El director Luis Toro Araya ahora es finalista de dos concursos
junio 9, 2021
En menos de 20 días, el músico chileno quedó como finalista del Concurso de Rotterdam y del Premio Herbert Von Karajan. En esta entrevista, el director de 25 años de edad revela cómo está siendo esta experiencia y por qué incluye obras chilenas en sus programas en Europa.
photo_cameraLuis Toro Araya. Foto: José Abarca Herrera.
El suyo es un caso excepcional: en menos de 20 días, el director chileno Luis Toro Araya (1995) ha sido elegido como finalista en dos concursos internacionales de primera línea a nivel mundial.
Este 9 de junio se dio a conocer que el músico de 25 años de edad fue seleccionado como uno de los seis finalistas del Concurso Internacional de Dirección de Rotterdam, ICCR, por sus siglas en inglés. El anuncio está aquí.
Pero Luis Toro Araya también se convirtió en uno de los tres finalistas de uno certámenes más prestigiosos del mundo, el Herbert von Karajan Young Conductors Award, y dirigirá a la Camerata Salzburg en el Festival de Salzburgo, el próximo 8 de agosto. Este anuncio se realizó el 21 de mayo, y Radio Beethoven fue el primer medio chileno de comunicación que entrevistó a Luis Toro Araya en ambas ocasiones.
«No puedo estar más contento, la verdad. Fue un buen timing. Creo que también se debe un poco al coronavirus porque esta selección de Rotterdam se iba a realizar en diciembre del año pasado, y se tuvo que posponer por la pandemia. Así se dio, por coincidencia, que muchos concursos de dirección están ocurriendo en estas fechas», comenta el director nacido en Vicente de Tagua Tagua.
«Lo interesante es que ofrece un formato novedoso para lo que son concursos de dirección. Rotterdam es un concurso extremadamente grande y con una planificación sencillamente gigante. Es primera vez que se hace», agrega Luis Toro Araya.
El director chileno era uno de los dos latinoamericanos de los 24 candidatos que participaron en estas rondas de selección, y tuvo la oportunidad de trabajar con la Sinfonia Rotterdam en un concierto que se transmitió en live streaming el 1 de junio y que puede verse aquí.
«Los seis participantes que fuimos seleccionados vamos a hacer el concurso propiamente tal en junio del próximo año. Eso consiste de cinco rondas en las cuales no hay reducción de participantes, entonces cada uno trabaja con cinco orquestas o ensambles diferentes y las rondas se dividen por especialidades: Barroco, Clásico temprano y repertorios romántico, contemporáneo y operático, Así, Rotterdam te da la posibilidad de mostrarte en diferentes estilos, y cada ronda tiene un premio para el mejor de esa ronda. Entonces, lo más interesante es que te desafía en varios estilos distintos y que sabes que de todas maneras tienes cinco rondas para para dirigir, no está la presión de que te van a eliminar en una de las rondas», detalla el director.
El primer premio de cada una de esas rondas en Rotterdam representa un reconocimiento monetario de € 7.500. En tanto, el Grand Prix corresponde a la suma de € 15.000 y el Premio del Público, a € 10.000.
El mismo día en que le tocó dirigir en el Concurso de Rotterdam, el 1 de junio, los organizadores del Herbert von Karajan Young Conductors Award dieron a conocer los programas que los tres finalistas dirigirán en sus conciertos, dentro del Festival de Salzburgo, en agosto próximo.
Lo que podría haber sido un anuncio formal, de carácter informativo, sin embargo, en el caso de Luis Toro Araya fue unan noticia en sí misma, puesto que decidió incorporar una obra escrita en 2018 por un compositor chileno: Canción de Cuna para Fuegia Basket, de Tomás Brantmayer.
¿Por qué eligió esta obra de Tomás Brantmayer?
«Siempre me siento contento de compartir música chilena en los diferentes conciertos que haga. Conocí a Tomás Brantmayer hace varios años, cuando Helmuth Reichel estaba dirigiendo esta misma obra con la Orquesta de Cámara de Chile, y fue para mí bastante interesante verlo a él estar presente en los ensayos. La obra me cautivó bastante porque tiene una historia que está muy conectada con la parte indígena chilena, con la historia que tenemos nosotros como pueblo, y eso está muy bien reflejado en la música. Me gusta mucho que la obra se basa en la búsqueda de la identidad, que habla de buscar el lugar adonde uno pertenece. Me agradó mucho la forma de ser de Tomás, su cordialidad y la honestidad que él tiene a través de su música, así como la manera en que él se relacionaba con los músicos, la disponibilidad que tenía para hablar sobre su música. Por todo eso, siempre tuve en mente esta obra. Desde ese momento he estado en contacto con Tomás y tengo algunas de sus partituras».
Su programa para el Festival de Salzburgo se completa con Concierto Rumano para Orquesta de György Ligeti; la Cuarta Sinfonía de Ludwig van Beethoven y el aria Per pietà, non ricercate, de Wolfgang Amadeus Mozart, con la actuación solista del tenor Ángel Macías. Ver el anuncio aquí.
De su compromiso con la música chilena, que incluye habitualmente en sus programas en Europa, de su decisión de cambiar desde el violín, que era su instrumento de origen, a la dirección, y del trabajo que viene ahora para el Concurso Herbert von Karajan, conversó Luis Toro Araya en la entrevista que viene a continuación, y que publicamos originalmente el 31 de mayo.
Aunque se formó primero como violinista, y como tal tocó tres años en la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, en paralelo, Luis Toro Araya empezó a estudiar en forma privada con directores como Jorge Rotter, Leonid Grin y Garrett Keast. También con Helmuth Reichel Silva, de quien es director asistente en numerosos proyectos.
Hace tres años y medio, Toro Araya se radicó en Europa. Acaba de terminar sus estudios de dirección orquestal en la Hochschule der Künste de Zúrich, y dirige hace casi tres años una Orquesta Juvenil en Berna.
Lo primero que destaca Toro Araya del concurso Herbert von Karajan del Festival de Salzburgo es que se organiza de una manera bastante especial. «En la mayoría de los concursos de dirección hay dos, tres, cuatro o cinco rondas donde te dan 20 o 30 minutos como máximo y en esos minutos tú tienes que ensayar. Y así hacen la selección. En cambio, en este concurso la final es un proyecto completo con la Camerata Salzburg; lo que está mucho más cerca de la vida real: son tres ensayos más ensayo general más un concierto, y eso es lo que se evalúa. Es un desafío que corresponde a cómo funciona el mundo profesional en la vida real», señala.
El certamen, cuenta, antes se conocía como Concurso Nestlé, porque ése era el principal sponsor, postulaban entre 70 y 80 directores, con videos, y en la semifinal invitaban a ocho de ellos. «Ahora que el sponsor es Rolex y que el nombre cambió a Concurso Herbert von Karajan, tuvieron 250 aplicaciones e invitaron a ocho directores. Esto fue hace tres semanas; tuvimos que dirigir un ensamble contemporáneo y la orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Y ahí seleccionaron a los tres finalistas que somos los que vamos a hacer un concierto cada uno con la Camerata Salzburg en agosto, en el marco del Festival de Salzburgo».
¿Qué obras le tocó interpretar en esta fase en que eran ocho candidatos?
«En la primera parte, la Sinfonía de Cámara de Schoenberg, con un ensamble, y en la segunda parte, que fue con la orquesta del Mozarteum, un movimiento de la Sinfonía N° 39 de Mozart y un movimiento de la Primera Sinfonía de Beethoven».
¿Cómo fue esa combinación?
«Mezclar el lenguaje de Schoenberg, que es un poco más complejo, con repertorio puramente clásico, con Beethoven y Mozart, fue bastante interesante porque nos dio la posibilidad de mostrar más contrastes en diferentes tipos de música. Dirigir esa música en Salzburgo con una orquesta con tanta tradición… Me sentí muy afortunado de tener esa posibilidad».
¿Le resulta interesante que Schoenberg sea realmente parte del repertorio, a diferencia de lo que sucede en Chilecon la programación?
«Es interesante. Desde que vivo en Europa he visto que acá la música más moderna está más asimilada en lo que es la tradición. Para mí fue una fortuna, porque Schoenberg es sin duda uno de mis compositores favoritos, y de hecho fue la misma obra que yo dirigí para mi concierto de título, cuando terminé mis estudios en Zúrich. Fue una buena coincidencia».
En Chile, que no se ha completado un sistema para formarse como director de orquesta, suele suceder que uno tiene a directores que a los 30 años no han tocado obras clave del siglo XX, y que al seguir estudiando afuera descubren que en los conservatorios europeos y estadounidenses se trabaja con estudiantes de composición y que la música contemporánea no sólo es parte del repertorio, sino de la formación misma de un director.
«Exactamente. El programa de dirección en la Escuela de las Artes en Zúrich, donde estoy yo, es bastante progresista. Incluye, por ejemplo, improvisación libre, y se lo toman súper en serio, hay una tradición muy larga. Y cosas que hace cinco o seis años me hubieran parecido sin sentido, porque muchas veces son solamente ruido, uno descubre que tienen que ver con el trabajo en conjunto, con la búsqueda de timbres nuevos y son un input bastante interesante en la formación».
Usted tocó como violinista en la Sinfónica de 2014 a 2017, ¿cómo fue la experiencia, considerando su juventud? Tenía 18 años cuando entró, ¿no?
«Fue una transición, empecé a los 18 como extra, después estuve con un contrato con plazos, y al final estaba casi fijo en la temporada. Creo que fue el tiempo de mi vida que me hizo darme cuenta de que la dirección era mi pasión más grande. Desde que tenía 14, 15 años había sido una inquietud, nunca más que eso porque estaba dedicado al violín. Una vez que entré a la orquesta, me di cuenta de que el repertorio sinfónico era lo que más me fascinaba y que de verdad quería dirigirlo en algún momento. Y por otro lado, una de las cosas más importantes que he aprendido es entender un poco la perspectiva del músico de orquesta, que es tener esa sensibilidad de qué es lo que se siente estar sentado tras el atril, y entender un poco la sicología, el ritmo de ensayos, cómo funciona el tocar un instrumento físicamente, la energía que hay que llevar en el ensayo. Eso fue sin duda una experiencia maravillosa».
En esa misma etapa, entre los 18 y los 21, estaba en la fila de los violines, y empieza a formarse directamente tomando clases con directores como Jorge Rotter, Leonid Grin, Garrett Keast y Helmuth Reichel Silva, con quien todavía mantiene un vínculo de asistencia, ¿no?
«Claro. Cuando empieza la inquietud de dirigir, una orquesta de alto nivel como la Sinfónica te da la oportunidad de acercarte a diferentes directores, de preguntar opiniones. Fui bastante afortunado, la verdad, porque la gente a la que me acerqué siempre tuvo disponibilidad, consejos, desde tomarse un café, algunos desde proponerme hacer alguna clase. La más grande inspiración musical que yo he tenido en mi vida ha sido Juan Pablo Izquierdo, que hasta el día de hoy es el director que más admiro. Sin duda por la pasión que tiene por la música y, por otro lado, por su forma de ensayar, que me parece de verdad genial. Cómo él ve la música, cómo siente la música… su compromiso con la música me parece increíble. Y de él aprendí mucho; de todas las veces en que él se tomaba el tiempo de conversar conmigo. Y por otro lado Helmuth Reichel fue la primera persona que me incitó a cambiar el horizonte, a probar audiciones en escuelas de dirección en Europa».
¿Y qué es lo que más le gustó a usted cuando trabajó, desde el violín, con Juan Pablo Izquierdo?.
«Yo llevaba muy poco tiempo tocando en la Sinfónica, un mes o dos meses, recién estaba yendo algunas veces como extra, y me tocó con él Así habló Zarathustra, que es una de las obras más grandes que hay en el repertorio sinfónico. Siempre había escuchado el nombre de Juan Pablo Izquierdo, mi papá, que también es músico, siempre me habló mucho de él, pero yo nunca lo había conocido. Fue un shock trabajar con una persona así, porque el nivel de comprensión que él tiene de la música y esta energía de lograr un resultado musical al más alto nivel posible me inspiraron profundamente».
Volvamos al concurso von Karajan del Festival de Salzburgo. En las entrevistas que los organizadores hicieron a los tres finalistas para su sitio web (ver aquí) usted decía que en su ensayo no había sentido que estaba en una competencia, sino como una actividad de colaboración. ¿Puede profundizar en eso?
«Yo he hecho un par de concursos de dirección. y siempre es difícil desligarse de la idea de que uno está siendo evaluado por un jurado; siempre está esa presión inconsciente. Y yo creo que ésta fue la primera vez en que me olvidé un poco de esa idea y de verdad dije ‘Bueno, esto es casi como un ensayo normal y la idea es pasarlo bien, hacer música ,y no preocuparse de lo que resulte de esto».
El Concurso Herbert von Karajan- Rolex tiene un primer premio de € 15,000 y, lo más importante, un concierto dentro de la programación del Festival de Salzburgo 2022.
Entre el el 7 y el 9 de agosto se realizarán los conciertos de los tres finalistas del concurso von Karajan con la Camerata Salzburgo: Jonas Ehrler (Suiza) actuará el día 7 y el día 9 será el turno de Joel Sandelson (Gran Bretaña).
Luis Toro Araya tendrá a su cargo el concierto del 8 de agosto, a las 15:00 horas del Salzburgo, es decir, a las 9:00 horas de Santiago, ver más aquí. Todos deben diseñar un programa con una obra del clasicismo, otra contemporánea y un aria de Mozart que integrará como solista a un cantante del Young Singers Project del Festival de Salzburgo, y contarán con la Camerata Salzburg.
«Esto consiste para cada uno de los tres finalistas en un tiempo normal de ensayo, digamos tres ensayos más ensayo general más el concierto, y tenemos que trabajar un repertorio que en este momento estamos definiendo con la organización del festival. Está claro que una de esas obras va a ser un aria de Mozart, y el resto del repertorio tiene que ser una mezcla un poco entre música compuesta después de 1950, y un poco de repertorio clásico, quizás Haydn, Mozart, Beethoven o Schubert. Al final del último concierto el jurado va a dirimir y entregará el Premio Herbert von Karajan a alguno de los tres», detalla Luis Toro Araya.
En la práctica, ¿qué representa para usted haber pasado a la final del Concurso Herbert von Karajan?
«Creo que, viniendo de un país que está geográficamente lejos y también muy lejos de de la tradición pura de la música clásica, digamos de las grandes ciudades como Viena, Salzburgo, en general de Austria y Alemania, ya fue un gran honor haber sido invitado a la semifinal y haber trabajado con la orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Pasar a la final, sin duda, es una tremenda alegría y una gran experiencia. Tener la oportunidad de hacer un concierto para el público de un festival que está celebrando 100 años… Me siento muy feliz de que haya resultado todo bien».
Ahora viene, además, la parte del trabajo real: tres ensayos, un ensayo general, el concierto, y esa es una tremenda oportunidad, cuando se trata de una orquesta como la Camerata Salzburgo, ¿no?
«Exactamente. Ahora viene lo bonito; uno se puede enfocar solamente en la música y en hacer un buen concierto, no pensando en qué va a pasar, en qué va a decidir el jurado. Con tener la oportunidad de hacer un concierto con una orquesta de gran nivel como ésta, en el Festival de Salzburgo, que es el festival de música clásica más importante que hay en el mundo, yo me siento más que pagado».
Usted debutó acá como director con la Orquesta Usach, en 2018 y ese mismo año condujo a la Sinfónica Universidad de La Serena. ¿Le interesa desarrollar vínculos con las agrupaciones nacionales, seguir conduciendo en el país?
«De todas formas. Siempre es bonito tener una conexión con el país del que uno viene y siempre es bonito volver, y ver a la gente que uno conoce en las diferentes orquestas. Además, a mí me encanta la música chilena también, trato de hacer música chilena cuando tengo algunos proyectos acá en Europa, y tengo contacto con algunos compositores en Chile. En La Serena por ejemplo teníamos un par de obras chilenas en el último programa que lamentablemente se canceló por la pandemia».
Ya que nació en San Vicente de Tagua Tagua, quisiera preguntarle por su cercanía con el acervo patrimonial tan fuerte de ese sector, en particular por el Canto a lo poeta. ¿Creció consciente de eso?
«Absolutamente. En los recuerdos que tengo de niño, San Vicente era más que nada campo. Entonces esa conexión con lo patrimonial y el folclor juega un rol bastante importante en la apreciación de la cultura, la música folclórica y la literatura también. Siento personalmente una cercanía con eso».
Mencionó que su padre es músico; ¿qué instrumento toca, y dónde?
«Cornista y director. Él tocó mucho tiempo en la Banda Sinfónica de la Fuerza Aérea, era el cornista solista y casi al final de sus años en la Fuerza Aérea estudió dirección también y fundó la Escuela de Música en San Vicente. Antes había solamente una banda, y él implemento la escuela, llevó más profesores, compró instrumentos de cuerda a través del Ministerio de Educación y dirigió por muchos años la orquesta infantil y juvenil, que es donde yo empecé a tocar».
Usted también dirige una orquesta juvenil en Berna. ¿Por qué le interesa ese trabajo?
«Me interesa porque hay un ambiente de trabajo distinto al de las orquestas profesionales. Quizás hay una energía que viene un poco más desde las ganas de innovar y de intentar cosas nuevas, de repente hay menos prejuicios con algunas cosas, por la inocencia de querer experimentar a través de la música, que me parece súper interesante. Llevo ya casi tres años con ellos, y ha sido una experiencia tremendamente enriquecedora. Ellos también han sido súper abiertos a mis propuestas; en uno de los primeros programas que hicimos juntos, por ejemplo, yo incluí una obra de Enrique Soro, y otro par de obras de compositores latinoamericanos. Resultaron súper bien, a la gente le gustaron mucho. Ha sido una colaboración bastante bonita».
Usted empezó a estudiar violín primero en la Universidad de Chile, luego se cambió a la Escuela Moderna, y se tituló con el maestro Alberto Dourthé. También allá en Europa, entró a la Hochschule der Künste de Zúrich, y allí se tituló con Johannes Schlaefli. Además, hizo un intercambio en la Hochschule für Musik Franz Liszt de Weimar, con Nicolás Pasquet. ¿Esos cambios obedecen a que estaba buscando algo muy específico?
«Creo que es importante tener claro que en este arte que es la música las cosas cambian mucho, que cambian muy rápido, y que hay tanto que aprender. Siento que cada vez que uno aprende más, uno se da cuenta de que lo que sabe es menos. Además, siempre hay distintas escuelas, distintas instituciones, orquestas y profesores que ofrecen miradas que quizás son más necesarias en el momento en que uno está en la vida, entonces hay que también tener un poco la sabiduría de hacer esos cambios».
¿Qué obra le gustaría dirigir de acá a tres o cinco años?
«Obras es difícil decir, porque soy bastante omnívoro en lo que es repertorio musical, pero sin duda Mahler es mi compositor favorito hace varios años, entonces siento una conexión un poco más especial con su música. Me gustaría ahondar más, tener la posibilidad de empezar a dirigir más. Si me preguntas por una obra que tengo en mente ahora, yo creo que sería la Tercera Sinfonía de Beethoven, la Eroica, que teníamos en el concierto del año pasado en La Serena y que tristemente se canceló por la pandemia. Fue una de las primeras partituras que yo compré, entonces iba a ser bien interesante volver a enfrentarse con esa música después de tantos años».
Pensando en el premio monetario que hay en el Concurso Von Karajan del Festival de Salzburgo, un director cuando tiene un premio en dinero, ¿lo primero que piensa es destinarlo a partituras? ¿Sucede como con los instrumentistas que siempre tienen en la mira el instrumento que sueñan adquirir en el futuro si logran reunir el dinero?
«Creo que depende de la persona. Yo igual he tratado, durante mi vida, de hacerme de varias partituras, así que no creo que tenga cierta urgencia, pero sin duda, la cantidad de material que uno acumula, de partituras que uno adquiere, es tremenda, porque el repertorio es tremendamente grande y vasto, entonces hay mucho que adquirir mucho también».
Por Romina de la Sotta Donoso | 09-06-2021 (actualización) 31-05-2021 (primera edición).
El estudiante de piano de la Universidad Austral y su colega Alejandra Veloso grabaron diez obras del compositor alemán en el disco Valdivianische Musik. Algunas son para piano solo y otras para piano a cuatro manos. Lo lanzarán el 21 de noviembre en Valdivia y el 29 en Concepción.
"Ellos superaron los límites de lo que se consideraba posible en el piano", indica Boris Giltburg y añade que en las sonatas que interpretará el 26 de noviembre "hay un cuento que la música quiere transmitir al público". El célebre pianista también entrega detales de sus grandes proyectos: la integral de Beethoven y El clave bien temperado.
El director chileno destaca la flexibilidad de la orquesta penquista, que lo eligió como su titular a sólo mese de su debut con la agrupación. Luis Toro Araya adelanta que planea hacer ópera y que es primordial darle espacio a los compositores nacionales jóvenes. Este mes está en Chile: el 7 y 8 de noviembre, vuelve a dirigir a la Sinfónica Universidad de La Serena, en los Wesendonck Lieder de Wagner, Beethoven y Schubert. Y después conduce a la Sinfónica UdeC.
El director y fundador de esta agrupación que tiene 20 años de existencia, hace un positivo balance de las recientes alianzas que han hecho y los nuevos públicos que están acerándose a una temporada que continúa e 23 de octubre con tres solistas nacionales. "Hemos tenido muchos solistas de muy buen nivel, con el apoyo de varias embajadas", comenta.
La obra fundamental del siglo XX será presentada en la 60a Temporada de Cámara UC el 22 y 23 de octubre, celebrando así los 150 años del natalicio de Arnold Schoenberg. El director chileno residente en Suiza, además, dirige a la Sinfónica Nacional Juvenil en la Séptima de Beethoven.
El director sueco debuta el 20 de octubre en el Ciclo Bach Santiago, con dos cantatas y un motete del genio barroco. Además, dirige en tres conciertos a la Orquesta de Cámara de Chile. ""Estoy tan contento por estar de vuelta y reencontrarme con todos mis amigos en Chile, tanto de la Orquesta de Cámara de Chile como de la Universidad Católica. Siempre han sido colaboraciones artísticas muy buenas", dice.
La excepcional intérprete e investigadora que ha sido premiada con el Diapaon dÓr y dirige el Museo San Colombano en Bologna, dará un recital de clavecín el 3 de octubre en la Temporada de la Fundación Guitarra Viva.
Una de las partituras más espirituales del célebre compositor estadounidense será interpretada junto al Ensamble Vocal Taktus que dirige Javiera Lara Salvador. Será el 4 de octubre en la Catedral de Santiago.
El domingo 29 de septiembre, la intérprete chilena dará un recital en Leipzig como cierre de una beca que le permitió tener en casa un clavicordio que perteneció a Herbert Collum. Abordará repertorio iberoamericano, con obras encontradas en Chile.