical invitado?

«Este proyecto está enmarcado dentro de la actividad que hacemos con Colectivo Ópera Nacional, que es la visita y el rescate del patrimonio escénico lírico chileno. En este caso, de presencia chilena, ya que El demonio mudo no fue ni compuesto ni al parecer, estrenado escénicamente acá en Chile, pero que sí se preserva su partitura acá. Entonces a partir de eso está nuestro interés. Ramiro Albino es un director extremadamente destacado y hábil en todo el repertorio barroco, en especial en la música colonial americana; decidimos hacer un trabajo conjunto y eso lo ofrecimos al Teatro Municipal, que lo acogió muy bien».

¿Qué nos puede decir de los autores de la ópera El demonio mudo, Franz Lang y Florianus Ött, considerando la época en que fue creada, el objetivo que tenían y cómo se lee eso hoy en día?

«Los autores son dos monjes, es una obra que nace para el ámbito eclesiástico jesuita, y que tiene como finalidad la enseñanza de la catequesis del catolicismo, tanto desde un punto de vista religioso y teológico, pero también ético y moral. Para eso, Lang hace un texto que es el Teatro de los afectos humanos, en el cual desarrolla unas obras de teatro para ser musicalizadas, y Florianus Ött, es el autor de la música de El demonio mudo. Esto fue escrito y compuesto dentro del ámbito Barroco y esto es fundamental, porque quiere decir que la música sigue las directrices del Barroco. Las arias son arias da capo, hay un lucimiento vocal solista, una preponderancia de las cuerdas y uso de recitativos. En cuanto a lo literario, está lleno de imágenes retóricas, lleno de metáforas, alusiones, figuras, alegorías. Está lleno de figuras literarias que enriquecen todo un discurso cuya finalidad es hacer que quienes presencien esta ópera tomen conciencia de sus faltas o de sus pecados, se arrepientan y hagan una confesión. ¿Cómo lo adapto al día de hoy? Esta confesión puede ser la confesión católica tradicional, pero también esa confesión propia de nosotros cuando pedimos disculpas, cuando pedimos perdón por algo que hemos hecho mal, cuando tenemos una falta que nos carcome y buscamos una manera de enmendarla».

Foto: Patricio Melo.

En términos escénicos, explica el regisseur, se trabajó con un escenario único, que es la habitación de Eduardo, y con elementos como mapas, que dan cuenta los viajes que ha hecho. «Ponemos un elemento como la calavera, que era fundamental para las meditaciones jesuitas, para los ejercicios espirituales, y tenemos un globo terráqueo», indica.

«De los muros salen los personajes que lo tratan de condenar o salvar, que son el Demonio y el Ángel, como elementos religiosos, y la Conciencia, como elemento sicológico filosófico. Los personajes que son divinos o alegóricos, pueden cantar. Eso está estipulado por Lang en su obra», agrega Gonzalo Cuadra.

Eso es bien interesante.

«Es muy interesante, sí. Porque los humanos no hablamos cantando, nosotros hablamos. Pero los personajes alegóricos habitan una vida que está más allá de la terrena, por lo tanto tienen otras reglas naturales que escapan a la naturalidad de nuestra cotidianidad, por eso pueden hablar cantando». 

Foto: Patricio Melo.

El regisseur destaca especialmente un aspecto de su propuesta para El demonio mudo: «El trabajo de dirección busca mantener la calidad de enseñanza frontal de la obra, y por lo tanto prescindimos de la cuarta pared. Constantemente los personajes están interpelando al público directamente. La orquesta tampoco está oculta, se ve porque es parte misma del gran espectáculo. Porque los sentidos se llamaban para el momento de convencer, para el bien, y para el mal también. Es decir, tenemos la música, el oído; tenemos lo que se ve, la vista; tenemos el intelecto de lo que se está oyendo, etcétera. Entonces tenemos la orquesta a la vista del público, lo que va a ser muy interesante porque hay instrumentos barrocos que son siempre muy llamativos».

Gonzalo Cuadra también establece un énfasis: se trata de un proyecto de colaboración que implica el trabajo de profesionales nacionales de distintas disciplinas. «Me gustaría mencionar la presencia chilena de una obra que no es para nada chilena. Es una obra que llega a territorio chileno, seguramente en nuestra capitanía de Chile; es una obra descubierta por un musicólogo chileno, Víctor Rondón, que la arma a través de una pesquisa como de película de misterio y suspenso. Años después, tenemos a un grupo chileno que la hace sonar por primera vez en 2006, y finalmente ahora el principal teatro de ópera de Chile la presenta escénicamente. Me encantaría resaltar el trayecto nacional que ha tenido esta obra que ha juntado a múltiples áreas: la investigación, la interpretación, la realización y la parte administrativa. Eso me parece realmente subrayable».

Denos más detalles sobre ese momento, en 2006, que fue hecha sonar esta música.

«Fue en 2006, por el Ensamble Terra Australis, en un proyecto que se llamaba ‘Los caminos del Barroco’. Presentamos sólo la parte musical de esta obra, sin escena, en Chile y en Francia. Ahora somos el Colectivo Ópera Nacional en lo vocal, el actor Ramón Gutiérrez, el conjunto Harmonices Mvndi, todo con la dirección musical de Ramiro Albino, la dirección escénica de quien te habla y el diseño integral de Gabriela Torrejón».

¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven, como invitación?

«Yo les digo vengan a ver, a oír y entender en su mente y en su corazón El demonio Mudo, porque tiene algo que decirles que no ha variado en 300 años, que es la toma de conciencia. No ha variado en 300 años la capacidad de sentir que no estamos solos, sino que nuestras acciones tienen repercusiones, tal como el efecto mariposa, y que también pueden ser para el bien o para el mal».

Coordenadas
Funciones a las 19 horas de viernes y sábado, en la Sala Claudio Arrau del Teatro Municipal de Santiago (Agustinas 794), con entradas por $15.000, en municipal.cl.

Por Romina de la Sotta Donoso | 18-05-2023.

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