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La incansable labor artística de Magdalena Rosas en la Patagonia

enero 20, 2022

Apasionada de la educación musical y de la gestión cultural, la multifacética amiga de Radio Beethoven habla de sus proyectos y recuerda la figura de su padre, el maestro Fernando Rosas.

La incansable labor artística de Magdalena Rosas en la Patagonia

Magdalena Rosas acaba de terminar una intensa gira de 13 días que incluyó 12 conciertos en 9 comunas de la Región de Aysén, donde vive desde hace 34 años. Se trata del Festival Internacional de Violonchelos Patagonia Chelo Fest, del que es directora ejecutiva, y que lidera junto al maestro brasileño Matías de Oliveira Pinto. Habla de esta iniciativa con la pasión de una mujer enamorada no solo del instrumento de cuerdas, sino de lograr que la cultura sea una experiencia cotidiana, constante y fructífera.

Esa fortaleza recuerda a su padre, el maestro Fernando Rosas (1931-2007), figura clave del arte chileno. Premio Nacional de Música 2006, Rosas fundó en 1976 la Agrupación Beethoven -luego Fundación Beethoven- junto a Adolfo Flores. A su alero vio la luz Radio Beethoven en 1981, a la que su hija sigue siempre conectada tanto como auditora como en su calidad de miembro del Club de Amigos. “La radio nació en nuestra casa, era algo que nos involucraba a todos, y hasta hoy la radio es nuestra radio, desde la familia. Por eso, cuando se cerró, por ese tiempo estuvimos muy presente, y cuando se abrió, es obvio que hay que hacerse amigo, ¿o no?”, dice Magdalena, y destaca también el hecho de que la emisora haya regresado junto a la Universidad Católica, donde su padre fue director del Departamento de Música, instancia en la que creó el Instituto de Música y la Orquesta de Cámara de la casa de estudios. “Su universidad siempre fue la Universidad Católica”, dice Magdalena, quien es Profesora de Estado en Educación Musical.

Fernando Rosas. Fuente: http://www.maestrofernandorosas.cl/

Desde que llegó a la Patagonia, se ha dedicado con fuerza a dos grandes temas que están muy relacionados: la educación y la gestión cultural. En el primer caso, fue parte de la creación de la Escuela de Música y Arte Integradas de Coyhaique, que hoy tiene 28 años y que ha significado para los y las jóvenes ayseninos tener la posibilidad de convertirse en músicos. Ejerce la docencia como profesora de violonchelo para niños y en la Universidad Austral. En estos y otros logros, la mirada de gestión siempre está presente, y la aprendió de su padre, quien no solo fue un gran músico, sino también un imparable motor del desarrollo de la cultura en el país. Su primer trabajo en el campo de la gestión cultural lo hizo con él cuando tenía alrededor de 20 años; se trataba de un ciclo de conciertos educativos con la Municipalidad de Providencia, la Orquesta de Cámara, que en ese entonces era la Orquesta Pro Música, y el Ballet Folklórico Nacional, Bafona. “Me estaba titulando, y me pidió este proyecto de orquesta. Me dio fiebre de escribir, trabajé toda la noche, y se lo llevé. Lo miró, miró las hojas, me lo pasó y me dijo: ‘Así no se escribe un proyecto. Anote’. Me hizo la primera clase de gestión cultural”, recuerda Magdalena.

Magdalena Rosas junto a algunos estudiantes de chelo. Foto: Facebook Patagonia Chelo Fest.

Esa lección fue clave en su futuro. Ya instalada en el sur, se integró a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), hoy Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. Posteriormente, entre 2003 y 2008 fue directora regional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Realizó además un Master en Gestión Cultural en la Universidad de Barcelona, experiencia que le ayudó a sistematizar sus conocimientos y experiencias, las que hoy también ha puesto a disposición de la Asociación de Gestores Culturales de Chile, AdCultura, de la que es vicepresidenta. “Nos queda super claro que el tema del gestor cultural es clave, sobre todo en lo que significa la planificación y ejecución de proyectos culturales, la mirada del desarrollo cultural y de cómo se incorpora la cultura al desarrollo del país, no como evento, no como el ballet, el concierto, sino un concepto de desarrollo”, dice la profesional. Con esto último alude a temas tan relevantes como la situación del trabajador de la cultura, el desarrollo de las localidades aisladas, la igualdad de oportunidades, el diseño de proyectos y la evaluación de sus resultados. En representación de AdCultura, en diciembre pasado expuso ante la Comisión de Sistemas de Conocimientos, Cultura, Ciencia, Tecnología, Artes y Patrimonio de la Convención Constitucional.

“Nos queda super claro que el tema del gestor cultural es clave, sobre todo en lo que significa la planificación y ejecución de proyectos culturales, la mirada del desarrollo cultural y de cómo se incorpora la cultura al desarrollo del país, no como evento, no como el ballet, el concierto, sino un concepto de desarrollo”.

Magdalena Rosas.

Un piano, una sinfonía, un gran recuerdo

Cuando arribó a Coyhaique, Magdalena notó que no había ningún piano. Esa inquietud se la transmitió a su padre, quien de inmediato se abocó a levantar recursos. “Es gracias a él que tuvimos el primer piano en Coyhaique. Era muy solidario con lo que yo vivía acá también, estaba muy orgulloso”, dice su hija. Un hito clave en esta relación fue la presentación de la Novena Sinfonía de Beethoven en la catedral de la ciudad dirigida por el mismo Rosas en 1996, iniciativa en la que su hija tuvo un rol central. “¡Ciento cincuenta y cuatro músicos!” dice, resaltando cada una de las palabras. Solo algunos de ellos alojaron en hoteles; la vastísima mayoría durmió en las casas de los propios coyhaiquinos, pues el millón de pesos que otorgó el Gobierno Regional no alcanzaba para mucho. “El problema fue que alguien hizo una fiesta toda la noche, y hubo 30 personas que nunca llegaron a dormir a las casas donde habíamos pedido alojamiento, porque se quedaron en la fiesta. Durante mucho tiempo me encontraba con gente en la calle que me decía ‘Oye, yo iba a alojar a alguien de la Novena y no pude’. Fue una epopeya”, rememora, riendo. La catedral se repletó, asistieron incluso los reclusos, y hasta hoy Magdalena tiene colgada en su estudio la portada del diario del día siguiente. “Fue muy, muy emocionante”, recalca.

Portada de El Diario de Aysén testimoniando el histórico concierto dirigido por el maestro Rosas y producido por un equipo donde participó activamente su hija Magdalena. Haz click en la imagen para leer la cobertura completa. Fuente: http://www.maestrofernandorosas.cl/

En esta experiencia, además, tuvieron un rol los ayseninos. Gracias a una iniciativa gestada por el maestro Hugo Muñoz, histórico director del Coro de la Universidad Austral, agrupaciones corales de la región su unieron al equipo para interpretar el cuarto movimiento. “Yo no podía hablar, perdí la voz, quedé muda por tanta tensión, la producción fue tremenda. Lo hemos pasado bien acá”, reflexiona la gestora.  

Su deseo es que Aysén tenga un conservatorio, lo que aún está difícil. En efecto, hace pocos días atrás, en una parada del Patagonia Chelo Fest en Puerto Ibáñez, se les acercó un hombre de 60 años. Estaba llorando, “porque nunca había tenido la oportunidad de escuchar un concierto en vivo, y eso nos pasó en Villa O’Higgins, en Amengual, es decir, en lugares donde la gente va a turistear, la carretera austral”. De ahí que una de sus grandes preocupaciones actualmente sea la educación musical, ámbito en el que, según indica Magdalena, la Universidad de Aysén está involucrándose. La gestora señala que la educación musical es compleja y que, mientras antes comience, mejor. Pero en Aysén, y en general en regiones extremas, proveer eso es difícil, lo que frustra los sueños y el trabajo de los estudiantes. “Si el niño no encuentra el camino adecuado, no encuentra el camino a la música. La música mal hecha no funciona, no entusiasma, el niño no ve logros; lleva 10 años tocando y no entra al conservatorio porque no sabe tocar como hay que tocar. Esa es nuestra mayor preocupación: tener sistemas musicales que permitan la inserción de los niños a los niveles académicos nacionales por lo menos”.

“Si el niño no encuentra el camino adecuado, no encuentra el camino a la música. La música mal hecha no funciona, no entusiasma, el niño no ve logros; lleva 10 años tocando y no entra al conservatorio porque no sabe tocar como hay que tocar. Esa es nuestra mayor preocupación: tener sistemas musicales que permitan la inserción de los niños a los niveles académicos nacionales por lo menos”.

Magdalena Rosas.

Mientras se concentra en ese anhelo, le dedica el tiempo a sus otras pasiones. Está estudiando chelo, instrumento que la ha acompañado toda su vida, y además dedica muchas horas a escribir. Tiene a su haber un libro sobre don Lautaro Rosas, su abuelo, y dos libros infantiles, entre los que destaca Pelusa ha muerto, de Ñire Negro Ediciones, sobre la pérdida. Ahora está trabajando en una novela llamada La Gallega. ¿Cuántas horas tiene el día de Magdalena? “Siempre hay tiempo, en la Patagonia los inviernos son largos”, dice.

Por Marisol Silva.

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