Javier Farías: los nuevos y grandes proyectos del compositor y guitarrista
julio 26, 2022
Además de reactivar al Ensamble de Guitarras de Chile, que ofrecerá un concierto con el célebre David Tanenbaum en la Universidad Andrés Bello, el artista chileno sigue comprometido con generar nuevo repertorio.
Javier Farías Caballero (1973) es uno de los compositores chilenos más programados en el mundo. Antes de la pandemia, en el año 2019, por ejemplo, 15 obras suyas fueron interpretadas en Chile y 50 en otras partes del mundo.
Ganador del primer premio en los concursos de composición «Michele Pittaluga», «Andrés Segovia» y «2 de agosto», está radicado hace exactamente diez años en Washington DC, su producción es extensa y apreciada. Con un catálogo que supera las 80 obras, desde piezas para guitarra sola hasta orquestales, hay dos emblemáticas. Una es la Sonata para guitarra, con la que ganó el concurso Michelle Pittaluga. «La considero como mi obra para guitarra mejor lograda. La hice hace quince años y todavía no logro superarme», reconoce Javier Farías. Otra emblemática es Arauco, por fuerte, principal y poderosa, que dio a conocer con el influyente Ensamble de Guitarras de Chile, que él fundó en 2006.
Javier Farías se caracteriza por lograr diseñar y concretar proyectos enormes, que involucran a distintas instituciones culturales y a grandes figuras de la música. En 2014, por ejemplo, emprendió un homenaje a los seis Nobel de Literatura latinoamericanos escribiendo 15 obras que fueron estrenadas por estrellas como Eliot Fisk y Andy Summers, en América Latina y Estados Unidos. El proyecto “Seis miradas por Latinoamérica” contó también con figuras como Roberto Limón, Ricardo Cobo, Sergio y Odair Assad, Ben Verdery, Ricardo Cobo, David Tanenbaum, Mike Stern, el Cuarteto Latinoamericano, la Orquesta de las Américas, además de los guitarristas chilenos Carlos Pérez, Luis Orlandini y Romilio Orellana.
Hoy, el artista chileno está embarcado en un nuevo proyecto monumental: A Long Walk, una serie de composiciones principalmente corales, que está creando a partir de relatos de inmigrantes que han ingresado a Estados Unidos.
En paralelo, ha vuelto a reactivar al Ensamble de Guitarras de Chile, y por eso está de visita en nuestro país. Con apoyo de la embajada de Estados Unidos en Chile, invitó al célebre guitarrista David Tanenbaum para que dirija y actúe junto al conjunto chileno en un concierto dedicado por completo a la creación estadounidense actual. La actividad se realizará el jueves 28 de julio, en el Campus Casona Las Condes de la Universidad Andrés Bello.
Sobre este concierto y sobre sus proyectos, así como de sus concepciones musicales, habla con Radio Beethoven Javier Farías.
«Este mes se cumplen diez años desde que me fui a Estados Unidos, estoy en el área de Washington DC», comenta.
¿Ha sido complejo para usted mantener un estrecho vínculo con Chile, al residir en Estados Unidos?
«Primero que nada, vengo cada año a Chile, o sea, afectivamente siempre sigo muy vinculado. En el plano profesional igual he seguido desarrollando proyectos y me han invitado a proyectos acá. Los primeros tres, cuatro años desde que me fui a Estados Unidos, el Ensamble de Guitarras de Chile, que formé, igual siguió funcionando. Hicimos grabaciones, estrenamos bastante música y eso me permitió estar vinculado con la escena de la guitarra acá en Chile. En mi horizonte siempre está la idea de volver algún día a Chile y yo creo que una forma de mantener ese puente es seguir haciendo proyectos con colegas chilenos. Claro, el medio guitarrístico chileno es muy potente, y en general siempre ha habido interés en mi trabajo, entonces eso también me permite seguir vinculado fuertemente en lo laboral o artístico».
Hablemos del proyecto con el Ensamble de Guitarras de Chile y David Tanenbaum. ¿Cómo nace esta iniciativa que finalmente se puede concretar ahora?
«El proyecto se se tuvo que posponer por la pandemia. David Tanenbaum es una figura de la música que yo obviamente ya conocía cuando estaba en Chile; recuerdo haber tenido algunos discos de él. En uno de esos discos que grabó con Naxos, él estaba dirigiendo el ensamble de guitarras del Conservatorio de San Francisco, donde él es el jefe del Departamento de guitarra clásica. Entonces yo ya había formado el Ensamble de Guitarras de Chile y me dije que David Tanembaum era alguien a quien me gustaría conocer para poder proyectar mi trabajo al extranjero en un futuro próximo. Y las cosas se dieron, me fui a Estados Unidos y una de las primeras personas que me contacté fue justamente él, y él fue muy entusiasta con mi música. Inmediatamente hablamos de hacer algo y ese algo se concretó el año 2016 cuando él estrenó una obra que me comisionó el Conservatorio de San Francisco, que se llama Nazcan y que se grabó también. A partir de ahí hemos seguido colaborando, de distintas formas, y surgió la posibilidad de que él viniera a Chile, gracias al consulado de los Estados Unidos en Chile, que está financiando su venida. Tenerlo acá en Chile para mí es un privilegio porque va a poder trabajar con el ensamble, él va a dirigir un repertorio que es muy, pero muy inusual. Primero que todo, son todas obras de compositores estadounidenses, y hay tres obras que tres compositores escribieron especialmente para nosotros, por lo tanto va a haber tres estrenos mundiales. Además, vamos a tener a David dirigiendo un cuarteto de cuerdas que Philip Glass escribió en 1985 y que se hizo un arreglo para cuarteto de guitarras y queda muy lindo, y David también va a tocar dos piezas para guitarra sola: Soliloquy de Aaron Jay Kernis y Lamento del Panaca de Gabriela Lena Frank, que es una compositor fantástica. Ella es peruana estadounidense y es uno de los nombres más grandes que hay ahora en el campo de la composición. Aaron Jay Kernis es muy amigo de David Tanenbaum y tiene mucho prestigio, ha ganado un Pulitzer Price, y está muy metido en la escena de la música allá. Así que el repertorio es bien interesante, todo lo que se va a escuchar ese día en Chile es primicia absoluta. Y además va a haber tres estrenos mundiales, así que estamos bien entusiasmados con eso».
Los estrenos mundiales serán tres: We Live Together, We Die Alone (2019) de Garry Eister (1952), Slowly Winter Approaches (2017) de Ronald Pearl (1954) y Chestnuts (2020) de Andrew Earle Simpson (1967). Se sumará el cuarteto de cuerdas Mishima (1985) de Philip Glass (1937), en arreglo del Dublin Guitar Quartet y habrá también dos estrenos en Chile, a cargo de David Tanenbaum: Lamento del Panaca (2008) de Gabriela Lena Frank (1972) y Soliloquy (2016) de Aaron Jay Kernis (1960).
Así, se escucharán obras para guitarra sola y también para ensamble de ocho guitarras, además de un cuarteto.
Para el público es atractivo y sorprendente ver estas distintas conformaciones. ¿El ensamble de guitarras, como instrumento, cuáles son las posibilidades que otorga?
«Ésa es una pregunta interesante, porque el formato en sí, el ensamble de guitarras, es súper común en Estados Unidos; prácticamente todas las universidades donde hay un departamento de guitarra hay ensambles de guitarra. El problema que yo veo desde mi enfoque como compositor, es que en general se tocan adaptaciones, y al no ser obras originales no se consigue el potencial que el formato te permite. Es decir, son escrituras un poquito más sencillas. Acá, en cambio, con las tres obras que estos compositores nos escribieron, se logra otra cosa. En particular, sucede con Chestnuts de Andrew Simpson. Él es un compositor de mucho bagaje, que ha escrito mucha música orquestal, entonces la textura que escribe en esta obra es muy orquestal; la guitarra está tratada de una forma muy diferente, muy compleja, pero la verdad es que los resultados son realmente muy, pero muy atractivos. Estoy muy entusiasmado y además agradecido de poder contar con estos tres compositores que inmediatamente quisieron participar en esto. Ahora, cómo logré yo entusiasmarlos para ser parte de este proyecto? Bueno, fue gracias a que con el Ensamble de Guitarras de Chile grabamos un disco, que les hice llegar, ellos lo escucharon y dijeron que querían escribir para nuestro ensamble y que sabían que podríamos tocar sus obras. Escribieron obras que son bastante complejas, y efectivamente el público va a poder ver la guitarra tratada en una dimensión completamente diferente».
¿Cuál era ese disco?
Recinto de la piedra.
El concierto “David Tanenbaum y Ensamble de Guitarras de Chile” se realizará a las 20 horas del jueves 28 de julio en el Campus Casona de Las Condes (Fernández Concha 700, Las Condes), con inscripción gratuita aquí. Además, se transmitirá en directo por el canal de YouTube UNAB TV.
«El programa es bien variado, cada compositor tiene su propia estética musical, por ahí tenemos a Philip Glass que tal vez es musicalmente lo más accesible, en un arreglo bien bonito, y también están los solos, que tienen una visión de compositores que están instalados fuertemente en la escena estadounidense, que tienen mucho renombre, Aaron Jay Kernis y Gabriela Lena Frank», destaca Javier Farías.
Hablemos de David Tanenbaum. ¿Quién es él en el mundo de la guitarra?
«Es una figura muy fundamental en la guitarra clásica ya. Es jefe de la cátedra de guitarra clásica del Conservatorio de San Francisco, una de las instituciones musicales grandes que hay allá. David es uno de los pioneros en la colaboración que ha tenido con compositores contemporáneos o modernos y que le han escrito obras para él, por ejemplo ha trabajado mucho con Steve Reich. A David lo conozco hace más de seis años, pero sus historias nunca dejan de sorprenderme. Estaba hablando por teléfono con él hace unos días, y me conto su relación con Steve Reich. Esta obra famosa que hizo, Electric Counterpoint, es una obra icono dentro del repertorio de la guitarra, y la estrenó Pat Metheny en la parte solista, lo que la llevó a un plano más masivo todavía. Pero David me contaba que después de que Pat Metheny hizo el estreno y la grabación, él fue el encargado de hacer el estreno en el resto de Estados Unidos y Europa, estuvo en gira con el ensamble de Steve Reich por dos años. Y también trabajó con Steve Reich haciendo una adaptación de Nagoya Marimbas para dos guitarras. David también tiene una colaboración bien estrecha con Terry Riley, otro compositor minimalista, de los primeros que surgieron en la escena allá en los 60. Terry Riley y Steve Reich son compositores octogenarios y ellos siguen muy activos todavía, siguen componiendo. Pero la relación de David con Terry Riley todavía es mucho más estrecha, David ha estrenado varias obras para guitarra que Riley escribió especialmente para él. Y también tiene un nexo con John Adams, que probablemente es el compositor más relevante que tiene Estados Unidos en los últimos 15 o 20 años. John Adams escribió una obra que grabó la Orquesta Filarmónica de Los Angeles con la dirección de Esa-Pekka Salonen, Naïve andSentimental Music, y John Adams decidió escribir una parte para guitarra e invitaron a David Tanenbaum. Él tocó una guitarra acústica, es decir, con cuerdas de metal, y no una guitarra clásica, que tiene cuerdas de nylon. Es un disco maravilloso. Y también John Adams escribió una ópera hace un par de años atrás e invitó a David Tanenbaum expresamente para que él toque una de las partes de guitarra. Además, David tiene colaboraciones con Toru Takemitsu, con Lou Harrison, Aaron Jay Kernis, y no me acuerdo cuántos más. Entonces, David Tanenbaum es alguien que ha logrado nutrir el repertorio de la guitarra con obras nuevas. Y ésa es su misión, él se siente muy comprometido con esto».
Además del concierto, la embajada de Estados Unidos en Chile organizó una serie de actividades que David Tanenbaum protagonizará en nuestro país. Para el lunes 25 de julio, una conferencia en el Liceo Polivalente de María Pinto, y otras conferencias el martes 26 en la Universidad de Rancagua, y el viernes 29 en la Universidad de Talca y en el Museo de Arte y Artesanía de Linares. Asimismo, el miércoles 27 dictará una clase magistral en la Sala Domeyko de la Casa Central de la Universidad de Chile. Las actividades son abiertas y gratuitas.
¿Le gustaría invitar a los auditores de Radio Beethoven al concierto?
«Por supuesto. Quiero invitarlos al concierto que vamos a tener en con el Ensamble de Guitarras de Chile y la participación de David Tanembaun que va a estar justamente en nuestro país gracias al consulado de los Estados Unidos en Chile. David Tanenbaum es una de las figuras más relevantes de la del campo de la guitarra clásica en Estados Unidos y una figura que ha colaborado con muchos compositores. Para nosotros es un verdadero honor tenerlo, vamos a poder escuchar un repertorio muy interesante con obras que se han escrito especialmente para este concierto, tres obras que se van a estrenar, y será una muy buena oportunidad para conocer un poco del repertorio para la guitarra clásica».
Retomando el tema de las posibilidades que ofrece el ensamble de guitarras para un compositor vivo, la verdad es que permite una exploración profunda porque ese compositor está escribiendo pensando en estas guitarras como instrumento. Es lo mismo que sucedía en el pasado, lo que hace Beethoven o lo que hace Liszt con el piano, que es expandir sus posibilidades más allá de los límites que ya se habían visitado. En ese momento era música contemporánea, y era una exploración idiomática del instrumento también. Eso es escribir pensando en el instrumento, que es algo muy distinto de hacer adaptaciones.
«Exactamente, tal y como tú lo planteas. Lo que yo siento que ocurre es que muchos compositores todavía le tienen un poco de susto a la guitarra. Es un instrumento difícil, escribir bien para la guitarra significa que tú tienes que tener el instrumento en tus manos, y eso es un desafío. En el caso de las tres obras que se estrenarán en el concierto, estos tres compositores están bastante vinculados al instrumento, y eso hace que el resultado sea bueno. Lo que me gratifica mucho es que esas obras ya son una adición al repertorio serio para el ensamble de guitarras. Ésa es la misión que yo tengo ahora, que este trabajo, sea en Estados Unidos o en Chile, donde sea, pueda seguir siendo interpretado. No soy mucho de la idea de que una obra se tenga que estrenar y quede ahí, porque no es lo que se merece el trabajo de cada compositor que hay detrás».
Javier, recorramos un poco su trayectoria, desde el inicio. Hablemos primero de su formación. Recuerdo que estudió guitarra y composición en la Escuela Moderna.
«Estudié guitarra clásica con mi maestra Eugenia Rodríguez, figura fundamental en mi formación, y al mismo tiempo estudié composición con el maestro Guillermo Rifo. En la Escuela Moderna, ellos fueron las dos fuentes que yo tuve. Hice paralelamente guitarra y composición, dos mundos que en algún momento parecían muy antagónicos para mí porque eran muy demandantes las dos áreas, y en algún momento tuve que decidir dónde encauzar toda la energía que tenía en ese tiempo, porque era un muchacho de veinte y tantos año. Así que me decidí por la composición. Pero la guitarra siempre la seuí estudiando. De hecho, después cuando ya estaba en mi etapa más avanzada de estudios en guitarra clásica con la maestra Eugenia Rodríguez, inicié mi aventura con el flamenco con Carlos Ledermann, el gran maestro de la guitarra flamenca acá en Chile. Estudié cuatro años con él y después, de hecho, me dediqué profesionalmente a tocar guitara flamenca, o sea, armé un repertorio, di conciertos, armé un grupo, todo eso. Pero siempre con la composición como la principal idea mía; ser músico para mí era ser compositor. Y finalmente, después de estudiar con Carlos estudié con Sergio Sauvalle, que es el experto acá de la guitarra chilena, y ya con eso sentí que tenía bien abordado el tema de la guitarra. No solamente me centré en la guitarra clásica porque la misma Eugenia, mi profesora de guitarra clásica, me dijo que fuera a explorar otras áreas porque como compositor necesitaba estar expuesto a otras manifestaciones de la guitarra, que es tan, pero tan rica».
El primer interés suyo por la música, ¿en qué momento lo ubica? ¿En una niñez rodeado de un ambiente musical muy rico? ¿Como se acerca a la música como para decidirse a estudiar guitarra y composición?
«Okay, con eso ya nos remontamos a varios años antes. Mi primera vinculación con la música fue a través de la guitarra, específicamente la guitarra eléctrica. Cuando yo era un adolescente lo que se escuchaba acá en la radio eran AC-DC, Van Halen, Iron Maiden, Led Zeppelin, yo crecí con eso. A mí me fascinó la música, y la guitarra en particular, gracias a lo que nosotros teníamos en ese entonces, estoy hablando específicamente de 1985. Estábamos en plena dictadura, pero aun así había dos programas en la televisión que nos permitían un poco conocer qué es lo que estaba pasando, sobre todo en Estados Unidos, con la música. Teníamos acceso a todo, a las novedades de las bandas, del heavy metal, que estaba muy de moda, eso fue lo que a mí me provocó la fascinación del instrumento, de la guitarra, así que mi primer instrumento fue la guitarra eléctrica. Yo toqué todo eso, toqué en banda, después cuando ya estaba en la enseñanza media empecé a descubrir otros tipos de guitarras, guitarras que me llevaron a conocer otros tipos de música, y ahí cambió completamente mi visión de lo que era el instrumento».
¿Recuerda una obra del mundo de la tradición escrita que lo haya marcado profundamente?
«Sí. Hay una obra, pero me acuerdo más bien de un hecho que me marcó. En un día de verano, estaba en vacaciones con mis papás y de repente me acuerdo de haber visto un afiche azul, decía ‘concierto de guitarra clásica, Luis Orlandini’, y el era súper jovencito. Creo que Luis venía llegando de Europa o tal vez vino de visita a Chile, no sé, pero daba el concierto al día siguiente en una iglesia. Quería ir, y lo vi tocar. Me acuerdo de que estaba tocando Asturias. Yo tenía un amigo que estudiaba guitarra y que me enseñó guitarra clásica, me introdujo en la técnica, pero cuando yo vi a Luis fue como ‘guau, esto es lo que definitivamente yo tengo que hacer’. Yo ya tocaba guitarra clásica, pero no leía música. Todo el repertorio que hice, porque llegué a aprender harta música, fue todo de oído, porque esa fue mi formación. Tenía un muy buen amigo mío, tremendo guitarrista clásico, que se llamaba Claudio Herrera, y él me enseñaba pacientemente a tocar música, aprender piezas del repertorio clásico. Pero ver a alguien como Luis Orlandini, que también era bien jovencito en esa época, fue una chispa que dije ‘guau, no, esto es lo mío’. Quedé enamorado de la guitarra clásica».
Usted ha tenido premios importantes como compositor, ha hecho una carrera en la música de tradición escrita y, sin embargo, en sus actuales proyectos ha podido reunir también los ámbitos populares y clásicos de la música. En «Seis miradas por Latinoamérica», trabajó con grandes exponentes del ámbito escrito, pero también con Andy Summer y Mike Stern. Entonces finalmente se encontraron los dos mundos, no estaban tan separados, ¿no?
«No pues. Lo que pasa es que cuando me radiqué en Estados Unidos, me encontré con un concepto de lo que es la música que era muy diferente al que había acá, y eso me impulsó en verdad. Es más, cuando yo estaba estudiando en la Escuela Moderna un amigo me regala un disco del Kronos Quartet, que es el cuarteto de cuerdas más importante en Estados Unidos en cuanto a exploración, en cuanto a vinculación con lo que está pasando actualmente en la música,. Ellos grabaron una obra con Steve Mackey, que es un compositor y guitarrista eléctrico, y cuando recibí ese disco, que debe haber sido por ahí por 1996, eso fue un hito para mí. Porque yo dije cómo puede ser que alguien esté escribiendo para guitarra eléctrica y cuarteto de cuerdas, porque yo pensaba que eran mundos que no se entrecruzaban. Para mí, el rock igual es súper importante y de alguna manera siempre hay elementos que siento que involuntariamente los he ido incluyendo en mi discurso musical. Pero entonces sentí que ya estaba un poco más validado. Yo era un estudiante y eso me impulsó, por ejemplo, a escribir una obra para guitarra eléctrica y orquesta de cuerdas, que estrenó el maestro Rifo junto con la Sinfónica Juvenil. Y ésa fue la primera vinculación de estos dos mundos que yo la sentí fascinante, pero después hice un proceso de tratar de explorar un poco más lo local, más lo que tenemos acá en cuanto a folclor, tradición, etcétera, por eso quise estudiar con Sergio Sauvalle. Cuando llegué a Estados Unidos quería hacer algo un poco más rupturista, atreverme un poco más, porque sentía que el medio en Estados Unidos te lo permite y no hay un juzgamiento. Yo vengo de la Escuela Moderna y tuve la suerte de estudiar con Guillermo Rifo; recuerdo bien sus clases, en una semana podíamos estar analizando y componiendo una fuga tipo Bach y a la semana siguiente podríamos estar perfectamente escribiendo un tango o un bolero. Entonces esa filosofía que él tenía de la música, el no hacer las distinciones, es lo que a mí siempre me alentó a buscar y no tener ningún prejuicio de decir quiero hacer esto, porque yo no pertenezco a ninguna escuela. Y al mismo tiempo, te lo digo francamente, siento que acá la escena de la música docta miraba muy en menos a estos muchachos que estudiaban en la Escuela Moderna porque para ellos era sinónimo de música popular. Sin embargo, para mí y es una filosofía que me inculcó el maestro Rifo, música popular, música de jazz, clásica, lo que sea, todas tienen exactamente el mismo valor, siempre y cuando se haga con una verdadera autenticidad y con mucho amor y respeto. Entonces eso lo tuve impregnado desde siempre, el hecho de irme a Estados Unidos creo que me alentó a decidir buscar las formas que me hacían sentir una voz mucho más auténtica todavía, porque efectivamente me di cuenta de que el rock y la guitarra eléctrica son algo que ha estado siempre en mí. De hecho, otra de las curiosidades que me han pasado ahora último es que estrené una obra en Nueva York con un coro allá y yo toqué guitarra eléctrica. Por primera vez toqué guitarra eléctrica en una ejecución de estreno de una obra. Así es que me siento muy a gusto, muy cómodo con estos mundos que se entrecruzan».
Recuerdo perfectamente que estaba en ese proyecto cuando lo entrevisté en 2020, A Long Walk, ahí iba a tocar la guitara eléctrica.
«Exactamente, tienes toda la razón. Porque el tema de la pandemia pospuso todo, pero finalmente ese estreno lo hicimos en Nueva York, ahora en abril último, con Scott Hill en guitarra clásica, yo en la guitarra eléctrica y el coro de la Universidad de Columbia en Nueva York».
¿Cómo fue la recepción de la obra?
«(Ríe). Fue interesante la reacción, sobre todo los de los miembros del coro, incluso de la directora misma. Creo que fue como un poco provocador tal vez, porque es un coro que hace un repertorio muy tradicional, entonces yo llegué con mi equipo, con mis efectos de guitarra y tocando la guitarra con crudeza. Fue diferente, y eso es lo que en el fondo siempre trato de buscar también con los formatos instrumentales que escojo, con el tipo de música que escribo, trato de buscar propuestas que sean un poco más inusuales. Pero me siento muy a gusto porque es igualmente mi instrumento la guitarra eléctrica, la guitarra flamenca, la guitarra clásica. Todo. Es el instrumento al final».
Hablemos deA Long Walk, proyecto que está en plena ejecución.
«Consiste una serie de obras que están basadas en la experiencia de la inmigración. Ya hemos tenido dos estrenos este año. El primero de ellos fue con el coro de la Universidad de Columbia en Nueva York y participó Scott Hill en guitarra clásica y yo en guitarra eléctrica. Es una obra muy interesante porque es una trilogía que estoy haciendo, la obra se llama Voices from Maya. Maya es una mujer que escapó de la guerra en los Balcanes, a comienzos de los años 90, y en una entrevista que tuvo con Scott Hill, que es el guitarrista clásico que participa, ella expresó todo lo que vivió en esta situación de guerra y como escapó, y ocupé toda la narración que ella hizo en esta entrevista para escribir esta obra, que es muy emotiva. En Longwalkproject.com hay un video que hicimos, donde aparece Maya contando sus experiencias, y hay trozos del estreno que tuvimos en Nueva York con el coro. La otra obra del proyecto se llama Where We Belong, y la estrené hace unas semanas en el Carnegie Hall, en un departamento que ellos tienen, que se llama Play USA y participó el PubliQuartet, que es uno de los cuartetos de cuerdas bien renombrados que hay en Nueva York, junto con un grupo de inmigrantes latinos. Y actualmente ahora estoy empezando un nuevo proyecto que es para guitarra y voz. Va a ser una serie de obras en torno al tema de la inmigración».
En el año 2019, recuerdo, se programaron 15 obras suyas en Chile y 50 en el resto del mundo.
«Guau. Sí, es que ese año fue bien movido. La verdad es que no siempre tengo esos números».
Pero ha logrado vivir de la composición.
«Sí. Componer tu música sin restricciones es un lujo. Me lo permitió Estados Unidos que, a propósito, es mi país. Me nacionalicé. Yo soy estadounidense también ahora».
El estudiante de piano de la Universidad Austral y su colega Alejandra Veloso grabaron diez obras del compositor alemán en el disco Valdivianische Musik. Algunas son para piano solo y otras para piano a cuatro manos. Lo lanzarán el 21 de noviembre en Valdivia y el 29 en Concepción.
"Ellos superaron los límites de lo que se consideraba posible en el piano", indica Boris Giltburg y añade que en las sonatas que interpretará el 26 de noviembre "hay un cuento que la música quiere transmitir al público". El célebre pianista también entrega detales de sus grandes proyectos: la integral de Beethoven y El clave bien temperado.
El director chileno destaca la flexibilidad de la orquesta penquista, que lo eligió como su titular a sólo mese de su debut con la agrupación. Luis Toro Araya adelanta que planea hacer ópera y que es primordial darle espacio a los compositores nacionales jóvenes. Este mes está en Chile: el 7 y 8 de noviembre, vuelve a dirigir a la Sinfónica Universidad de La Serena, en los Wesendonck Lieder de Wagner, Beethoven y Schubert. Y después conduce a la Sinfónica UdeC.
El director y fundador de esta agrupación que tiene 20 años de existencia, hace un positivo balance de las recientes alianzas que han hecho y los nuevos públicos que están acerándose a una temporada que continúa e 23 de octubre con tres solistas nacionales. "Hemos tenido muchos solistas de muy buen nivel, con el apoyo de varias embajadas", comenta.
La obra fundamental del siglo XX será presentada en la 60a Temporada de Cámara UC el 22 y 23 de octubre, celebrando así los 150 años del natalicio de Arnold Schoenberg. El director chileno residente en Suiza, además, dirige a la Sinfónica Nacional Juvenil en la Séptima de Beethoven.
El director sueco debuta el 20 de octubre en el Ciclo Bach Santiago, con dos cantatas y un motete del genio barroco. Además, dirige en tres conciertos a la Orquesta de Cámara de Chile. ""Estoy tan contento por estar de vuelta y reencontrarme con todos mis amigos en Chile, tanto de la Orquesta de Cámara de Chile como de la Universidad Católica. Siempre han sido colaboraciones artísticas muy buenas", dice.
La excepcional intérprete e investigadora que ha sido premiada con el Diapaon dÓr y dirige el Museo San Colombano en Bologna, dará un recital de clavecín el 3 de octubre en la Temporada de la Fundación Guitarra Viva.
Una de las partituras más espirituales del célebre compositor estadounidense será interpretada junto al Ensamble Vocal Taktus que dirige Javiera Lara Salvador. Será el 4 de octubre en la Catedral de Santiago.
El domingo 29 de septiembre, la intérprete chilena dará un recital en Leipzig como cierre de una beca que le permitió tener en casa un clavicordio que perteneció a Herbert Collum. Abordará repertorio iberoamericano, con obras encontradas en Chile.