Elizabeth Subercaseaux: "Me di bien pocas licencias literarias en este libro sobre Beethoven"
enero 24, 2023
La tataranieta de Robert Schumann y Clara Wieck publica la novela biográfica Beethoven, la Música del Silencio con Catalonia. Aquí, entrega los detalles de esa investigación y revela que ya está trabajando en futuras entregas sobre Wagner y Chopin, y que en abril lanzará una novela de suspenso.
photo_cameraElizabeth Subercaseaux. Foto: Clara Letelier.
Tiene una extensa y relevante carrera como periodista y como escritora. Trabajó en diversos medios escritos de Chile y del extranjero.
Elizabeth Subercaseaux (1945) ha ejercitado con maestría la sátira, en libros como Eva en el mundo de los jaguares (1998), Matrimonio a la chilena (1997) y La rebelión de las nanas (2000). También en su serie Barrio Alto —Vendo casa en el Barrio Alto (2009), Compro Lago Caburga (2011), Clínica Jardín del Este (2013) y Vendo todo lo que tengo (2020)— que representa un enorme éxito de ventas.
Una semana de octubre (1999), una década después recibió, ya traducida, el premio Liberaturpreis a la mejor novela del año de Asia, África y América Latina. Sus libros, de hecho, han sido traducidos al inglés, alemán, coreano, francés, holandés, portugués y al italiano.
El foco en los derechos humanos y la ácida crítica social que Elizabeth Subercaseaux ha desarrollado -con conocimiento de causa- la sitúa como una voz sumamente original.
Igualmente ha trabajado en temas históricos, por ejemplo, en la historia de Chile en los siglos XIX y XX, en sus novelas La Patria de Cristal (2017) y La Patria Estremecida (2019), ambas tuvieron un aplauso unánime de la crítica y gran convocatoria de lectores. El tercer volumen, La Patria en Sombras(2022) recorre igualmente lo que le sucede a una familia, reflejando así el contexto social, pero en este caso entre 1973 y 2005.
Ahora, acaba de lanzar una novela biográfica que consagra a uno de los mayores compositores de todos los tiempos: Ludwig van Beethoven. Lo hace después de dos entregas centradas en Robert Schumann, Clara Wieck y Johannes Brahms. La primera pareja, la retrató en La música para Clara (2014) y al segundo le dedicó La pasión de Brahms (2016).
Elizabeth Subercaseux lanza ahora Beethoven. La música del silencio (Catalonia). Y Radio Beethoven ha conversado al respecto con esta escritora.
Primero, hablemos de Robert Schumann y Clara Wieck, porque es particularmente interesante que usted tenga una relación de parentesco. Su madre era bisnieta de Robert Schumann y Clara Wieck, ¿no?
«Exactamente, y es una relación muy cercana porque mi madre se crió en la casa de su abuela, que es la segunda hija de los Schumann. Así que para mi madre la mamá de su abuela era un personaje muy presente. El padre había muerto hacía muchos años, pero Clara Wieck fue un personaje muy presente en la familia de mi mamá porque en realidad mi mamá fue hija del único hijo que sobrevivió de la hija de Schumann, así que vivían con la abuela».
Últimamente, somos testigos de que mucha gente, incluso aficionados a la música, se sorprenden de que Clara Wieck haya sido compositora, sienten que la están redescubriendo. ¿Cómo fue en su entorno familiar? ¿Ella siempre fue considerada como una compositora?
«No, no cuando yo era niña chica. Cuando yo era chica prevalecía la idea de que Clara Wieck era la más grande pianista que había visto nunca la humanidad, lo que es cierto, porque hasta ahora no ha habido nadie como ella, no sólo la más grande pianista sino la gran embajadora, porque tú tienes que pensar que a Beethoven, a Mozart, a Bach y a muchos de estos músicos de que partieron en el siglo XVIII nosotros los conocemos gracias a la Clara Wieck, o sea, en Francia no habrían conocido nunca a Brahms, si no hubiera sido por la Clara Wieck. En Inglaterra no habrían conocido a ninguno sino hubiera sido por la Clara Wieck. Acuérdate de que en ese tiempo no había disco, entonces la única manera de conocer a un músico era que el músico mismo estuviera sentado al piano tocando su música o que hubiese alguien que lo interpretara y ese alguien en el siglo XIX fue la Clara Wieck. Pero mi mamá siempre se conseguía las composiciones de ella, por ejemplo, cuando iba a Londres. Lo que pasa, claro, es que escuchábamos más la música de Schumann. Träumerei, por ejemplo, yo creo que yo nací con esa música en mi oreja».
Del estudio que hizo para el libro La música para Clara, surgiría después La pasión de Brahms. «La verdad es que los Schumann y Brahms formaron una suerte de triunvirato de la música», apunta.
En el caso de Beethoven, ¿cómo fue para usted hacer la investigación biográfica? ¿De qué tipo de fuentes se valió?
«Bueno, leí desde luego todas las grandes biografías de Beethoven que se han escrito en inglés, en alemán y que están traducidas al español. Las leí también en inglés y con un diccionario, en alemán, algunas que no están traducidas ni al inglés. Eso para empezar. Todas las cartas, porque esa fuente es muy importante. En suma, fue exactamente la misma investigación que hice para Brahms y para los Schumann, así que fue una gran investigación que duró 10 años donde entraron todos. Lo de Beethoven fue más bien profundizar en él y ya olvidarme un poco de la época y de lo que pasaba, por el hecho de que todos estos músicos pertenecieron a la misma época, al final son todos músicos del Romanticismo».
Al estudiar a uno,inevitablemente estaba investigando a los cuatro.
«Claro, y sobre todo porque en esa época los músicos se comentaban mucho entre ellos, entonces hay muy pocos artículos o cartas que haya escrito alguno de los otros músicos donde no hablen de Beethoven, por ejemplo, y te digo todos, Chopin, todos. Después, más adelante, Wagner también habla. No era como ahora; te fijas que ahora los músicos no se comentan entre ellos, los escritores no se leen entre ellos, no se comentan. En el siglo XIX y comienzos del siglo XX era muy distinto eso; había un mundo de la música, un mundo de la literatura, donde todo esto se comentaba, donde los datos pasaban, donde las fuentes se pasaban de mano en mano, entonces tú encuentras información en todas partes, incluso en cartas que se escriben dos amigos de Brahms, tú encuentras que están hablando de Beethoven».
Algo que deja muy en claro su libro es el lugar que ocupaba la música en la sociedad. Era un asunto importante, por muy difícil que fuera sostenerlo financieramente, de todos modos ocupaba un lugar importante en la sociedad.
«Por supuesto, entre la nobleza particularmente, que era la parte de la sociedad que tenía el dinero. Los nobles fueron los grandes mecenas, o sea los músicos dependían de los nobles, porque los músicos para componer necesitan tiempo, y ese tiempo es su trabajo y mientras están componiendo nadie les paga y las cuentas siguen llegando a la casa y los niños hay que seguir manteniéndolos, entonces al final los nobles lo que hacían es que los mantenían para que pudieran componer. Y había un gran interés por la música y por la cultura. Además, estamos hablando de Europa, ése es otro punto que es muy importante, estamos hablando de un continente antiguo, culto, donde la cultura siempre importaba muchísimo. La música, la literatura, no te digo nada del arte, no hay más que ir al Museo d’ Uffizi en Florencia».
Es interesante que en su libro usted va haciendo el contrapunto entre dos tipos de música de tradición escrita, distinguiendo la que es más comercial, diversión y entretenimiento y que cohabitaba con la música de tradición oral. A través de lo que va hablando Beethoven, uno percibe esa distinción que está instalada hasta hoy, que hay música que se está haciendo con fines distintos de la música por sí misma. Es parte de las reflexiones que hace Beethoven en su libro.
«Claro. Beethoven sentía un gran desprecio por la música popular. Encontraba que los vieneses tenían pésimo gusto, con los valses, y para qué te digo el desprecio que tenía por alguna ópera, no por todas. A lo mejor le gustaba La Flauta Mágica, pero pero en el libro está por ejemplo el gran desprecio que tenía por Rossini. ¿te acuerdas de unas partes donde se burlaba de Rossini? Lo trataba como un músico barato, haciendo óperas para tontos, te fijas. Él sentía desprecio, era un poco arrogante en ese sentido Beethoven. Él más bien abogaba por una música refinada, purista, que se tocara en ambientes donde realmente la comprendieran y nada que se pudiera andar bailando en los parques de Viena».
Usted también va describiendo el ambiente social, cómo se vive en la calle yadentro de la casa, es muy minuciosa la descripción de los ambientes, tanto públicos como privados. Hay que pensar que Beethoven vivió en un momento histórico bien preciso y tuvo dificultades reales para vincularse con gente que podía haber financiado su trabajo. Tenía un orgullo muy grande, porque entendía qué es lo que estaba haciendo, exactamente lo mismo que uno ve en Violeta Parra, que tenía la misma actitud, ella sabía lo que estaba haciendo, conocía su valor. ¿Usted cree que Beethoven es un hombre de su tiempo?
«Por supuesto, él es un hombre de su tiempo y es un hombre de su pueblo, como le gustaba ser llamado. En ese sentido, él se comparaba con Napoleón. Tenía una relación muy ambigua con la nobleza, le agradecía a los nobles su apoyo económico, pero al mismo tiempo sentía un profundo desprecio por esa clase social. Porque él era un hombre de la clase media, nieto de un kapelmeister, que es un maestro de capilla, su padre era bastante alcohólico, eran pobres, no pertenecían ni a los ricos comerciantes ni a los nobles. Entonces en ese sentido él se consideraba un hombre del pueblo y por supuesto que es un hombre de su época, no hay más que ver sus ideas políticas. Él fue un gran admirador de la Revolución Francesa, de las ideas. Napoléon para él era un grande, aunque después lo decepcionó, por supuesto, cuando se auto-coronó emperador y sus huestes entraron a Viena, ahí él se decepcionó profundamente de Napoleón, pero nunca dejó de admirarlo. Y cuando los ingleses lo dejaron morir a Napoleón, rodeado de ratas y de aguas podridas en la isla Santa Elena, Beethoven estuvo furioso y lamentó terriblemente que un hombre de ese talante, de ese tamaño humano muriera de esa forma y encontró que los ingleses eran unos verdaderos bárbaros».
Es impresionante también cómo va usted vinculado a Beethoven con otras figuras a través de los diálogos que establece, lo que sucede con Mozart o con Goethe, o la parte que me encantó, con Schubert. Esos diálogos imaginarios, pero fundamentados en la investigación, son bastante ricos porque muestran a un Beethoven no sólo en la acción con otros, sino en sí mismo. Uno siente que está dentro de Beethoven.
«Claro. Y tú sabes que todo el diálogo con Goethe está completamente documentado, eso fue lo que hablaron en realidad, y casi con esas mismas palabras, porque Beethoven lo contó después en una carta. Y Goethe también lo comentaba, ese choque que tuvieron ellos dos. Eran como el agua y el aceite. Uno era un especie de huracán y el otro era la hojita al viento. A pesar de que era una gran personalidad también y un carácter muy fuerte, Goethe había sabido dominar sus demonios, en cambio Beethoven no los supo dominar nunca, más bien los demonios lo dominaban a él. Entonces ése fue un diálogo áspero y todo eso que le cuenta Goethe de su encuentro con Napoleón, todo eso está totalmente documentado. Y también sus conversaciones con Schubert están documentadas. Yo me di bien pocas licencias literarias en este libro, la verdad. Más bien las cosas que él piensa son las licencias, son cosas que yo pienso que pudo haber pensado de acuerdo a las cosas que yo he leído, te fijas, pero aparte de eso no hay prácticamente licencias».
Entiendo. Ahora, en lo que respecta a la vida amorosa o la forma de relacionarse con las mujeres, ¿ahí cómo lo trabajó usted? Después de su investigación, después de madurar todos estos contenidos, para usted ¿Beethoven era una persona también pasional en la búsqueda del amor, del vínculo amoroso,en las relaciones con las mujeres?
«Claro, él siempre buscó ser amado, encontrar una persona que le amara y que, como dice él, le preparara la sopa. Él quería llegar a su casa, quería tener un hogar donde se escuchasen risas de niños, donde hubiera olor de sopa de verduras, ésa era su ilusión. Pero nunca pudo encontrar a una mujer que viera al hombre detrás del compositor, ése fue el problema. Y además, tal como le decía una de sus grandes amigas, él buscaba en el lugar equivocado. Porque se enamoraba de puras nobles y esas nobles lo miraban para abajo, nunca se iban a casar con él porque no era noble y no tenía plata, entonces era como una especie de círculo vicioso que jamás se rompió, y que lo llenó de frustración porque se sentía solo. Y él no quería estar solo, y se enamoraba de estas mujeres, y además le gustaban lindas, le gustaban nobles y tenían que saber música, o sea, imagínate tú, adónde iba a encontrar a esa mujer entre mujeres que vieran en él algo distinto del genio que era para la música. Eso fue lo que le pasó, nunca vieron al hombre esas nobles, y además no era rico y ésta es una época en que las mujeres de la nobleza cómo se te ocurre que se iban a casar con un músico pobre, eso no existía en el siglo XIX».
Es bien dramático eso, ese casarse «bien» o emparejarse «bien», verle la utilidad financiera al vínculo, y que nos recuerda una de las cosas más dolorosas que ha transitado a través de nuestra sociedad, ese vínculo poco genuino, finalmente.
«Claro, por supuesto, y en el siglo XIX, en la nobleza era una obligación casarse con alguien de dinero, y las madres hacían una profesión de sus vidas el casar bien a sus hijas. A eso se dedicaban, ésa era su pega. Encontrarte un novio rico y noble (ríe), a la hija. Es la época».
Ahora la relación con el sobrino siempre ha sido muy interesante, porque es muy compleja y difícil, y sin embargo en la historia quedó el sobrino como alguien que hizo gran cosa por la herencia de su tío, sin el sobrino es difícil imaginar qué hubiera sucedido con el legado de Beethoven. Sin embargo, en vida no fue tan fácil la relación. Es una figura muy interesante que pasa a ser como el hijo de Beethoven.
«Lo que pasa es que Beethoven lo trató mal, ésa es la verdad. O sea, Beethoven trató de hacer de ese niño algo a la imagen y semejanza de él, y ese niño era distinto, no le interesaba la música. Beethoven lo sometió de una manera muy injusta y muy difícil para un niño, tú no puedes pescar a un niño de 10 u 11 años, que era lo que tenía este niño cuando Beethoven lo adoptó, y sentarlo diez horas al piano en lugar de dejarlo ir a jugar a las bolitas con los amigos. Yo creo que Beethoven también abusó mucho del niño, lo sobreprotegió, lo martirizó, ésa es la verdad. Entonces el niño terminó odiándolo».
¿Hace cuánto vive en Estados Unidos usted?
Hace 32 años. Mucho.
¿Y vota?
«Claro que voto. Voto aquí, voto en Chile, voto en todas partes (ríe)».
¿Está haciendo en paralelo trabajo periodístico o está dedicada a la escritura?
«No, del periodismo me jubilé hace muchos años, yo estoy dedicada solamente a la literatura. Nada más que a escribir».
¿Y está trabajando ya en nuevos libros ya en este minuto? Imagino que no ha parado, ¿no?
«Sí, no, no he parado, cómo se te ocurre. En abril vamos a presentar una nueva novela. Lo que yo hago en general es que cuando termino las investigaciones tan largas y estos libros más complicados de los músicos, o los de la historia de Chile, que también significaron mucha investigación por todo el siglo XIX y todo el siglo XX, entonces escribo libros más livianos, de algún modo más fáciles de escribir, así que ahora en abril viene una novela de suspenso que es muy entretenida. Se llama El día de tu muerte. Pero ya estoy metida en una nueva investigación, estoy investigando a Chopin y a Wagner».
Maravilloso. ¿Y cuál es la obra de Beethoven que le impactó profundamente, aquella obra que usted sintió que algo pasaba cuando la escuchaba?
«Mira, yo siempre he sentido que algo me pasa cuando escucho el segundo movimiento de la Quinta Sinfonía, que es el que a mí de Beethoven más me gusta desde chica, desde niña. Me gustan también algunos de sus conciertos, porque tiene unos conciertos preciosos, y la Novena Sinfonía que todos conocemos también es maravillosa, pero a mí con ninguna de las cosas de Beethoven me pasa lo que me pasa con el segundo movimiento de la Quinta Sinfonía».
¿Se estremece?
«Lo encuentro absolutamente magistral. Para mí, es inmortal ese movimiento. Es maravilloso».
Pensando en los auditores de Radio Beethoven, ¿qué les diría a modo de invitación para buscar este libro sobre Beethoven y disfrutarlo?
«Yo les diría que, si les gusta la música de Beethoven y tienen interés en saber cuál es el hombre detrás de esa genialidad que están escuchando, lean este libro. Cuáles son sus amores, cuáles son sus frustraciones, qué le pasó cuando se dio cuenta de que se estaba poniendo sordo, cómo pudo componer la Novena Sinfonía sin escuchar ni una sola de las notas… Para entender todo eso y para saber qué pasó con su vida detrás del piano, lean este libro».
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