Iván de los Ríos: "Italo Calvino es un pensador filosófico de primer orden precisamente por su estilo literario y su extraordinaria fantasía"
noviembre 28, 2023
El filósofo español es el próximo invitado de la Cátedra Italo Calvino, de Historia y Letras UC. En el centenario del nacimiento del escritor italiano, enfatiza en cómo nos "desafía a concebir la racionalidad humana de una manera un poco más amplia". La actividad es gratuita y se realiza en forma remota el 1 de diciembre.
La Cátedra Italo Calvino, que organizan la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política UC y la Facultad de Letras UC, con el Instituto Italiano de Cultura, vuelve a exhibir su vocación por la interdisciplinaridad. La iniciativa busca justamente difundir el pensamiento de intelectuales que hacen confluir los intrínsecos vínculos entre la literatura, las letras y los tiempos históricos en sus obras.
El próximo expositor invitado proviene de la filosofía y demostrará por qué el escritor italiano es un interlocutor de primer orden para las propuestas filosóficas contemporáneas.
El doctor en Filosofía Iván de los Ríos Gutiérrez dictará el viernes 1 de diciembre la conferencia “Pensar lo indemostrable, contar lo inverificable. Filosofía y ficción en la obra de Italo Calvino”. La actividad se realizará en forma remota, a las 10 horas del viernes 1 de diciembre, con inscripción gratuita. Cuenta también con apoyo de la Vicerrectoría de Investigación UC.
«Me centraré en la defensa de que Italo Calvino, a pesar de su estilo, es un pensador filosófico de primer orden porque trata de cuestionar las grandes preguntas del animal humano y de ofrecer respuestas alternativas que tienen que ver con la imaginación y con la invención poética», adelanta.
Radio Beethoven conversó al respecto con Iván de los Ríos Gutiérrez.
¿Qué representa para usted haber sido convocado a la Cátedra Italo Calvino?
«Bueno, lo primero es que es un placer, una alegría. Además, como me lo han propuesto antiguos colegas y amigos de la Católica, y yo viví y trabajé muchos años en Chile, pues me hace ilusión personal. Me parece una iniciativa muy bonita y con voluntad, además, de interdisciplinaridad, y me parece siempre muy interesante salirnos un poco de las casillas en las que uno suele trabajar, así que me parece una buena noticia y me hace mucha ilusión, la verdad».
¿Entre cuáles años vivió en Chile y dónde estuvo trabajando como académico?
«Pues yo viví entre 2012 y 2017, trabajé en la Universidad Andrés Bello, dirigiendo la licenciatura en Filosofía y también trabajé impartiendo algún doctorado en la Católica, y allí conocí a Rafael Gaune que después trabajó en la Católica. La verdad es que teníamos una red de trabajo muy intensa y muy agradable. Tengo un buen recuerdo de eso».
¿Qué podemos decir de Italo Calvino como figura que permite ser abordada desde una gran cantidad de puntos de vista? ¿Qué nos puede decir de esta multidimensionalidad de Italo Calvino?
«Lo que me gusta mucho de la propuesta y de Italo Calvino en general, es que a mí me sirve un poco para mis propios intereses desde la filosofía. En filosofía, como en todas las disciplinas, hay algunas malas costumbres y algunos vicios, y uno de ellos es condenar a la literatura y todas las formas expresivas que no se ajustan al estilo filosófico clásico a un segundo plano, como si la literatura a veces fuera un entretenimiento, una distracción o eso que uno hace cuando todavía no puede expresar con claridad conceptual ciertas idea. Esa idea siempre me ha molestado mucho en sede filosófica. A mí me interesan las figuras que, como Calvino y como muy bien dices, son multidimensionales o interdisciplinares y podrían convertirse en interlocutores filosóficos. Es decir, me interesa la potencia filosófica y reflexiva de autores cuyo estilo no es el del formato filosófico clásico. Y Calvino me sirve como interlocutor del pensamiento contemporáneo de primera línea. No siendo un filósofo, y gracias a eso, sin embargo, tiene una propuesta filosófica que consiste en superar, las fronteras formales y metodológicas de la filosofía y, como dices tú muy bien, enriquecer desde otros puntos de vista las grandes preguntas de la condición humana y el intento de dar respuesta a ellas. Él tiene una idea, que me recuerda mucho a Milan Kundera, que dice que la literatura puede dar algo que no pueden dar otras disciplinas y que le interesa pensar eso que sólo la literatura puede dar. Eso no quiere decir que la ciencia más dura no pueda dar respuestas, que la filosofía no pueda dar respuestas o que las religiones no puedan dar respuestas; eso quiere decir que la literatura tiene una especificidad que permite pensar la realidad, el mundo, el tiempo y el ser humano de una manera quizás más rica, más concreta y más vital. Entonces a mí me parece que Calvino, además de su multidimensionalidad, es un interlocutor de primer orden para las propuestas filosóficas contemporáneas y ahí me he interesado yo por esa figura».
El título de su conferencia, «Pensar lo indemostrable, contar lo inverificable. Filosofía y ficción en la obra de Italo Calvino”, alude precisamente a esta característica de la literatura, que a veces es menospreciada como conocimiento porque justamente se la identifica con la ficción nada más.
«Claro, exactamente. La idea de pensar lo indemostrable y contar lo inverificable partiría un poco de una pregunta: ¿qué hacemos con todos aquellos ángulos de la realidad que nos incumben, que nos conciernen y que nos preocupan, pero que no caben sin grandes pérdidas en un esquema científico, en un esquema matemático, en un esquema proposicional, en una deducción o en un tratado filosófico? Es decir, cómo pensamos aquellos ámbitos de la vida cotidiana que se pierden, aquellas historias del mundo de la vida que se pierden cuando ejercemos una perspectiva muy abstracta, muy universalizante, que lo que busca es validez universal. Esa validez universal es bellísima y es importantísima y nos la ofrece por ejemplo la mirada matemática, la revolución científica. Pero, ¿qué hacemos con todos aquellos elementos que se pierden por el camino? Entonces yo creo que ahí la literatura viene a reivindicar que es posible pensar aquello que no se puede demostrar, es decir, que hay formas de saber y que hay formas de racionalidad que no se identifican con un saber demostrativo, constatativo, que atiende a lo que se puede medir, pesar o cuantificar, y que sin embargo son fundamentales para dar cuenta de aquello que no siendo demostrable exige ser convertido en un objeto por lo menos de interrogación y de pregunta. Y la literatura, además, debe permitir pensar aquello que no se puede demostrar, cuenta cosas, cuenta historias y esas historias no son verificables, es decir, no cuenta historias que puedan ser acreditadas, demostradas o fotografiadas, no se trata de eso; se trata de construir mundos posibles. Pero el mundo posible, como tú decías, en lugar de ser una mera fantasía o una distracción, lo que hace es multiplicar las posibilidades de tratamiento de un problema. En ese sentido yo creo que también se convierte en una forma de racionalidad que, sin renunciar a la racionalidad científica y demostrativa, amplía la capacidad de la razón humana hacia formas de invención poética y de imaginación que no sólo nos entretienen, que también, sino que nos permiten configurar perspectivas acerca de otras formas de vivir, otras formas de habitar y otras formas de pensar. Entonces a mí me recuerda un poco a esa idea de Aristóteles, que dice que la razón también se dice de muchas maneras, y si bien hay una razón que demuestra que algo es verdadero o falso, también hay otras razones que tienen que ver no con lo verdadero y lo falso, sino con lo verosímil, aquello que no podemos demostrar pero que parece que pueda ser el caso, y también con lo imaginario. Es decir, una razón poética que piensa eso que se puede narrar sin verificar y una razón retórica que habla de la necesidad de convencernos unos a otros con razones allí donde no podemos ofrecer demostraciones».
Iván de los Ríos es miembro del Proyecto Internacional de investigación «FAILURE: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th centuries» y del proyecto «Lecturas neoplatónicas sobre la inmortalidad del alma», dirigido por J.M. Zamora (UAM, 2018-2021).
Fue director de la licenciatura en Filosofía de la Universidad Andrés Bello, en Chile (2012-2017), profesor titular interino de Metafísica y Filosofía Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid (2009-2012) y de Ética en la University of Loyola (2007-2012).
Entre sus libros como autor y/o coordinador, se destacan: Grecia o el azar: divinidad, suerte y destino en la literatura griega antigua (Ediciones de la Universidad Alberto Hurtado, Chile, 2016); Azar: el sacro desorden de nuestras vidas (Abada, Madrid, 2015), True Detective: Antología de lecturas no obligatorias (Errata Naturae, Madrid, 2014), este último junto a R. Hernández.
¿Cómo Italo Calvino se plantea como interlocutor para asuntos filosóficos, pensando en su formación y en su quehacer como trabajador? Se lo pregunto considerando su formación en la literatura, pero también su ejercicio práctico en el ámbito de cronista, y en los otros quehaceres de tipo obrero que él desarrolló, trabajos prácticos y concretos, por una parte, pero con una formación familiar en la que estaba presente lo técnico científico y lo no propiamente religioso.
«Claro. Es muy bonito lo que preguntas, además, porque a mí me gusta mucho la historia familiar, que a lo mejor es inventada, pero que a él le sirve. Por ejemplo, hay un libro que se llama La Strada di San Giovanni que habla de la figura paterna. Como tú muy bien sabes, sus padres eran científicos, científicos en un sentido precisamente importante para lo que hemos hablado: el padre al parecer era agrimensor y la madre era botánica, es decir, él se cría en un entorno donde lo que le enseñan es a clasificar la realidad, a clasificar la naturaleza, a ofrecer para la naturaleza nomenclaturas incluso en latín, como las de las plantas, como si la naturaleza pudiera ser reducida a un esquema clasificatorio y así domesticada. Es decir, clasificar, domesticar, dominar, siguiendo un poco la voluntad cartesiana de la ciencia que quiere convertir al ser humano en dueño y señor de la naturaleza como dice Descartes en El Discurso del Método. Él se cría ahí. Entonces en esa Strada di San Giovanni él cuenta que de su casa salían dos caminos, uno llevaba a la montaña, a la colina, y el otro llevaba a la ciudad. Y que su padre siempre vivió de cara al bosque, que lo que le interesaba era la naturaleza y la posibilidad de someter a la naturaleza a un esquema científico, clasificarla y dominarla. Y que a él, en cambio, le interesaba el camino que llevaba a la ciudad, a los asuntos humanos y al infierno que es ese sobremundo de los seres humanos por encima de la naturaleza. Entonces lo que dice es muy bonito porque ahí está la potencia filosófica de un pensador, de un escritor que además es periodista, que además es traductor, y que lo que trata de hacer es, sin negar la herencia paterna y materna de la capacidad de la razón para clasificar la naturaleza, ampliar esa racionalidad para también dar cuenta de la experiencia íntima del mundo, que no sólo es una fuente de inteligibilidad, de demostración y de progreso técnico, sino también de experiencia íntima, de magia y de belleza. Entonces él entiende, creo yo, que la filosofía, la ciencia, la escritura son todas formas de aproximación a la realidad que de alguna manera demuestran que toda forma de pensamiento es una forma de acción o de ejecución. Una forma, como los has dicho tú, de trabajar, de trabajar casi con las manos. Entonces el pensamiento escrito es una forma de elaborar casi manualmente un ámbito en el interior del cual uno pueda habitar dentro de una cierta familiaridad. Es decir, lo que hacemos los seres humanos es construir espacios de familiaridad en el interior de los cuales podamos no sucumbir, por ejemplo, a la sospecha de que tenemos que morir y esto no signifique absolutamente nada, y necesitamos diseñar mapas que nos orienten en la acción y en el pensamiento, y el pensamiento es una forma de acción. Entonces yo creo que todo esto que te digo demuestra un poco que una figura multidimensional como Calvino no quiere decir que sea una figura desordenada, sino que en el fondo hay una convicción: la idea de que toda forma de pensamiento es una forma de acción, que la invención poética y la capacidad fantasiosa y fabuladora es una forma de organización de la realidad y que dentro de esas estrategias, una de ellas tiene que ver con las fantasías exactas, como diría Ortega y Gasset, de sus padres, es decir la ciencia natural, pero que la ciencia natural no es incompatible con la invención poética imaginativa, que, repito, permite pensar lo que se no se puede demostrar, permite contar lo que no se puede verificar, y permite convertir a la realidad en una plataforma de experiencia propia y verdadera. Él llega a decir en algún momento en una entrevista que el mejor escritor de la historia de la literatura italiana es Galileo. Entonces le echaron la bronca sus compañeros y le dicen que es Dante, y él dice que el mejor prosista de la historia de la literatura es un científico porque la ciencia también procede de la potencia imaginativa de un animal que tiene que elaborar y maniobrar cartografías, mapas y estrategias de inteligibilidad y de orientación en un mundo maravilloso que, sin embargo, se lo va acabar devorando y que no ofrece respuestas a las preguntas que no podemos dejar de formular: qué estamos haciendo aquí, qué significa todo esto, para qué, para qué mi dolor y para qué mi esfuerzo. Entonces yo creo que ahí está el filósofo Calvino en el mejor de los sentidos, y ahí está la explicación de que para él, en una carta se lo escribe a un amigo, la literatura reúne la filosofía y la ciencia, y es una filosofía natural. La literatura es filosofía natural, es decir, es una mirada sobre la naturaleza y sobre la vida que no busca sólo dominarla, controlarla, programarla y clasificarla, sino también experienciarla de un modo propio e irrepetible».
Es interesante que en Italo Calvino hay como una valoración práctica real en el ejercicio de lo que representa el conocimiento, e incluso la sabiduría, por ejemplo de los cuentos populares con los que él trabajan, que son tradiciones orales que tienen que ver con la fábula, por cierto. Pero al mismo tiempo hay un equilibrio con esta otra forma de conocimiento, que también puede ser sabiduría, que es de la política desde lo práctico, desde la organización, desde el sindicato.
«Exactamente».
Es interesante que son dos formas vivas de organización del conocimiento y que pueden expresar sabiduría: la tradición oral de lo popular, de los cuentos, y al mismo tiempo la práctica real de la política a nivel de célula, ¿no?
«Exactamente. Lo has dicho muy bien. Creo que la propuesta interesantísima es de retomar las grandes palabras de la tradición occidental, por ejemplo, saber, ciencia, conocimiento, y ampliarlas un poco. Una de las ideas más potentes de este tipo de interlocutores es la idea precisamente de que la literatura, en un sentido muy amplio, es ya una forma de saber y de conocer. Es una instancia cognoscitiva, lo que pasa es que nos hemos acostumbrado nosotros, los modernos, a identificar el conocimiento con una forma de racionalidad constatativa y demostrativa, como si ésa fuera la única manera de acceder cognitivamente al mundo, es decir, a saber, reduciéndolo a coordenadas cartesianas, coordenadas matemáticas o principios abstractos universalmente válidos. Yo creo que ahí está la primera idea: en la literatura, la invención poética y los mundos posibles, por muy fantasiosos y delirantes que puedan parecer, son una forma de organizar lo real. Y dentro de las formas de organización de lo real, no sólo está la forma contemplativa, que se goza cuando uno mira estéticamente la realidad, que también, sino las formas de organización de la convivencia de animales inteligentes que además son fabuladores y que tienen que tomar decisiones acerca de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo conveniente y lo inconveniente en una determinada comunidad. Y ahí yo creo que un escritor como Calvino cuando tira, como dices, de la historia, de la literatura, de los cuentos populares, lo que trata de hacer, creo, es elevar también al plano de la reflexión las historias del mundo de la vida y aquellas formas de saber de la tradición que sin bien pertenecen al orden de lo no verificable también hablan del modo en que tradicionalmente nos hemos ido constituyendo en individuos, en ciudadanos, en comunidades, en sociedades, que a veces se sostienen, a veces se destruyen, a veces se fagocitan. Entonces, sin duda, la literatura, en su saber hacer, no sólo es un saber de objeto que define lo real, sino que su saber hacer es una potencia creadora y eso que crea son no sólo historias y cuentos, que también, sino formas de comunidad. Y ahí está la labor de Calvino historiador, lector y por tanto pensador, si pensar significa también reconocer la herencia en la que uno se convierte en pensador y hacer propuestas desde ese lugar».
¿Qué les diría a los auditores de Radio Beethoven como invitación a la conferencia que dictará en la Cátedra Italo Calvino?
«Le diría al público que Italo Calvino es un pensador filosófico de primer orden a pesar de su estilo literario y de su extraordinaria fantasía, o precisamente por eso, porque lo que nos propone es el desafío de concebir la racionalidad humana de una manera un poco más amplia. Y propone también, desde el siglo XX, las Lecciones Americanas, por ejemplo, las Seis propuesta para el próximo milenio, entender que las formas de la racionalidad humana no se agotan ni en la invención técnica ni en el progreso científico, sino que la fábula, la fantasía y la invención poética tienen un papel fundamental para dar cuenta de aquellos elementos de nuestras vidas que no podemos demostrar científicamente y para imaginar mundos posibles que en términos éticos y políticos siempre nos servirán para criticar nuestro presente y responder a la pregunta de si se puede vivir de otra manera, hacia dónde y contra qué. En ese sentido yo creo que la literatura, para Calvino, siempre ofrecerá la posibilidad de elevar el pensamiento a un plano de validez que no se identifica con la matemática y que, sin embargo, no renuncia a ella. Entonces es un pensador político, es un pensador fantástico y es un pensador filosófico. Os animo a que entréis a fondo.
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