Óscar Pino: "Invito a descubrir cómo era la educación musical en Latinoamérica hace más de cien años atrás"
diciembre 24, 2024
Son 25 canciones escolares de fines del siglo XIX e inicios del XX que el académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano encontró revisando ferias y persas, y que incluyen un Himno de Enrique Soro que hoy siguen cantando exalumnas de una escuela normal. Las piezas fueron grabadas y editadas las partituras, y se podrán descargar. El proyecto se presenta el 27 de diciembre.
photo_cameraÓscar Pino Moreno.
Hace una década, mientras cursaba un magíster, el profesor de música Óscar Pino Moreno (1967) comenzó a reunir canciones escolares que habían circulado en Chile. Recorrió distintas ferias y persas recopilando esos documentos que habían caído en desuso, pero que eran centrales para su tesis. Años más tarde, ya enfocado en un doctorado, amplió su búsqueda al continente, y su colección se enriqueció.
Con el propósito de recuperar del olvido esos cancioneros que fueron utilizando en las aulas públicas, e identificar lo que esa letras buscaban promover y cómo era esa música, postuló a un Fondo de la Música. Eligió 25 piezas y además de editar digitalmente esas partituras, convocó a un quinteto de intérpretes que las grabaron. El resultado es un libro y una serie de audios que podrán descargase gratuitamente,
El viernes 27 de diciembre, Óscar Pino presentará su proyecto “Cancionero escolar de Chile y Latinoamérica / 1880-1950”, en una actividad gratuita que contempla la interpretación en vivo de algunas de esas canciones. Será a las 19 horas, en la Sala Violeta Parra de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano ( Serrano 150, 5° piso ), donde él hace clases, dentro de la carrera de Pedagogía en Música.
Radio Beethoven conversó con el investigador y educador respecto de este proyecto, las características musicales de estas piezas y los preceptos e ideales nacionalistas que se evidencian en ellas. También, sobre un descubrimiento que viene a enriquecer el legado de Enrique Soro, pues este proyecto incluyó la grabación de un himno de ese compositor chileno que no estaba catalogado.
¿Qué lo motivó a usted a desarrollar este trabajo de investigación que incluyó la edición de partituras, transcripciones, y grabaciones? ¿Cuál es su principal motivación para centrarse en este repertorio en particular?
«Bueno, soy profesor de música, y además me interesa mucho el tema de la historia de la educación musical; he hecho un par de trabajos sobre este tema, primero, sobre historia de la educación musical en Chile y últimamente también lo he ampliado a varios países latinoamericanos. Como parte de esa búsqueda, fue surgiendo una recopilación de cancioneros de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, que es más o menos cuándo en la mayoría de los países latinoamericanos se inicia la educación musical en la educación pública. Y teniendo esos cancioneros en partitura me pareció que era interesante intentar hacer registros en audio porque obviamente no existen, y porque ese material creo que puede ser interesante para los profesores, para los estudiantes de Pedagogía y para la gente que se interese en descubrir cómo era la educación musical hace unos cien años atrás».
Este cancionero, ¿usted lo fue armando buscando en distintos espacios, comprando los documentos en papel, o también encontró materiales en archivos y fue haciendo una especie de catálogo? ¿Cómo se hace esta recopilación de cancioneros en cuanto objetos físicos?
«Tal como tú lo mencionas. Hay varios cancioneros que los logré encontrar en formato físico en libros usados, recorriendo cuanta feria hay, y hay otros que afortunadamente ya están digitalizados, entonces tú puedes acceder a ellos a través de las bibliotecas digitales de distintos países. Así que de ambas formas fue posible acceder a este tipo de documentos».
¿El hecho de que usted haya hecho extensiva esta investigación a otros países de Latinoamérica tiene que ver con que la música misma y la enseñanza de la música no respetaba las fronteras nacionales?
«Por lo que yo sé, no es que los cancioneros se hayan compartido, pero hay una cuestión interesante que se devela a partir de que tú escuchas las canciones de los distintos países y es que justamente hay una serie de similitudes, ya sea en la cuestión temática, lirica o poética. Y también en lo ideológico que está detrás de esas letras, así como en lo musical. Entonces, aunque la educación musical hace cien años atrás era un fenómeno más bien local de cada país y los repertorios se enfocaban en los países específicos donde surgían, de alguna manera había un cierto espíritu de la época que los hace muy similares en cuanto a sus características, tanto musicales como poéticas».
En cuanto al mensaje que transmiten estas canciones, dado que se produjeron para enseñarse en la escuela, ¿hay ideales de tipo nacionalista, de establecimiento de la idea de nación, del Estado, del orden? Le pregunto porque esos conceptos uno frecuentemente los ve a fines del siglo XIX. ¿Se ven aquí también?
«Exactamente. Tal como tú dices, hay una gran cantidad de material que está enfocado en ese tipo de ideas, en educar hacia lo civilizatorio, hacia las buenas costumbres, hacia lo que significaba ser buen ciudadano; el respeto de las instituciones, el respeto por la escuela, por la figura del profesor, por la familia, por la figura de los padres, por la autoridad de los adultos, y obviamente el amor a la patria. Hay una cuestión patriótica nacionalista muy arraigada, y también está este imaginario en relación a España como madre patria, esa construcción que tiene que ver con un cierto blanqueamiento de la colonización y que se da, entre otras cosas, por medio de las canciones. Así que hay mucho símbolo patrio. Y también, mucha moral religiosa. Aunque el Estado, y en la mayoría de los países pasó lo mismo, estaba en un proceso de secularización, igual se mantenía toda esta visión cristiana, católica, acerca de Dios padre, y los valores vinculados a la religión que siempre han estado presentes en la educación, no obstante las tentativas por separar Estado e iglesia».
Porque entonces un buen ciudadano es un ciudadano creyente o por lo menos observante, ¿no?
«Claro. Pero fíjate que ésa es una gran tensión y se ve explícitamente en los textos. Pero hay otra cuestión que aparece en el subtexto, que es la música en sí. Porque la música también tenía características particulares. Estamos hablando de canciones que son obviamente de una estética de herencia centroeuropea, de los siglo XVIII y XIX, entonces hay una forma de entender lo que era considerada la música de buen gusto: piezas europeas cuyas letras fueron adaptadas o derechamente creadas originalmente, pero manteniendo la música original, o bien música original latinoamericana, pero con la misma idea estética de esta música centroeuropea, o sea, música tonal, muy romántica, muy cercana a la forma canción, al lied, pedazos de oratorios o de óperas. Hay una cuestión también que tiene que ver con ese mensaje musical de lo que era considerado la música de la gente civilizada y que obviamente dejaba afuera a todo otro tipo de música que aún estaba en un proceso de discriminación, me refiero a la música popular, la música folclórica y obviamente la música indígena que era inexistente, entre otras cosas, porque era desconocida».
La música indígena era no percibida., aunque se practicara. Pero estas otras músicas se ocupaban en los aires.
«Claro».
Las 35 canciones que usted incorpora en este libro y que grabaron, fueron hchas para ser interpretadas con niños cantando y con acompañamiento de piano, o también hay piezas que cuentan con guitarra? ¿Cómo es la instrumentación?
«Lo que pasa es que todos los cancioneros que encontré venían en dos tipos de formato.: uno que era solamente de voces a cappella, sin acompañamiento instrumental y sin ninguna indicación armónica; por lo tanto, si tú quieres acompañar esas canciones, los acordes se tienen que desprender desde la melodía. Y el otro formato era voz y piano, que es lo más común en realidad. Se supone que son voces blancas, la idea era que las canciones fuesen cantadas en la escuela, y generalmente un par de pentagramas de piano de menor o de mayor complejidad, eso ya dependiendo de las características de los compositores. Hay algunas que son muy difíciles de tocar y de cantar, y y uno podría problematizar si es que son efectivamente músicas escolares por las características técnicas que tienen, ya sea para los estudiantes cantando o para los profes tocando, y hay otras que sí están bastante adecuadas, ya sea en los registros vocales y en un nivel de ejecución instrumental que podría ser llevadero para profesores de música o para preceptores, que era la figura del profesor básico de la época».
Nos vamos a quedar para siempre con la duda, sobre cuánto eran interpretadas estas piezas, las más difíciles y las más sencillas, si había colegios donde realmente lograban hacer las más difíciles o si esas quedaron en el papel solamente. Usted seleccionó 25 canciones. ¿Fue difícil establecer los criterios para esa selección?
«Fue difícil en tanto había bastante material, pero intentamos hacer una selección que fuese representativa. Por lo tanto, canciones a una voz; canciones a dos o tres voces; canciones con distintos tipos de temáticas, algunas que son más enfocadas en niños más pequeños, como las de Ismael Parraguez en Chile, y otras canciones que son para chicos más grandes o para estudiantes de escuelas normalistas, que serían como ahora los chicos entre 16 y 18 más o menos. Algunas con guitarra, que justamente fueron aquellas canciones que no tenían acompañamiento instrumental, por lo tanto la guitara que hemos agregado es una armonía muy sencilla, funcional, que se desprende de la melodía principal, y otras con su acompañamiento de piano. Y el acompañamiento de piano obviamente está textual desde la partitura».
De las 25 canciones seleccionadas, ¿cuántas se interpretaron en Chile o fueron hechas por autores chilenos?
«Hicimos un a selección de trece canciones publicadas en Chile y otras doce publicadas en otros países latinoamericanos».
¿En cuántos otros países?
«En Argentina, Perú, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico».
Hay una pieza muy llamativa, que es la de Enrique Soro. ¿Cómo llega a ella? Según lo que usted sabe, ¿estaba ya catalogada en alguna parte?
«En realidad me encontré con esa partitura por casualidad, seguramente en Barrio Franklin, años atrás, y era la partitura publicada, entonces era un facsímil que lamentablemente no tenía fecha, no estaba el año de publicación. Por lo tanto me fui a buscar la fecha en los catálogos; fui al más reconocido que es el que publicó la Revista Musical Chilena en el año 76, y no aparecía catalogada ahí. Fui buscando otros catálogos anteriores, y algunas otras menciones posteriores de la sucesión de Enrique Soro en la que se refieren a música para voz y piano, y en ninguno de ellos aparece mencionada esta obra específica que se llama Himno al Estandarte de la Escuela Normal n°2 de Preceptoras. Así que pareciera que la obra no estaba catalogada. Por lo tanto, nos parece que tener una versión de la obra editada en partitura y también grabada en audio es un buen aporte para completar ese catálogo. La Fundación Soro fue muy amable en autorizar y apoyar este proyecto, así que aprovecho de agradecer a Roberto Doniez y todo su equipo porque ha sido una relación muy amable y fructífera. Pensamos que rescatar este himno es un aporte al legado de Soro, no solamente desde la perspectiva académica del catálogo, sino que también porque hemos descubierto que pareciera qu, a muchos años de haberse terminado las escuelas normales, todavía hay algunas normalistas que al reunirse para recordar su escuela, año a año, en el aniversario, siguen cantando algunos versos de este himno. Eso nos parece interesante, y bonito como fenómeno también, no sé si alguna otra obra de Soro se cante actualmente. Me parece que esta obra tiene una cierta relevancia social bonita de descubrir porque representa también una época en la que los compositores de música académica o docta estaban súper comprometidos con los temas de la construcción de la república y del fortalecimiento de las instituciones. Es algo bonito para resaltarlo».
De todas maneras. ¿Dónde van a estar disponibles las partituras y las grabaciones?
«Por ahora lo vamos a alojar en la página de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, que es donde yo trabajo. Van a ser dos archivos descargables, uno con el libro, que tiene 90 páginas y donde están todas las partituras de las canciones, hay una edición critica y una descripción de las características líricas y musicales de las canciones, y el otro archivo va a ser una carpeta con las 25 canciones en audio para descargar también de manera gratuita. Más adelante, cuando haya otro sitio que se manifieste interesado por este tipo de material que yo entiendo que eventualmente no es de interés tan masivo, pero no por eso deja de ser valioso para todos los que se interesen en estos fenómenos, vamos a gestionar su presencia allí».
Todo el proyecto, la edición de las partituras, la grabación, las digitalizaciones para la web, fue financiado por el Fondo de la Música, ¿no?
«Sí, exactamente. Es un Fondart del año 2024 en la línea de investigación».
Las 25 canciones fueron grabados en los estudios de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, con voz y dirección de Óscar Pinto y con la participación de tres voces femeninas: Josefina Echenique (cantante de fusión latinoamericana, exvocalista de Cántaro y Premio Vitorio Cintolessi 2019 de la SCD); la soprano Carolina Grammelstorff (integrante de la Camerata Vocal de la Universidad de Chile) y Romina Camus, profesora de música. Junto con ellos actuaron el también profesor de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano Felipe Salinas en guitarra y el profesor del Departamento de Música de la Universidad de Chile Miguel Ángel Castro en piano.
Óscar Pino Moreno es profesor de Música por la Universidad de Concepción, y mientras cursaba el magister en Artes mención Musicología en la Universidad de Chile, que concluyó en 2015, hizo una tesis sobre la historia de la educación musical en Chile. Es entonces cuando reúne abundante material.
«Los cancioneros, igual que la partitura de Soro, estaban guardados en ese cajón que uno abre una vez al año nomás, hasta que ya me decidí a transformarlo en un proyecto y afortunadamente tuve el apoyo de Fondart y también de un equipo que se formó entre músicos, periodistas, diseñadores gráficos, etcétera, que colaboraron de una manera muy desinteresada para sacar adelante este proyecto», comenta.
En 2020, en tanto, inició un doctorado en Estudios Americanos con mención en Pensamiento y Cultura en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, que concluyó el año pasado. Ahí fue cuando incorporó los cancioneros de oteos países americanos. «Hice una tesis sobre la historia de la educación musical, pero en Latinoamérica. Entonces ahí fue el momento de los cancioneros latinoamericanos», aclara Óscar Pino.
Su actividad académica la articula con el ejercicio de aula como profesor de 7° básico a 4° medio en el Instituto de Humanidades Luis Campino. Además, ha sido consultor de educación musical en las Universidades Católica y de Chile y en el Mineduc así como en el Consejo Nacional de Educación. Además, como director del conjunto de música infantil Zapallo, ha editado 26 discos, tanto de música patrimonial como original.
Antes del volumen que lanzará el viernes 27 de diciembre, Óscar Pino Moreno ya había publicado otros dos libros de repertorio escolar: Rondas Infantiles ( 2015) y Pipochi, ejercicios para la iniciación al piano basados en música popular chilena (2022, descargar aquí).
¿Qué les diría como invitación a la presentación de » Cancionero escolar de Chile y Latinoamérica / 1880-1950″ a los auditores de Radio Beethoven? ¿Cómo será la experiencia que vivirán quienes asistan? ¿Cuál descubrimiento o reencuentro podrán protagonizar?
«Quienes nos acompañen van a asistir a una presentación de un proyecto Fondart en el que vamos a presentar dos productos que tienen que ver con 25 canciones escolares chilenas y latinoamericanas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX; un libro digital que tiene partituras y una descripción de las canciones escolares, y los registros en audio que logramos hacer para cada una de estas 25 canciones. Vamos a hacer una muy pequeña presentación del material, pero además vamos a interpretar en vivo por lo menos unas seis o siete de estas canciones, para que quienes estén puedan descubrir cómo era la educación musical en Latinoamérica hace más de cien años atrás».
Desde música del siglo XII hasta La Pasión de Scrooge de Jon Deak y Hansel y Gretel de Engelbert Humperdinck, pasando por célebres creaciones de Bach, Haendel, Berlioz, Liszt y Messiaen, además de la ópera Vísperas de Navidad de Rimsky-Korsakov, la cantata Navidad en Chile de Pablo Délano y una sesión jazzística de Dave Brubeck son parte de nuestra programación especial.
Además de entregar las claves de los conciertos gratuitos de Navidad que la Camerata Unab ofrece con distintos coros y solistas durante diciembre, Felipe Karadima hace un balance positivo de este año, con cerca de 90 actividades, y anticipa los hitos de 2025.
Invitado por el Instituto Italiano di Cultura, el pianista piamontés abordará un repertorio que él mismo está rescatando en dos conciertos gratuitos que dará en Los Andes y Viña del Mar, el 29 y 30 de noviembre. "Estos compositores desarrollaron una importantísima operación de aggiornamento cultural porque tradujeron y trajeron a Italia a los grandes románticos alemanes", apunta.
El lunes 25 y martes 26 de noviembre, estrenará con Luis Orlandini y Gonzalo Cuadra obras comisionadas a Eleonora Coloma y a Rolando Cori. Y, el viernes 29, Alejandro Reyes ofrecerá una lectura nueva de la 2a Partita BWV 1004 de Bach, incluyendo corales y bajo continuo, junto a Vanessa Rojas, Javier Weibel y Oriana Silva, ahondando en el desgarrador luto que vivía el compositor. Dos nuevas propuestas artísticas paralelas a su rol en el Municipal de Santiago.
El estudiante de piano de la Universidad Austral y su colega Alejandra Veloso grabaron diez obras del compositor alemán en el disco Valdivianische Musik. Algunas son para piano solo y otras para piano a cuatro manos. Lo lanzarán el 21 de noviembre en Valdivia y el 29 en Concepción.
"Ellos superaron los límites de lo que se consideraba posible en el piano", indica Boris Giltburg y añade que en las sonatas que interpretará el 26 de noviembre "hay un cuento que la música quiere transmitir al público". El célebre pianista también entrega detales de sus grandes proyectos: la integral de Beethoven y El clave bien temperado.
El director chileno destaca la flexibilidad de la orquesta penquista, que lo eligió como su titular a sólo mese de su debut con la agrupación. Luis Toro Araya adelanta que planea hacer ópera y que es primordial darle espacio a los compositores nacionales jóvenes. Este mes está en Chile: el 7 y 8 de noviembre, vuelve a dirigir a la Sinfónica Universidad de La Serena, en los Wesendonck Lieder de Wagner, Beethoven y Schubert. Y después conduce a la Sinfónica UdeC.
El director y fundador de esta agrupación que tiene 20 años de existencia, hace un positivo balance de las recientes alianzas que han hecho y los nuevos públicos que están acerándose a una temporada que continúa e 23 de octubre con tres solistas nacionales. "Hemos tenido muchos solistas de muy buen nivel, con el apoyo de varias embajadas", comenta.
La obra fundamental del siglo XX será presentada en la 60a Temporada de Cámara UC el 22 y 23 de octubre, celebrando así los 150 años del natalicio de Arnold Schoenberg. El director chileno residente en Suiza, además, dirige a la Sinfónica Nacional Juvenil en la Séptima de Beethoven.