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Música

Helmuth Reichel Silva vuelve a Chile para dirigir a la Sinfónica Nacional Juvenil

julio 17, 2022

El director chileno radicado en Alemania estrenará Sueños de una machi de Ismael Huerta en un programa que incluye a Beethoven y a Brahms. "Cuando uno tiene la oportunidad de fomentar la música chilena, eso es algo muy satisfactorio, hay que aprovecharlo", dice.

Helmuth Reichel Silva vuelve a Chile para dirigir a la Sinfónica Nacional Juvenil

Sin duda, Helmuth Reichel Silva (1983) es una de las batutas chilenas con mayor proyección global. Es el único director nacional que ha logrado ser finalista en el Concurso Besançon, el más prestigioso certamen de su género. Eso le dio visibilidad internacional en 2015; por ejemplo, la Sinfónica de Tokio lo fichó inmediatamente, para 2017, y se generó un vínculo con esa orquesta de excelencia que hoy sigue vigente. Porque después de ese debut asiático lo volvieron a invitar para el 2018. «Es bien especial que te inviten por segunda vez porque implica una decisión consciente de la orquesta de continuar el trabajo en conjunto», reflexionaba entonces. Y ahora, ese vínculo goza de buena salud. «Estamos planificando para 2024 o 2025, quizás», reconoce hoy día en Santiago, para volver a actuar con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, el 22 y el 23 de julio.

Porque junto con las innumerables cualidades musicales y de liderazgo que la crítica ha destacado una y otra vez, Helmuth Reichel Silva exhibe una característica de carácter que lo hace muy singular en el medio: está decidido a hacer cada cosa en su momento, sin impaciencias y sin éxitos superficiales.

Un año después de haber sido finalista en Besançon, por ejemplo, reconocía que por el certamen había tenido «varios contactos» y compromisos que podían materializarse para dos años más». En ese momento, estaba a punto de debutar con la Orquesta Sinfónica de Chile, la primera agrupación en Santiago que lo invitaba, después de haber actuado ya dos veces con la Sinfónica Universidad de La Serena. El momento actual de su carrera, lo evaluaba con humildad manifiesta. Con criterio de realidad: «Para mí, es una etapa de aprendizaje en todo sentido; todo lo veo como una oportunidad para enriquecer los conocimientos que de a poco uno va decantando. Ha sido muy enriquecedor, por ejemplo, el trabajo que acabamos de hacer con estudiantes del Instituto de Música UC, preparando un programa de serenatas de Dvorák y Suk».

Eran palabras que daban cuenta de hechos. No palabras que buscaran configurar una realidad anhelada, futura (ver entrevista de 2016 aquí).

Sus conciertos con la Sinfónica de Chile fueron memorables. Jaime Donoso, gran figura de la música nacional, como director y como formador, destacaba en su crítica la «técnica irreprochable» de Reichel Silva y «la gran respuesta de la orquesta». De hecho, tras ese concierto, la Sinfónica lo eligió como director invitado para el próximo verano, y la colaboración del director y la Sinfónica se ha extendido a través del tiempo, con una gira a Perú incluida.

«Reichel hizo una entrega justísima», aseguraba Gonzalo Saavedra en u crítica, en marzo de 2019. Hablaba de uno de los pilares de la música de todos los tiempos, que el director abordó con la Sinfónica, La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky, apuntando además que era «una versión madura, con un encuadre preciso» (ver crítica aquí).

El director, por cierto, decía entonces que «los músicos de la Sinfónica han sido muy generosos» (ver nota aquí).

Antes de la pandemia, Reichel Silva ya había trabajado con todas las orquestas de la capital. La última en programarlo fue la Filarmónica de Santiago, en octubre de 2019, una de las dos con las cuales ya se está planificando nuevos conciertos en la capital, según confidenciará el director chileno en esta entrevista, a días de volver a conducir en nuestro país.

Esta vez lo invita la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI). Los conciertos serán con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, el viernes 22 de julio en el Teatro CorpArtes y el sábado 23 en el Aula Magna de la Universidad Técnica Federico Santa María. Ambas presentaciones serán a las 19 horas y el programa incluirá la Obertura Leonora n°3 de Ludwig van Beethoven, el estreno mundial de Sueños de una Machi del compositor chileno Ismael Huerta, y la Sinfonía N°2 de Johannes Brahms.

«Ésta es la primera vez que vuelvo a Chile desde octubre de 2019, entonces para mí han sido tres largos años. Por eso es muy especial poder volver a trabajar a Chile y sobre todo con esta orquesta, que es tan importante el trabajo que se realiza con ellos, y más ahora que tienen a Miguel Farías como nuevo director y a Paolo Bortolameolli como titular. Es un momento de muchos cambios y es muy importante poder estar acá, ser parte de eso y trabajar con la orquesta», comenta Helmuth Reichel Silva.

«Lo interesante de ahora es que, en paralelo a los conciertos, vamos a realizar nuevamente un curso de dirección con la FOJI, primero con ensambles y después con la misma orquesta también», agrega.

 «Cómo han sido estos tres años desde 2019? ¿Ha echado de menos Chile?

«De todas maneras. Yo estaba acostumbrado a viajar a Chile por lo menos tres veces al año, a dirigir y a trabajar. Y a veces venía cuatro o cinco veces. Han sido tres años de pausa, tanto por la pandemia como también por las consecuencias que esto tuvo en la actividad cultural acá en Chile, como en todos los otros países también. Han sido años difíciles, yo creo que en todas partes, a nivel cultural, por efecto de la pandemia. Como sucede en todas las cosas negativas, durante estos años he podido fortalecer mi trabajo pedagógico online, creo que muchos colegas también han hecho lo mismo y en mi caso ha sido súper positivo. Lo bueno es que en Dresde he tenido la oportunidad de realizar proyectos durante la pandemia, con mucha suerte y justo antes de que haya habido recaídas. Entonces creo que en comparación a otros colegas, no puedo quejarme tanto, he tenido entre medio oportunidad de hacer música también. Podría haber sido peor (ríe). Pero han sido años difíciles».

Usted fue confirmado por la Orquesta de la Universidad de Dresde como director titular, en el inicio de la pandemia, el 20 de abril de 2020. ¿Cómo ha sido ese trabajo?

«En Europa, pero sobre todo en Alemania, todas las ciudades importantes tienen orquestas universitarias donde participan principalmente jóvenes, lo que es bastante similar a una orquesta juvenil. Algunos de ellos estudian música de forma profesional, otros no. Este trabajo que hago con estudiantes y jóvenes músicos tiene el respaldo de la Universidad Técnica de Dresde, lo que implica una infraestructura muy importante, y tiene un impacto relevante a nivel de la ciudad y también regional. Siempre hay actividades muy interesantes que podemos hacer y, como director artístico, yo también tengo espacio para poder hacer evolucionar la orquesta con proyectos nuevos. Entonces eso ha sido súper interesante y desafiante en los últimos años».

Como son músicos jóvenes, se entusiasman bastante con los desafíos del repertorio, ¿no?

«Sí, de todas maneras. De hecho, ahora ya tenemos la planificación lista para la temporada que viene y vamos a trabajar obras que la orquesta no ha trabajado tanto en el repertorio. Vamos a hacer mucho Wagner, Bruckne y obras contemporánea. Hace poco estrenamos una obra mandamos a hacer por encargo a Tomás Brantmayer. Eso estuvo muy bueno, increíble. Por suerte hay un registro sonoro que hicimos y espero que Tomás, que estuvo ahí, lo pueda compartir. Eso es lo excelente de poder trabajar con una orquesta con esa infraestructura, donde también están los medios económicos para pedir una obra por encargo».

¿Cómo fue la reacción de los propios músicos y del público?

«Muy buen, muy buena. La recepción fue excelente. Tanto la orquesta como el público estaban muy emocionados con la obra. Yo siempre he visto la misma reacción del público en todas las partes que me ha tocado hacer una obra de Tomás. Su lenguaje es tan orgánico y propio al mismo tiempo, tan claro que creo que es muy fácil de entender para para la persona que lo escucha. Eso es una virtud, obviamente, para un compositor ,y creo que también producto de eso es que la recepción de su obra fue tan positiva. De hecho, fue la primera obra del concierto y lo aplaudieron mucho y tuvimos que entrar varias veces al escenario. Y eso en una obra contemporánea no se ve todos los días. Así que fue todo un éxito, y espero poder hacerla en Chile pronto. Además, musicalmente es un desarrollo muy natural, estilísticamente hablando, de la última obra sinfónica de Tomás, Canción de Cuna para Fuegia Basket. Claro que esta nueva obra que compuso para nosotros es para una orquestación más grande, para una orquesta sinfónica grande, con mucha percusión y bronces completos, y por eso fue muy interesante hacerla».

Morbus Sacer la estrenó en el Kulturpalast de Dresde el 2 julio. Canción de cuna para Fuegia Basket, también de Tomás Brantmayer, usted ya la ha interpretado varias veces…

«Varias veces ya, y también la grabamos con la Orquesta de Cámara de Chile. Está en su página web».

¿Por qué es tan importante para usted estar comprometido con la música chilena, y no sólo con la de repertorio, sino también con la nueva creación? ¿Por qué es relevante para usted como director?

«La verdad es que es algo natural. A mí siempre me ha parecido frustrante no poder tener a los compositores vivos al lado para poder trabajar con ellos sus obras. Y la música contemporánea tiene esa ventaja de que si los compositores están ahí uno como intérprete puede trabajar con ellos lo más cercano posible para poder hacer una interpretación lo más real posible a lo que el compositor quería hacer. Entonces la música contemporánea para mí ha sido siempre algo muy estándar del repertorio, y creo que es algo que muchos directores hacen de una manera bien natural. Algunos quizás tienden a preferir quedarse en el repertorio tradicional, pero yo siempre he hecho música contemporánea, ha sido bien natural. Y en el particular caso de los compositores chilenos, creo que también es natural para mí, si tengo la oportunidad, poder fomentar también ese trabajo, sobre todo de los compositores con los cuales creo que tienen más proyección, como Miguel Farías o Tomás Brantmayer. Por suerte ahora hay muchos compositores y mucha actividad; hay que seguir apoyándolos».

¿Tiene que ver con el desarrollo y con la sobrevivencia de la música clásica?

«Es un compromiso. Creo que un director tiene el compromiso de trabajar todo el repertorio posible. Algunos directores se especializan más en un repertorio que otro, pero yo creo que todos, o la mayoría de los directores está en condiciones de hacer cualquier tipo de repertorio. Me parece importante mantener la amplitud estilística desde Barroco hasta la música contemporánea, porque le hace llevar elementos musicales de un estilo hacia otro, es muy enriquecedor. Además, todos los estilos musicales tienen algo especial y uno con el tiempo va descubriendo eso. En mi caso, por lo menos, mientras más pasan los años es más difícil es contestar la pregunta de cuáles son los compositores favoritos de uno, porque la lista se va agrandando mucho, tanto para adelante como para atrás en la línea de tiempo. Cuando uno tiene la oportunidad de fomentar la música chilena, eso es algo muy satisfactorio, hay que aprovecharlo».

Hablemos de los conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, que incluye el estreno absoluto de una obra de un joven compositor chileno que ha ganado varios concursos y tiene un lenguaje propio muy interesante, Ismael Huerta.

«Siempre veo como una suerte poder hacer un estreno y poder trabajar una obra chilena en general, pero sobre todo si no se ha hecho antes. Como director, siempre es un honor poder ser partícipe de esa parte de la cadena de creación de una obra. Creo que fue una decisión muy acertada de la fundación, programarla, y me alegra mucho poder hacerlo. Estamos todos muy expectantes».

¿Qué nos quisiera destacar de esta nueva obra de Ismael Huerta, Sueños de una machi? Quizás aún no le ha tocado trabajarla con la orquesta, pero ¿podría decirnos algo basado en su estudio de la partitura, de la filigrana misma?

«Todavía no la hemos ensayado juntos. Es decir, la orquesta la ha preparado internamente, pero mis ensayos comienzan precisamente hoy. La partitura es muy descriptiva, y claramente evoca las atmósferas y ritmos tradicionales de la cultura mapuche, haciendo uso de los instrumentos clásicos de una orquesta sinfónica, evocando la parte tradicional rítmica de la música mapuche, buscando el uso de de sonidos como el kultrún, la trutruca. La obra comienza con un segmento bien difuso que el compositor menciona como una neblina que va dejando ver la naturaleza; se hacen citas de de motivos principales y también muchos instrumentos de vientos hacen alusión a especies de pájaros que cantan en el paisaje. Es una obra muy descriptiva y muy atmosférica».

Esta obra chilena va a dialogar con la Obertura Leonora n°3 y con la Segunda Sinfonía de Brahms. En el caso de Beethoven, qué relación hay en esta obertura con la ópera Fidelio y cómo es su carácter?

«La historia de la obertura es muy interesante porque básicamente Beethoven escribió cuatro oberturas para su ópera Fidelio, siendo la cuarta, la última, la oficial. La partitura de la Leonora 1 no se descubrió hasta muchos años después del primer estreno. La primera obertura conocida fue la Leonora n°2, fue la oficial, temporalmente, y luego se realizaron otros cambios y Beethoven escribió la Leonora n°3. El problema que tuvo es que esa versión resultó ser demasiado potente, tanto en sonido como en contenido. Leonora 3 es la obertura que de una manera más grandiosa incluye todos los motivos importantes de la ópera, es decir, de los momentos culmine de la ópera. Beethoven se dio cuenta de que, al lado de la obertura, que era tan potente, el resto de la ópera perdía mucho de importancia y de fuerza, entonces decidió sacar la Obertura Leonora n°3. Después se generó la tradición de hacer la ópera Fidelo con la última obertura, que es actualmente la oficial y, en el entreacto, en la pausa, se interpretaba la obertura Leonora n°3. Es una tradición que en parte se sigue haciendo hoy. En cuanto al contenido, lo que más hay que destacar es que es una ópera donde el héroe no es un hombre, sino que es una mujer, y en estos tiempos es muy importante poder mostrar todos esos aspectos en la música donde no solamente los hombres están presentes. Creo que también es súper positivo que podamos hacer una obra que representa precisamente eso».

En el caso de la Segunda Sinfonía de Brahms, qué es lo que la diferencia tan contrastantemente, además, de la Primera?

«Se dice que Brahms, en una carta que le manda a la persona de la editorial que imprimió la partitura, le dice que nunca había compuesto una obra tan triste y tan melancólica. Pero personalmente yo pienso, y creo que no soy el único, que eso claramente es un sarcasmo, porque después de la Sinfonía en Do menor, si uno escucha la Sinfonía en Re mayor, de principio a fin, es una sinfonía muy alegre, muy brillante. El último movimiento es un triunfo de principio a fin, el scherzo también y el tercer movimiento es muy lúdico. Entonces estamos hablando de una obra que, en general, tiene mucha, pero mucha luz, y que es muy alegre. Entonces creo que ese comentario claramente era un sarcasmo (ríe), por parte del compositor, precisamente para contrastar todo toda la oscuridad de los primeros movimientos de la Sinfonía n°1».

Es interesante trabajar Brahms con una orquesta juvenil, y un buen e importante ejercicio para los músicos en formación, ¿no?

«Sí, claro, porque el lenguaje musical de Brahms es demasiado descriptivo y demasiado atmosférico sin que haya un programa. Eso es lo que lo hace tan difícil la música de Brahms; hay que hablarla y cantarla mucho, es decir, es un lenguaje donde el fraseo es uno de los aspectos más importantes que hay que destacar, junto con el trabajo motívico, y musicalmente eso siempre es un trabajo muy minucioso. Es una especie de continuación del trabajo que inició Beethoven en sus sinfonías. La Segunda Sinfonía, en particular, representa una liberación musical que vivió el compositor después de estrenar su Primera Sinfonía. La Primera Sinfonía la estrenó cuando él tenía 43 años, y con 43 años hacer una Primera Sinfonía, todos sabemos que el camino hasta ahí fue muy, pero muy largo, hasta que Brahms se decidiera a hacer la Primera. La Segunda la compuso y la estrenó un año después, inmediatamente, y refleja precisamente esa liberación, en el sentido de que se confirmó a sí mismo que estaba en condiciones de escribir una sinfonía a la altura de otros compositores que él tenía como ídolos, es decir, Beethoven y Schubert. Después del triunfo de la Primera Sinfonía, él muestra su lado más alegre y más profundo también en la Segunda. Así que es una sinfonía muy hermosa de interpretar. sobre todo con jóvenes, que pueden transmitir muy bien ese espíritu».

Hablemos del curso de dirección que usted dictará en la FOJI. ¿Cómo va a funcionar? ¿Por qué es importante que se realice este tipo de cursos en nuestro país?

«Siempre es importante acá en Chile que se realicen actividades pedagógicas en cuanto a la formación de directores. Estamos en muy buen camino, en los últimos años ha habido muchas personas que han aportado en fomentar una nueva generación de jóvenes directores que trabajen tanto a nivel de orquestas profesionales como también a nivel de orquestas comunales y orquestas juveniles. Sin duda Rodolfo Fischer ha sido una figura muy relevante, ha sido uno de los primeros que ha invertido tanto tiempo y esfuerzo, de una manera sistemática, para trabajar regularmente acá en Chile para fomentar a esa nueva generación. Yo también me veo en esa posición y estoy muy interesado en contribuir. Este curso en la FOJI representa una continuidad de ese trabajo que hemos comenzado hace unos años. El primer curso que hice en la FOJI fue en 2018, en paralelo estoy haciendo cursos internacionales, de hecho ahora en septiembre tengo mi primer curso internacional en Dresde y el próximo año también queremos volver a hacer otro curso en Chile en otra ciudad, con la FOJI, estamos en planificación. Para mí es muy importante poder trabajar también en el área pedagógica, y creo que la FOJI ofrece un excelente marco para poder desarrollar esas actividades. En este curso vamos a trabajar con ocho a diez participantes activos, vamos a hacer sesiones de análisis de partituras, sesiones personales de uno a uno de trabajo de técnica de técnica de batuta y de lenguaje corporal, vamos  a hacer análisis de videos y vamos a trabajar con dos pianos, y luego vamos a seleccionar, para el último día del curso, a cuatro participantes del grupo. Ellos van a tener una sesión el día miércoles con la misma Orquesta Nacional Juvenil, vamos a darles la posibilidad a cuatro candidatos de tener esa experiencia de poder trabajar con la misma orquesta. Estamos todos muy contentos de poder hacer eso».

Aparte de trabajar con la Orquesta de Universidad de Dresde, usted ha tenido un rol importante en la formación de figuras como Luis Toro Araya, quien ha tenido un despegue impresionante. Acaba de ser elegido Dudamel Fellow en la Filarmónica de Los Angeles, ganó el premio del público además el de ópera en Rotterdam, fue finalista en Salzburgo, y es un director que lo reconoce a usted como su mentor. ¿Cómo ve a Luis Toro Araya y cómo fue la relación que usted tuvo con él?

«Creo que Luis fue muy inteligente en tratar de aprender lo más posible, por interés propio, de todos los directores que venían a trabajar a Santiago. Así fue como nos conocimos, en 2016, 2017, cuando él aún tocaba en la Sinfónica. Y sí, compartimos un tiempo con clases y yo creo que eso con los años poco a poco se fue transformando ya menos en una relación profesor alumno y actualmente ya es una relación de colegas. Con todo el trabajo que él mismo ha hecho en los últimos años, con su propio esfuerzo, ha tenido un desarrollo brillante, lo que se confirma con todos los resultados de estos concursos que él ha estado haciendo. Creo que él ya está en una posición de poder iniciar una carrera internacional de manera independiente. Somos amigos y colegas, pero el mérito siempre es de él. Creo que Luis es un músico brillante, muy talentoso. Como alumno, siempre tuvo el interés que tienen que tener los estudiantes en avanzar lo más posible en la menor cantidad de tiempo posible. Pero con el talento musical que él tiene, no me sorprende, la verdad, que le esté yendo tan bien».

Hay dos cosas que uno ve en común entre Luis Toro Araya, cuando uno conversa con ustedes como periodista. Una es la decisión madura de ir a los ritmos que vayan dándose las cosas, sin saltarse ninguna etapa, no tener un anhelo de velocidad, no ser impaciente, eso siempre lo transmiten en las entrevistas. Y lo otro es la certeza de que la música es algo que se hace en conjunto, quizás tiene que ver con que los dos tocaron violín en orquesta, pero siempre se trasluce que entienden el rol de los demás y que tienden a tener un trato horizontal. ¿Cómo ve el camino que está haciendo Luis Toro Araya?

«Creo que es una mezcla de dos cosas. Una cosa son las oportunidades que a uno se le van dando y que uno genera de manera directa o indirecta, y lo otros son las decisiones que uno toma cuando a uno se le enfrentan posibilidades donde un puede optar. Creo que ahí, en ese momento, es importante ser bien intuitivo a la hora de tomar las decisiones y elegir qué decisión es la correcta para uno. Ahí, seguro que hay que ser sensato, sobre todo, y ver cuáles son los pro y los contra de las diferente opciones si te invitan a hacer este proyecto, si lo haces o no, si está bien, si está mal, si uno se expone demasiado antes de tiempo, o no le queda bien. Uno se asesora y lo conversa con colegas también, son temas que siempre se conversan entre amigos cercanos y directores cercanos, es algo bien natural. Y en ese sentido, yo creo que Luis va a un ritmo que para mí se ve muy natural. Pese a su edad, Luis está a la altura de hacer un trabajo musical de muy alto nivel en el ámbito internacional. Estos reconocimientos le llegan en un momento perfecto».

Cuando uno habla con los músicos de las orquestas, de las cosas que más les gusta de usted es que habla desde adentro de la orquesta y que habla poco. Que muestra más de lo que habla. 

«En cuanto al aspecto técnico de cómo trabajamos con la orquesta, de tratar de ser eficientes, nosotros invertimos mucho tiempo y energía intensa, años de trabajo en un aspecto. Tanto Luis como yo somos del grupo de directores que estamos convencidos de que el lenguaje corporal y la técnica de batuta son fundamentales para poder comunicarse bien con la orquesta sin palabras. Porque hay un tema natural de los músicos: mientras más tú te puedes comunicar de una manera no verbal con los músicos es más efectivo, porque ahorras tiempo, puedes trabajar más cosas después, puedes mostrar más cosas. Para los músicos es una forma más natural y eficiente de hacer música. Entonces creo que a ningún músico le gusta que los directores se coloquen a hablar, y eso es un tema básico de la filosofía de mi escuela de dirección, que es la finlandesa, la que es extremadamente pragmática. El director habla sólo lo justo y necesario. Bueno, uno lamentablemente siempre termina hablando de más, pero tendemos a hablar poco, ser efectivos en los ensayos y mostrar todo con el lenguaje corporal, o sea, que la comunicación con la orquesta sea básicamente a través de eso».

¿Nos podría comentar algún proyecto que tenga, o alguna invitación para estos meses o el próximo año, tanto en Chile como fuera de Chile?

«En La Serena vamos a trabajar juntos en el programa MusicAhora, continuando el trabajo con obras contemporáneas chilenas, y en Alemania vamos a revisar proyectos a futuros, definiendo fechas, con la Sinfónica de Nuremberg, orquesta con la que estuve este año. En Japón también hay fechas de planificación para los años que vienen y siempre hay actividades con diversas orquestas en Alemania. Pero este año en particular, el 2022, lo estoy enfocando sobre todo en todo el tema pedagógico y de trabajo en Alemania con orquestas juveniles. Para el próximo año, 2023, va a haber conciertos en Chile seguramente, con la Sinfónica, con la Filarmónica, ojalá, estamos en planificación. Así que de a poco está reactivándose todo después de la pandemia».

Retornemos al futuro inmediato. ¿Cómo invitaría a los auditores de Radio Beethoven a los conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil del 22 y 23 de julio?

«Lo más interesante va a ser el estreno de la obra Sueños de una machi del compositor nacional Ismael Huerta, que la vamos a estrenar con la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil. Es muy atmosférica, y muy evocativa de elementos característicos característicos de la naturaleza y del folclor. Y la escucharemos en contraste con la Segunda Sinfonía de Johannes Brahms, que es una obra prácticamente del Romanticismo tardío y que es una obra muy personal del compositor, en la cual vamos a disfrutar de un lenguaje muy profundo y muy emocional. También escucharemos Leonora n°3 de Ludwig van Beethoven, que es una obra muy heroica, del clásico tardío. Precisamente Beethoven consigue el puente hacia el Romanticismo, entonces ése es el puente que después Brahms continúa desarrollando de su propia manera en su lenguaje. Con eso hacemos un programa muy contrastante que de seguro le va a gustar mucho al público».

Coordenadas
Viernes 22 de julio, 19 horas. Teatro CorpArtes (Rosario Norte 660). Acceso liberado, previo retiro de tickets en foji.cl, aquí.
Sábado 23 de julio, 19 horas. Aula Magna de la Universidad Técnica Federico Santa María (España 1680, Valparaíso). $8.000 general y $5.000 adultos mayores y estudiantes. Entradas aquí.

Por Romina de la Sotta Donoso | 17-07-2022.

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