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Música

Orquesta de Cámara de Valdivia: Rodolfo Fischer

mayo 21, 2021

El director chileno radicado en Suiza adelanta la novedosa sorpresa que ofrecerán con la OCV en su concierto del 29 de mayo y también analiza el éxito de su Pasantía Basel. Asimismo, revela algunos de sus próximos proyectos. "Encontré mi veta", dice.

Orquesta de Cámara de Valdivia: Rodolfo Fischer

Rodolfo Fischer. Foto: Juan Diego Castillo.

El público chileno lo conoce muy bien: ha dirigido una veintena de títulos en el Teatro Municipal de Santiago, donde fue director residente entre 1998 y 2002. Cargo que asumió tras haber estudiado en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, y haberse especializado en dirección orquestal con Otto Werner Müller en el Curtis Institute of Music de Filadelfia.

Pero Rodolfo Fischer (1967) decidió hacer una carrera internacional. En 2006 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires, con Così fan Tutte, y en la Opera Nacional Danesa, con Las Bodas de Fígaro. Consolidó luego un circuito en Latinoamérica, siendo invitado a dirigir en las principales agrupaciones de la región: la Orquesta Sinfónica Estatal de Sao Paulo (Osesp), las filarmónica de Buenos Aires, Minas Gerais, y de Santiago, la Orquesta Estable de La Plata, y la Sinfónica Nacional de Bogotá, entre otras.

En el Teatro Municipal de Sao Paulo, por ejemplo, debutó en 2008 con Falstaff, y en 2010 protagonizó un hito continental: estrenó en Latinoamérica la ópera Ainadamar, de Osvaldo Golijov, en la Gala Bicentenaria del Teatro Argentino de La Plata. También ha conducido en Dinamarca, Alemania, España, Italia, Suiza, Nueva Zelandia y Hungría, entre otros países.

Su versatilidad se expresa en el variado repertorio que ha conducido; sólo en la última década ha ido desde Il Mondo della Luna (Haydn) e Idomeneo y Don Giovanni (Mozart), hasta Jenufa (Janacek) y Un Homen Só (Guarnieri), pasando por Anna Bolena (Donizetti), Cenicienta (Rossini) y Madame Butterfly (Puccini).

Rodolfo Fischer reside en Suiza y enseña dirección orquestal en la Musik-Akademie de Basilea. Allí ha creado, además, un programa para jóvenes directores que viven una experiencia inmersiva en la práctica de los mejores teatros de Europa.

Sin embargo, su vínculo con Chile se mantiene intacto: en paralelo trabaja constantemente con la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI) y además asumió el año pasado como director musical de la Orquesta de Cámara de Valdivia, de la Universidad Austral de Chile.

Sobre su trabajo con la Orquesta de Cámara de Valdivia, el crecimiento de su programa para jóvenes batutas y la realidad de la música clásica en pandemia, hemos conversado con Rodolfo Fischer.

«Si me remonto a cuando yo estudié dirección y alguien con una varita mágica me dijera que mi trabajo de titular va a consistir en esto que estoy haciendo ahora, jamás lo habría creído», comenta desde Basilea.

«Estoy a cargo de una orquesta y todavía no los veo. Sin embargo, hemos encontrado la manera de trabajar juntos. Eso ha sido lo bonito, nos reunimos todos los jueves, conversamos, vamos viendo detalles de cómo mejorar nuestros procesos logísticos, que son arduos y complejos porque estamos haciendo repertorio exigente. Ha sido un aprendizaje que hemos hecho juntos; me ha tocado liderar el proceso, pero la verdad es que estoy liderando un proceso en aguas desconocidas. No es algo que uno diga ‘Sí, si yo tengo experiencia en esto de la pandemia, no se preocupen, esto se hace así’. No. Entonces lentamente hemos encontrado un sistema, con un equipo de trabajo que funciona muy bien. Me encanta también estar en la Universidad Austral de Chile porque es una tierra muy fértil en cuanto a encontrar partners, el festival de cine está cerca, tenemos una mediación muy importante también, está el conservatorio, el coro, el ballet folclórico… Hay mucha retroalimentación y todos estamos buscando lo mismo», detalla Rodolfo Fischer.

Partamos por el interesante y relevante proyecto de comisionar y estrenar una serie de Estudios para director de orquesta a compositores nacionales, que está desarrollando con la OCV. ¿Cuál es el objetivo de hacerlo?

«Los doce Estudios para director de orquesta tienen una doble función. La primera es pedagógica, es acercar a los estudiantes de dirección al lenguaje contemporáneo. De la misma manera que yo estudié los Estudios de Chopin y de Debussy cuando era pianista; cada uno tenía una problemática. En vez de encargárselos todos a un compositor, me pareció interesante hacer una muestra de lo que es la composición chilena para que los estudiantes conozcan los diferentes estilos y que se produzcan sinergias y contactos futuros, porque estos directores van a ser profesionales y van a haber tenido un primer encuentro con un compositor que probablemente tiene la misma edad de él, entonces hay un viaje que se puede hacer en conjunto. Además, también me interesa dar a conocer la música chilena aquí en Suiza donde me encuentro o en España donde me toca enseñar bastante también».

¿Cómo ha avanzado este proyecto? ¿Cuántos Estudios han estrenado ya?

«Estamos trabajando en el quinto. Empezamos el año pasado con Sebastián Errázuriz, Tomás Brantmayer y Manuel Bustamante, ahora seguimos con Andrián Pertout y el próximo programa viene Miguel Farías. Después viene Andrés Maupoint. Para más adelante le encargué uno también a Tamara Miller, que es una chica muy talentosa. Tenemos una lista importante de compositores que fueron muy generosos. La duración tiene que ser de más o menos ocho minutos y respecto de l instrumentación, pedí un ensamble de cinco cuerdas, cinco vientos y un piano, que es prácticamente la OCV en persona si no fuera por el piano, entonces calzó perfectamente. Este proyecto partió con Emmanuele Baldini, mi antecesor, quien me encargó dirigir los tres primeros Estudios. La sucesión se hizo en forma absolutamente natural cuando yo asumí la titularidad».

Todas las actividades de la Orquesta de Cámara de Valdivia están en su plataforma web Ocv.cl. Foto: OCV.

Hablando de Emmanuele Baldini, un tremendo virtuoso, concertino de la Sinfónica del Estado de Sao Paulo, que fue director musical de la OCV entre 2017 y 2019, ¿marcó él un punto de inflexión? ¿Cómo encontró usted a la orquesta cuando asumió?

«Desde el punto de vista musical, Emmanuele hizo un gran trabajo. Él es un gran concertino de la OSESP, de hecho, soy bien amigo de él, desde antes, y hemos seguido en contacto. Le he hecho algunas consultas puntuales por su experiencia. Él logró un sonido, sobre todo en la cuerda, muy depurado, muy limpio, y, claro, yo voy a poder aprovechar de eso. También abrió las puertas internacionales a la OCV, sobre todo en su trabajo con Brasil, con buenos solistas y arregladores, gente que trabaja muy de cerca con la Osesp, que es la institución más importante de nuestro continente, así que por ese lado bien. Quizás estaban todavía un poquito golpeados por la pandemia, en un primer momento. Nadie sabía cómo reaccionar, ni siquiera el ministerio. Primero había que redefinir lo que eran nuestros protocolos de funcionamiento y ordenar un poco la información, trabajamos en esto muy de cerca con Dominique Thomann, la directora ejecutiva».

¿Y cómo fue asumir la titularidad de una orquesta justo cuando se desató la emergencia sanitaria?

«Desde el primer día yo dije ‘Olvidémonos del Plan B, el Plan A es la pandemia. y eso se los decía porque yo estaba viviendo un poquito en el futuro en Suiza; siempre íbamos unos meses adelante en cuanto a lo que era el virus. Entonces decía ‘No, va a pasar esto’, o ‘Puede pasar esto otro’, y de hecho pasó, vino la segunda ola, y así. Entonces nos propusimos un sistema de trabajo en que la alternativa era salir. Es decir, trabajar digitalmente, ver hasta dónde podíamos llegar al ser creativos. Porque si se trata de hacer un concierto y poner tres atriles en un escenario, eso lo podemos hacer, eso lo hacemos toda la vida, es muy fácil. Lo otro es difícil. Entonces nos pusimos las pilas y armamos nuestros equipos, con ingenieros en sonido y audiovisualistas y empezamos a jugar con esto, porque el escenario cambió. El escenario ahora, y todos estamos en el mismo, es un escenario rectangular en la internet».

Hablemos del próximo concierto de la Orquesta de Cámara de Valdivia, del 29 de mayo, que se transmitirá a las 20:00 horas en su canal de YouTube, y que se titula «Exposición de cuadros musicales». ¿Qué descubrirá el público? ¿Cuál es el foco del concierto?

«Esto fue un encargo del director del MAC Valdivia, Hernán Miranda, quien tuvo esta idea de tener un concierto de la OCV en el Aula Magna de la UACh, con dos hileras de cuadros del MAC iluminados y superponer a eso los Cuadros de una exposición de Mussorgsky. Pero cada vez era más difícil que esto se pudiera ejecutar; pensé en algún momento que tal vez lo podríamos hacer en streaming, pero ni siquiera eso, porque la región de Los Ríos estuvo en Fase 1 mucho tiempo. Ahí tuvimos que reinventar el concepto y la narrativa que propusimos con Carlos Beltrán, el audiovisualista, y con Hernán Miranda, fue contar lo que pasó. Entonces vamos a empezar esta exposición con los cuadros iluminados en el aula y los músicos están mirando los cuadros, y empiezan a caminar en la Promenade, y de repente uno entra en un mundo digital a través de la pintura. Entonces todos estos magníficos cuadros de Matta y tantos otros que están con nosotros nos van llevar un poco en esta fantasía a través de la música de Mussorsgky. El final no lo cuento… ¡spoiler alert! (ríe).

Las grabaciones para el concierto digital Exposición de cuadros musicales se realizaron en el Aula Magna de la Universidad Austral. Foto: OCV.

Entonces lo audiovisual vincula las pinturas reales del MAC con la música, resuenan las texturas sonoras y las pictóricas…

«Sí. Y a mis queridos músicos de la OCV les dije que nosotros íbamos a ir al foso virtual, que esta vez no estaríamos en cámara, en las ventanitas, sino que vamos a hacer lo que le da la atmósfera a esta fantasía visual».

También se estrena en este programa el Estudio para director de orquesta de Miguel Farías, ¿cierto?

«Sí, y tiene de subtitulo Óleos, así que está directamente relacionado. Miguel es muy cercano a la pintura. De hecho, con la Sinfónica Universidad de Concepción estrenamos en 2014 Inscapes de Miguel Farías, que era una obra de cuatro partes basado en cuadros de Roberto Matta. Ahora, con Óleos, decidimos ir a meternos en el taller de un pintor, entonces ese estudio de las texturas va a aparecer también a través del ojo de Carlos Beltrán, como una preparación a la exposición misma».

Además, en el concierto digital que se estrena el 29 de mayo también se incluye la Pavana Coleur du temps (El color del tiempo), de Frank Martin.

«Sí, y ahí vamos a salir un poquito, de este mundo encerrado y ver un poquito de sol, la naturaleza que nos acompaña en Valdivia y que es tan hermosa como esta obra de juventud de este compositor suizo».

¿Cómo ve el futuro de su trabajo con la OCV con la pandemia, en este formato remoto?

«Yo diría que la Orquesta de Cámara de Valdivia tiene un nivel interesante desde el punto de vista musical, es un conjunto pequeño, con la ventaja de ser muy transportable y una ventaja adicional de que hay muchas localidades en la región que nos permiten ir a hacer un concierto a una hora o a hora y media, y volver, con una orquesta regional se genera un pulmón, es fácil que habite territorialmente. La región vive sobre una base que está, sobre todo en la cuerda. Y cada vez creo más en el poder de la historia, y me parece que los fundamentos de esta tradición los dejaron los colonos alemanes, todavía existe esa tradición incluso amateur, de juntarse a hacer música, y de los coros. Y trabajar a través de una universidad que es por supuesto una inspiración intelectual para toda la región. Creo que tenemos que expandirnos en dos ejes. Uno es el de la formación, pues creo que las orquestas tienen que hacerse cargo de la formación, ya no podemos decir nosotros somos músicos y los que enseñan son otros. Y políticamente también, la formación no tiene ninguna resistencia de las autoridades locales, todo lo contrario, ‘Uy qué bien, qué bonito, que los niños, en fin, habilidades blancas, es importante’, dicen. Pero si uno va con el sombrerito a decir ‘Nosotros necesitamos plata para cultura’… Bueno, podemos estar felices de tener un presupuesto permanente. Entonces creo que la expansión de la orquesta va a tener que se necesariamente a través del área de formación. Eso no quita que nosotros, como músicos, tenemos que mantenernos en lo más alto de nuestras posibilidades, a nivel instrumental, de repertorio y por eso no les estoy dando repertorio fácil; quiero evitar que en el futuro cuando volvamos a los escenarios aparezca esta sensación que la he escuchado acá en Suiza, de ver tres personas en el público y morirse de miedo. Uno pierde la costumbre de ser este animal de escenario, entonces es importante que mantengamos la concentración y el instrumento al más alto nivel, cosa que esa vuelto a hacer lo que nosotros hicimos siempre, de trabajar para un público, sea lo más natural posible».

Docencia en Basilea. Rodolfo Fischer y sus estudiantes con el invitado Johannes Schlaefli, profesor de dirección orquestal de la Universidad de Bellas Artes de Zürich (ZHdK). Foto: Rodolfofischer.com.

En conjunto con su trabajo en la Musik-Akademie de Basilea, usted está desarrollando un programa para jóvenes directores que experimentan una inmersión en la práctica real de la música europea. ¿Cómo ha sido ese trabajo en pandemia?

La Pasantía Basel es como mi chiche. Ha crecido mucho. El presupuesto se ha quintuplicado, entonces ya estamos con 14 estudiantes de todo el mundo, la presencia sudamericana es un poquito menor este año, y logramos convenio con la Universidad Alfonso X en Madrid, lo que les permite a los alumnos de la pasantía pasar una semana con orquesta completa, en Madrid. Se produjo una coincidencia extraña, que la pasantía siempre era en febrero, en pleno invierno, y este año lo postergamos para fines de agosto y septiembre, en pleno Festival de Lucerna, entonces para los directores, esta semana donde estarán en Berlín, Viena, el Concertgebouw de Ámsterdam y Chicago, es como el sueño del pibe. El Festival de Lucerna es una experiencia que se complementa muy bien con este espíritu de la pasantía que es compartir conocimiento, encontrarnos en un lugar como directores que están empezando su carrera, pero que todavía tienen algunas dudas. Entre los profesores, además, Guy Braunstein se unió a nosotros; era el concertino de Claudio Abbado y de Simon Rattle, y ahora va estar sentado como concertino dos días tocando para los pasantes. Son experiencias muy fuertes y en verdad este festival se está armando solo. Porque el otro día se me acercó una violinista de Valdivia y me preguntó si podía postular para tocar en la pasantía, y eso me dio la idea, y lo voy a empezar este año, de becar a un quinteto chileno de cuerdas, que venga y que refuerce la orquesta durante este período, que se supone es para los directores, pero después de ver la cantidad de profesores que hay, los instrumentistas también lo consideran un aprendizaje para ellos».

Esta Pasantía Basel, a mi juicio, era un eslabón que faltaba; es un proceso donde los jóvenes directores pueden vivir un paso intermedio entre su formación y la práctica misma con las orquestas, y vivirlo en forma colectiva, guiada. ¿Cómo identificó usted esta carencia, este eslabón que faltaba?

«Creo que es un poco la vivencia de haber haber sentido todo esto, de haber llegado a Europa después de Estados Unidos y de ver estos conciertos magníficos, pero pero yo salía de los conciertos y decía ‘¿Por qué ahora estoy solo, esto merece diez schops con alguien y conversar y hablar de de lo que sentimos?’. Son experiencias que uno nunca más va a olvidar. Cuando yo escuché por primera vez a la Filarmónica de Viena fue en Nueva York, fue con Herbert von Karajan, fue su último concierto, y me pasaron tantas cosas en ese concierto. Después de muchos años entendí que fue un concierto muy especial, me lo dijeron de la misma filarmónica, que sabían que era el último, y que a ellos nunca se les iba a olvidar tampoco. Cuando uno asiste a estos momentos que son parte de la historia de la interpretación, es algo que a uno lo marca, uno queda con ese sonido, y las ganas de estudiar se multiplican. Es muy importante para los chicos, sobre todo los que están con orquestas juveniles, que sientan que hay un paso siguiente, que no se abrumen pensando ‘¿Y ahora cómo paso a las orquestas profesionales?. Ése va a ser mi próximo proyecto, es hacer que entre las orquestas juveniles y las orquestas regionales haya un posible paso, En eso estoy trabajando ahora».

De los planes con la OCV y la sorpresa audiovisual que ofrecerán en su concierto del 29 de mayo, así como de la exitosa Pasantía Basel que organiza, conversa el director chileno.
Christian Lorca, Eduardo Browne Salinas y Leonardo Carvajal hicieron la Pasantía Basel con Rodolfo Fischer en 2017. Entre otras experiencias, conocieron a toda la Filarmónica de Berlín y su entonces titular, Simon Rattle, los invitó a un ensayo de Tosca, en Baden-Baden. En la foto, aparecen con Sebastián Camaño, quien se unió al grupo.

¿Sigue trabajando con la FOJI en proyectos de formación?

«Sí, este año ha sido menos, porque es un año complicado para ellos, se están cambiando a los estudios de Televisión Nacional, entonces mucha de la energía entre eso y la pandemia. Pero estamos empezando a trabajar con instructores porque creo que ahí están nuestros futuros directores. Las personas que hicieron toda la carrera, que llegaron a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y que a los 23 años se encuentran preguntándose ‘¿Y ahora qué hago?’. Por el hecho de ser un formador de estos de estos chicos y al mismo tiempo tener una noción de los que es ser un director, quizás pueda encontrar una veta ahí para los futuros directores regionales. En eso estamos trabajando con FOJI. Encontré mi veta en la formación».

Por Romina de la Sotta Donoso | 21-05-2021

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