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Música

Ninoska Medel: el debut profesional de una directora del siglo XXI

agosto 25, 2021

Tiene 29 años y debutará con la Sinfónica de Antofagasta con un programa con acento femenino que incluye un estreno de Valeria Valle y el rescate de Ethel Smyth. Conozca a la prometedora directora chilena que fundó la Orquesta de Mujeres de Chile. "Ojalá en 50 años más podamos reunirnos y que ya haya cambiado todo. Que esto sea un recuerdo de una lucha que fue necesaria", dice.

Ninoska Medel: el debut profesional de una directora del siglo XXI

Es una de las batutas más prometedoras de nuestro país y, además, ha ejercido un rol articulador que, por decir lo menos, es inusual entre los directores de orquesta. Ninoska Medel (1992) fundó hace tres años la Orquesta de Mujeres de Chile y, con ella, ha tejido una sorprende red de colaboración entre instrumentistas, coristas, directoras, compositoras y técnicas en sonido.

Esa vocación de gestora ya se había hecho masivamente visible cuando era estudiante de Teoría de la Música en la Universidad de Chile: tenía 19 años y convocó a cientos de jóvenes para sumarse a las demandas por una mejor educación interpretando al aire libre el mayor himno de Los Prisioneros.

Ahora, a los 29 años de edad, Ninoska Medel debutará con una orquesta profesional. Será el viernes 27 de agosto, con la Orquesta Sinfónica de Antofagasta y con un programa de marcado acento femenino. La ocasión está llena de simbolismos: con esa misma orquesta debutó quien fue su primer director, Víctor Hugo Toro, quien hoy es uno de los conductores más reconocidos en la región y está cerrando exitosos diez años como titular de la Sinfónica de Campinas. Ninoska Medel lo conoció cuando fue una de los 30 niños seleccionados para la primera orquesta infanto-juvenil de su comuna, Pudahuel. Entonces, ella tenía 11 años y tuvo por primera vez acceso a un violín.

Vuelva a ver el concierto con la Sinfónica de Antofagasta aquí.

Radio Beethoven conversó con esta directora chilena sobre su debut, el rol que le asigna a la música y su compromiso con la sociedad.

«El programa del viernes 27 está plagado de mujeres, realmente. Se van a estrenar obras de dos compositoras; la primera es Sal de Sales, que compuso Valeria Valle para esta ocasión, dedicada a la Orquesta Sinfónica de Antofagasta y a mí, en la cual retrata la región y extrae motivos musicales de lugares como el Pueblo del Salar del Grande y la Perla del Norte, y también como una manera de agradecimiento a la orquesta por estar dándole oportunidades a músicos jóvenes y a directores jóvenes. Es histórico esto», comenta Ninoska Medel.

En la jornada también debutará la joven pianista Melissa Rosales Araya, de 20 años de edad, ganadora del Primer Concurso Regional de Jóvenes Talentos de Antofagasta, en el Concierto N° 21 de Wolfgang Amadeus Mozart. La transmisión se realizará a las 20:00 horas, en el canal de YouTube de la Corporación Cultural de Antofagasta. Ver más en Agenda.

«Y finalizamos este concierto con la Serenata en Re de Ethel Smyth, compositora inglesa, partícipe del movimiento sufragista, una tremenda mujer que se codeaba con los compositores de la época. Ella estudió con los mejores maestros, se nota mucho en su manera de componer, no hay nada que envidiarle a ningún compositor contemporáneo. Es increíble porque se toca muy poco. Entonces no puede ser esa cuestión. No puede ser», exclama.

«Será una noche con mucho poder femenino presente», dice Ninoska Medel. En la foto, durante su primer ensayo con la Orquesta Sinfónica de Antofagasta.

«El concierto va a ser con transmisión por streaming y con aforo reducido, así que volvemos a la presencialidad, al fin. Va a ser hermoso, va a ser muy mágica esta situación. Dos chicas debutando, con estreno de obras, con la compositora Valeria Valle y también con la presencia, de alguna manera, de Ethel Smyth, lo que va a ser mágico por todo nuestro acontecer nacional y político, por el movimiento feminista, y por propia su música, que es tan rica, tan llena de detalles y de efectos. Va a ser muy bonito este concierto, será una noche con mucho poder femenino presente», asegura Medel.

¿La orquesta también tendrá formato reducido o no?

«¡Es la orquesta completa! La Orquesta Sinfónica de Antofagasta este semestre está estrenando sus paneles separadores de los bronces y tienen escenario como para mantener una distancia considerable y pertinente a la contingencia sanitaria. La obra de Valeria Valle, de hecho, es para orquesta completa, del programa es la obra de orquestación más grande. Porque Ethel Smyth no incluye, por ejemplo, bronces completos ni percusiones; tiene tres cornos, dos trompetas y timbales. Pero vamos a partir el concierto con la orquesta completa».

Usted ya lleva un buen tiempo trabajando con orquestas. ¿Le emociona debutar con una orquesta profesional?

«Por supuesto. Es algo con lo que yo he soñado desde adolescente. Para mí, que vengo trabajando con orquestas infantiles y juveniles desde 2015, esto de verdad que es un sueño, un tremendo regalo, y estoy súper agradecida. Nerviosa también, pero muy feliz por esta instancia. Para los directores jóvenes tener horas de vuelo en el podio con orquesta, tener práctica, es oro. Es muy valioso, y de verdad estoy muy feliz y agradecida con esta oportunidad con la Orquesta Sinfónica de Antofagasta. Hay un dato curioso, hace poco Víctor Hugo Toro hizo una publicación en sus redes sociales por sus 20 años de carrera, todos lo felicitamos. Y él debutó hace 20 años con orquesta profesional justamente con la Sinfónica de Antofagasta. Pero además Víctor Hugo Toro fue mi primer director en la Orquesta Infantil de Pudahuel, que es donde yo empecé a tocar violín. Le conté esta situación y estaba muy feliz, me dio todo su apoyo. Entonces estoy muy contenta por esta coincidencia, de que justo 20 años después una ex alumna de este maestro también va a debutar con la Sinfónica de Antofagasta. Y hay una coincidencia más: en la orquesta de Pudahuel mi primera profesora de violín venía de Antofagasta, Denisse Rojas, que estaba estudiando en ese momento en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y nos hacía clases a varios ahí en Pudahuel. Entonces para mí es bonito ir a hacer mi debut con la orquesta de la región de mi primera profesora de instrumento».

El viernes 27, la Sinfónica de Antofagasta actuará en su formación completa. En la imagen de ensayo se puede distinguir los paneles que aseguran un estricto protocolo sanitario.

Cuando empieza a formarse como música, ¿sus primeras clases son en esa orquesta infantil de Pudahuel? ¿Cómo llegó a la música clásica? ¿Cómo era su entorno familiar, había más músicos o se escuchaba música clásica?

«No, para nada. A mi familia le gustaba la música de la radio, música popular. Sí me contaron que mi bisabuela tocaba guitarra en el campo, y a mí me gustaba mucho la guitarra, como a todos los niños chilenos. A los 11 años llega este proyecto de orquesta infanto-juvenil a Pudahuel, y recuerdo que les pidieron a los profesores de música que seleccionaran niños para ir a audicionar. Ahí yo audicioné y elegí el violín porque lo encontraba más cómodo», ríe. «Pero me gustó mucho, me entretuve. Yo nunca había tenido clase individual de instrumento, y también tuve clases de teoría musical, de violín, ensayo de orquesta. Recuerdo el primer ensayo, recuerdo estar maravillada y volver a la casa contándole a mi mamá. ‘Mamá, tienes que escuchar cómo suenan muchos violines! ¡Y los chelos!», le dije. Y tocábamos cuerdas al aire, pero para mí era maravilloso juntar tanto sonido, y de verdad que me marcó. Ése fue mi acercamiento a la música docta. Y tal vez un CD que compraron en mi casa del Efecto Mozart para mi hermana menor, pero parece que me hizo efecto a mí, me quedó gustando mucho».

Entonces, Víctor Hugo Toro era el director de esa orquesta infanto-juvenil de Pudahuel, y usted se forma como violinista en esa instancia. ¿Pero entró después a un conservatorio?

«Víctor Hugo Toro fue el fundador y el director de la Orquesta Infantil de Pudahuel el año 2003, y estuvo hasta el 2005, me parece, que es cuando se fue a São Paulo. Recuerdo que una vez nos sacó a dirigir a los niños. Me sacó a mí y yo, claro, di la entrada y me paró y me dijo ‘Oh, muy bien’, y yo me asusté, pensaba ‘qué le pasa’, y me dijo ‘¿Quieres ser directora?’. ‘No’, le dije, ‘no, qué fome’, porque no sonaba. Yo prefería tocar». ríe. «Más adelante a los 15, 16 años, asistí a seminarios de dirección, iba como niña, a mirar, llevaban también a directores en formación a la orquesta, y ahí me empezó a picar el bichito y pregunté ‘Oye, ¿y hay directoras?’. Me decían que no. O sea, que a nivel profesional, había muy pocas. Y me nombraron a Ligia Amado. Yo no lo pude creer. Cómo va a ser así, cómo es posible esta cuestión de que no haya directoras. No me lo había cuestionado hasta que fui a esos cursos y vi que había por 20 varones y dos directoras, y me llamó la atención. Eso para mí fue extraño. Nunca me cuestioné tener un director hombre, pero cuando vi que había cursos, que había gente dirigiendo, que había más orquestas, y no ver más directoras y que me nombraran a una sola profesional, yo me enojé», ríe.

«Me molestó mucho la situación, y empecé a averiguar qué hay que hacer para ser directora. Ahí, claro, me dijeron que es una carrera muy compleja, que era todo un desafío intelectual, artístico, social, por qué no decirlo, y tan difícil y tan inalcanzable, tan inasequible para la gente normal, que dije que lo iba a hacer. Ahí partió todo. Fue un poco un arrebato porque te dicen que no. Fue lo que más motivó, la dificultad de esto, una carrera tan clasista, eurocentrista, racista, misógina, por qué no decirlo, homofóbica, tan extraña, tan compleja también. Y tanto que estudiar, tanto desafío. Me encantó. Dije, ya voy a hacerlo», ríe.

¿Entonces entra a los cursos de dirección de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile?

«Exacto, porque la carrera de dirección no existe en Chile. Empecé a formarme, averigüé. No tenía recursos para entrar a los ciclos básicos de violín, y no quería estudiar composición porque lo respeto mucho y porque yo quería prepararme técnicamente, aprender lo más posible para comenzar a dirigir. Entonces está Teoría, que fue el camino que hizo Víctor Hugo Toro, y ahí, ¡a moverme! Seminarios, todo lo que pude, con Eduardo Browne, perseguí a David del Pino, que fue el maestro de Víctor Hugo Toro, lo perseguí dos años hasta que me tomó la prueba y me aceptó en su cátedra, pero me costó mucho. Mi formación fuerte fue con el maestro David del Pino, porque cuando ya había entrado a Teoría, ya tenía 18 años, y le dije a Víctor Hugo Toro que quería ser directora, y él lo primero que me dijo fue ya, anda con David del Pino y ponte a estudiar, ponte a tocar piano, y a estudiar mucho. Y le hice caso».

Víctor Hugo Toro es el primer director orquestal completamente formado en nuestro país, gracias a la lucha que dio el maestro David del Pino para instalar los cursos de dirección en la Universidad de Chile.

«Tuve la suerte de nacer en Santiago, capital de un país, porque de haber sido de región, cuánto más difícil es. Acá yo tuve acceso a perseguir a David del Pino o a Nicolas Rauss, a buscar los cursos con Rodolfo Fischer, a perseguir también a Helmuth Reichel cuando venía a Chile, para que me hiciera un par de clases, que me viera, y así, siempre. Uno tiene que insistir y no rendirse, de verdad que esta carrera no es para ti si no tienes esa insistencia, hay que tenerla y trabajar duro. Una vez en el posgrado tuve una clase con Alejandra Urrutia, es la única directora que me ha hecho clases. Gracias al fenómeno de redes sociales, me empezaron a ubicar directoras en Latinoamérica, hasta que terminé conociendo y trabajando con Ligia Amado en los simposios internacionales de directoras de orquesta, coro y banda que ella organiza. Y así, me han recomendado harto y llegué, por ejemplo, a dirigir el musical El fantasma de la ópera en La Habana, en 2019. La visibilización de redes sociales ha ayudado mucho, y no sólo para las directoras, sino en todo orden de cosas, por ejemplo, las causas sociales y políticas», asegura Ninoska Medel.

En paralelo a estudiar con Nicolas Rauss, en el magíster en dirección de la Universidad de Chile, también lo hizo con Rodolfo Fischer. De hecho, el año pasado, en un seminario que él hizo con directores en Santiago, de los 33 participantes, ocho eran mujeres. La cifra evidenciaba una realidad que se ha venido consolidando en los últimos años, cada vez hay más batutas femeninas. Mencionemos algunos nombres: Ximena García, que dirige la Sinfónica Juvenil de Tarapacá, y ha sido conductora invitada también por la Sinfónica de Antofagasta; Alejandra Rivas, directora de la Sinfónica Juvenil de La Araucanía y de la Estudiantil de Purén, y Alejandra Urrutia, quien fue titular de la Orquesta de Cámara de Chile.

En los últimos años, Ninoska Medel fue asistente de la Orquesta de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y dirigió la Sinfónica Juvenil de Aysén. Pero además fundó, en 2018, un conjunto que es archifamoso en redes sociales: la Orquesta de Mujeres de Chile.

«La Orquesta y Coro de Mujeres de Chile nace con la ola feminista universitaria. Tenía muchas ganas, hace hartos años, de hacer algo así, simbólico, de protesta. Pero agarró mucho vuelo, las chicas son muy motivadas, y hacía mucha falta, es necesario todavía. Ojalá en 50 años más podamos querer reunirnos en forma simbólica para recordar que nos mataban, que no ganábamos los concursos, que nunca tocábamos compositoras, y que en ese momento ya haya cambiado todo. Ojalá eso suceda y esto sea un recuerdo de una lucha que fue necesaria, a eso apunta. Este elenco agarró mucho vuelo», comenta Ninoska Medel.

«Ojalá en 50 años más, la Orquesta y Coro de Mujeres de Chile sea un recuerdo de una lucha que fue necesaria», dice Ninoska Medel.

Además de invitar a solistas y compositoras, abordan música con temática de género y trabajan con ingenieras en sonido. Así, generan un sistema que representa experiencia para todas, es decir, instrumentistas, coristas, técnicas y gestoras involucradas. «¿Dónde más va a tener, por ejemplo, práctica de orquesta la ingeniera en sonido? Es muy motivante y es gratificante que ahora ya sea un proyecto a largo plazo. Además, es una instancia formativa, puede ser una plataforma para directoras en formación y para compositoras. ¿Cuándo van a llegar donde una estudiante de composición y pedirle que haga una obra para orquesta y coro? Es una tremenda experiencia, y es lo que queremos con la Orquesta y Coro de Mujeres», explica Ninoska Medel.

¿La participación es voluntaria? ¿Cuántos conciertos han hecho?

«En 2018 hicimos dos, en 2019 me parece que cuatro. En 2020 hicimos uno en el Segundo Encuentro Plurinacional de la Usach, y este año hicimos otro concierto presencial en Cerro Navia; unimos a pobladoras de La Bandera en el coro. Hemos hecho hartas actividades en formato virtual, ciclos de charlas y entrevistas y también estrenamos una obra con la Orquesta Femenina de Bolivia, el año pasado».

¿Cómo fue esa experiencia con sus pares de Bolivia?

«¡Fue tan natural que nos reuniéramos! Somos orquestas latinoamericanas de mujeres con objetivos similares, pero con algunas diferencia. Por ejemplo, nuestra orquesta tiene que ver con la política contingente, pero ellas no partieron por eso, sino que por la música misma, sin la bandera de la lucha feminista. Nosotras tenemos un trasfondo político social. Concretamos juntas un trabajo que era una fusión entre la canción De regreso, de Matilde Casazola, y Gracias a la vida, de Violeta Parra. Fue un arreglo orquestal que hizo la compositora boliviana Patricia Bedregal, y se llama De regreso agradezco a la vida. Y después nos juntamos con la Orquesta de Mujeres de Rio de Janeiro. Fue muy bonito lo que se logró en la pandemia».

Las músicas chilenas y bolivianas trabajaron en forma remota para este proyecto que fusionó las canciones De regreso y Gracias a la vida.

Revise el registro de la obra De regreso agradezco a la vida aquí.

Después de la Orquesta y Coro de Mujeres de Chile, Ninoska Medel dio origen a la Fundación Orquesta de Mujeres de Chile, en 2019, y al Colectivo de Directoras Chilenas, en 2020. Las tres entidades son muy activas.

¿Qué objetivos tiene, en cambio, la Fundación de Orquestas de Mujeres de Chile?

«Es para potenciar la Orquesta de Mujeres de Chile, y también para potenciar actividades a nivel regional, ojalá que se termine formando una orquesta de cámara en el norte y otra en el sur, postular a proyectos, abrirnos, por ejemplo, a donaciones para poder armar más elencos, quién sabe, que hubiera una orquesta de cámara profesional de mujeres, y hacer formación. Ahora estamos con el proyecto Creciendo Juntas, que es un Fondart, y lo postulamos como fundación. Eso incluye clases de canto para las chicas del coro, y de lectura musical también, porque el coro recibe a profesionales, estudiantes y mujeres que quieren cantar con nosotras. En el caso de la orquesta es distinto, tiene que ser gente que ya haya tocado, o que esté estudiando un instrumento, y tienen clases de análisis, grabación».

¿Este proyecto está en ejecución?

«Sí. Este proyecto finaliza con la grabación de cuatro obras hechas por las compositoras chilenas Katherine Bachmann, María Carolina López, Amalia Garay y Jocelyn González. Lo vamos a hacer en modalidad mixta si el coro y la orquesta se pueden juntar; si no, vamos a grabar individualmente. Se empieza a grabar en marzo del próximo año. Y se viene ahora otro proyecto con el Colectivo Resonancia Femenina, que es de formación para directoras, compositoras e ingenieras en sonido. Las directoras van a tener clases con Natalia Salinas, Ligia Amado y conmigo, las ingenieras en sonido van a tener clases con profesoras de la cátedra de sonido de la Universidad de Chile y de otras instituciones, y lo mismo las compositoras. Las obras que ellas compongan las van a grabar las ingenieras en sonido del curso y las van a dirigir las directoras. Va a ser todo un trabajo en conjunto, en que se potencian los elencos y a la vez es una instancia formativa. Todos estos proyectos de mujeres están pensados en entregar herramientas a otras mujeres. Es curioso. Es inevitable. Por ahí va la Fundación de Orquestas de Mujeres de Chile». 

¿Y qué hace el Colectivo de Directoras Chilenas?

«Nació por el 3er simposio Internacional de Mujeres Directoras, que fueron cuatro días con conferencias, en septiembre del año pasado. Ligia Amado me contacta y me da la misión de encargarme de mi país, yo por supuesto que acepté, y ahí empecé a juntar a todas las directoras que quisieran hacer una ponencia. Hicimos el panel Chile por el que todavía nos llegan felicitaciones porque fue muy completo y preciso, fue prácticamente un resumen a nivel nacional. Participaron muchas directoras. Con esto obviamente dan ganas de seguir trabajando, así que había que unir fuerzas y juntarnos todas. Tenemos ideas, por ejemplo, sacar personalidad jurídica para hacer proyectos formativos para ayudar a las más jóvenes, potenciarlas y que hagan quizás todo lo que nosotras no pudimos hacer. Que tengan esas oportunidades, esas herramientas. Estamos pensando en hacer pasantías en distintas orquestas. ¿Dónde se ha visto eso, que directoras se organicen para potenciar los talentos juveniles? Nosotras lo queremos hacer a nivel de coro, de orquesta y de banda. Abrimos el llamado y tenemos muchas ideas. Imagínate son puras directoras trabajando, son como un relojito».

¿Cómo ve su futuro como directora en el mediano plazo? Se lo pregunto porque se está haciendo cargo de activar comunidades y vínculos, de generar proyectos de formación, está haciendo bastante gestión. Por su edad, uno podría pensar que usted quiere seguir estudiando dirección, especializarse. ¿Cómo piensa equilibrar ambas cosas? ¿No quiere seguir formándose?

«Por supuesto, yo tengo muchas ganas de destacarme la verdad. Quiero hacer el bachelor, y estoy en conversaciones con un maestro en Europa, voy a ver si resulta. Postularé, y si no resulta, da lo mismo. Yo creo que si se cierra una puerta se abre una ventana y ya en uno o dos años más, si no logro estar haciendo estudios formales, quiero lanzarme a concursos. Y quiero continuar buscando práctica, porque los cursos y los magíster no son horas de vuelo. La realidad es la orquesta y, viendo el vaso medio lleno, en Chile está la posibilidad de tener horas de vuelo, tenemos a la FOJI, tenemos orquestas municipales, en colegios y regionales. Las orquestas regionales tienen que ser una cuna de buenos directores y directoras a nivel nacional. Yo vengo de ahí. Entonces, tengo muchas ganas de continuar estudios, voy a hacer todo lo posible, con lo que cuesta ganar becas, pero si no, voy a concursar y espero hacer una linda carrera, lo mejor posible, dejar la vara bien alta. Pero quiero hacerlo por las que vienen, para que vean que se puede. Y si bien va a costar hacer la gestión y el estudio al mismo tiempo, bueno, la juventud hay que aprovecharla. Yo partí así, estudiando mi licenciatura y a la vez con Del Pino, y cuando el 2015 empecé a trabajar me fui a Coyhaique mientras hacía mi licenciatura, venía una vez al mes a dar pruebas, y vivía en Coyhaique, donde hacía clases de violín, viola, chelo, contrabajo y dirigía dos orquestas. Yo partí así a los 23. Fue un precedente, así que voy a continuar, lo que me dé. Espero cuidarme, ser consciente de mi salud mental y física y todo eso».

«Hay que ser arte y parte», dice Ninoska Medel. «Tengo que hacer algo por Chile», agrega.

He seguido su carrera, y puedo decir que la he visto muy activa en temas de género y en las demandas de la nueva ola feminista, bien vinculada a la realidad social, histórica y política de nuestro país, activa al punto de ser candidata a concejal. Y me parece que ese énfasis en la gestión que vemos en usted obedece a esas motivaciones. ¿Se siente llamada a hacer una labor en la gestión vinculada al rol de la mujer en la música y también se siente llamada como ciudadana en este momento histórico?

«No sé de quién es la frase, pero se trata de ser arte y parte. Es importantísimo, porque uno como artista genera cierta visibilidad. Yo no soy Denise Rosenthal, pero genero cierta visibilidad en mi ambiente. Trabajé como profesora asistente en la Facultad de Artes, o sea, formando a jóvenes, preparándolos para tocar en orquesta, y también con niños. Es inevitable que uno genere conciencia de todo lo que hay detrás de un niño o niña que aprende un instrumento, como persona. Es inevitable que esto se vuelva algo político social, y de ahí saltan muchos temas, desde el feminismo, y un montón de cosas que yo nunca pude hacer vista gorda. Cuando me dijeron que había poca directoras, pero me nombraron a Ligia Amado, vi que había una luz al final de este túnel. Creo que es inevitable generar empatía y conciencia, y tener esas ganas y la ambición de hacer algo al respecto. Esta es una mochila que nadie quiere, que nos dijeron que no tomáramos, la de decir ‘soy directora, soy mujer, dónde están las demás, vamos, hay que hacer algo, no puede ser. No están tocando compositoras, no hay directoras invitadas, qué pasa, son fondos públicos’. A mí se me dijo hartas veces en mi formación ‘mira, dirige tan bien que nadie se cuestione siquiera que eres mujer’. Poco menos que me dijeron ‘trabaja bien, trabaja callada y haz lo tuyo’. Y yo me imagino que eso le han dicho a todas. Entonces esto era una mochila que nadie quería. ¿Quién iba a querer ‘llorar’ por esto públicamente?. Nadie. Cuando Ligia Amado arma el primer simposio, es porque tuvo un momento de reflexión que coincidió con un tiempo que no estuvo de titular, en 2016. En esos momentos a solas para pensar, le llega el balde de agua en la cara. Entonces hace este primer simposio, y después el otro y así. ¡Cómo no ser parte de esto! De verdad, había que hacerlo. Para mí, la ola feminista universitaria fue la señal que necesitaba para meterme en este tema del género propiamente tal. Pero, ¿el estallido, y todo lo que ha pasado después? Yo vivo en San Ramón, o sea yo me hice parte de esta lucha privilegiada de las mujeres privilegiadas que hemos tenido el privilegio de aprender a leer música, tocar un instrumento, pararnos en un podio a dirigir una orquesta profesional en un teatro, en fin, música académica. Mis vecinas están luchando para que sus hijos no caigan en la droga. A mí me chocó mucho esa realidad, había que hacer algo al respecto. Por eso no lo pensé dos veces después del plebiscito, y me puse a disposición para lo que me necesitaran en San Ramón, que había que hacer todo lo posible para sacar las redes narco del municipio. Teníamos que llenar las listas de los cupos de concejales, por ejemplo, y llamar a la gente a votar, para que esto no siguiera pasando. La gente que ya está en el medio musical no hace estas cosas porque desvía un poco la energía y cómo te ve la gente, pero no puedo decir que no, mis vecinas están peleando para que sus hijos no caigan en la droga. Y yo estoy peleando para que las directoras tengamos más visibilidad. No pude hacer vista gorda».

¿Por eso fue candidata a concejal?

«Claro, y en caso de haber sido electa yo lo hubiese aceptado feliz, lo que hubiese pasado en la carrera ya no importa, son cosas más grandes que uno, más grandes que mi propia carrera artística. Hay cosas que uno tiene que hacer nomás. Yo me considero patriota, pero de las de verdad, no de los que odian a los inmigrantes. Tengo que hacer algo por Chile, por la región latinoamericana. Lamentablemente el juego es así, nosotros no nos metemos en la política y eso está muy mal. Los actores ya se meten en política, ya están ahí, y los músicos no. Ahora lo intentaron, lo intentó Pablo Carrasco, y lo intentó Alejandra Rivas en la Constituyente, pero, ¿dónde están los demás? Estamos todos tranquilos peleando por los Fondart, cada uno en lo suyo, pensando en becas, en irse, y está bien».

Quizás por edad le tocó una época en que el compromiso político y social de los músicos clásicos no es tan visible. Pero durante muchas generaciones no fue así. Muchísimos tenían opinión política, y la expresaban. Incluso el más grande de todos, Claudio Arrau.

«Claro, es que hay que responder a la historia. Me tocó esta generación, que igual la peleó. En 2011, yo estaba en la universidad. De hecho, se cumplen 10 años desde la primera orquesta que saqué a la calle, que fue gente de la facultad, y que también armé un coro con estudiantes de colegios, y gente de otras carreras para hacer El baile de los que sobran con orquesta y coro. Porque hay que unirnos, podemos hacer cosas grandes. Yo siempre pienso en grande; si yo fuera compositora estoy segura de que casi no tendría obras para piano y violín, cuarteto, no, vamos a lo grande».

Recuerdo ese Baile de los que sobran, fue en las movilizaciones estudiantiles de 2011.

«Sí. Y no fue sólo un flashmob, había que hacerle clases a la gente. Yo hice clases de educación de la voz, y le pedí ayuda a algunos cantantes de la facultad para hacerles clases a la gente. Hice el arreglo y los llevé a todos a tocar frente a La Moneda, fue en julio de 2011″.

Captura de pantalla de El baile de los que sobran, de julio de 2011, en la plataforma El Quinto Poder.

Vea el registro de esa acción de mediados del año 2011, en la calle, aquí.

Usted está en campaña por conseguir asilo político para la Orquesta Femenina Afgana Zohra. ¿Qué la motiva?

«El inminente peligro de muerte que corren todas las integrantes de esa orquesta, al ser una agrupación de mujeres que hace música, lo cual está prohibido. Eso es tabú, eso no gusta al islamismo extremo, a los talibanes. Estas chicas se hicieron conocidas hace un par de años, han hecho giras, parte de su arte es el activismo y están en serio peligro. Queremos que no las maten, en otras palabras. Ése es el llamado que estamos haciendo a través de la Fundación Orquestas de Mujeres de Chile, con el apoyo de mis compañeras».

Por Romina de la Sotta Donoso | 24-08-2021.

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