Paolo Bortolameolli: su primera Traviata es en Italia
julio 19, 2021
El director asociado de la Filarmónica de Los Angeles debuta en la ópera de Verdi en Macerata. Desde mayo, no ha parado: ha conducido ya en Italia, México, Finlandia y España. Aquí habla de la reactivación internacional de la música clásica y de las precariedades del sector que la pandemia dejó al descubierto.
No sólo es uno de los músicos chilenos con mayor proyección internacional, sino que ya tiene una activa agenda alrededor del mundo. Desde mediados de mayo hasta ahora, Paolo Bortolameolli (1982) ha actuado en Florencia, Helsinki, Gijón y Puebla. A fines de agosto, volará a California, para retomar sus actividades con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, de la cual es director asociado. Se presentarán junto al virtuoso violinista Ray Chen en el Hollywood Bowl el 31 de agosto.
Ahora mismo, está nuevamente en Italia, esta vez en la costa adriática: en la región de Las Marcas, pues fue invitado para el centenario del Festival de Ópera de Macerata. Para esta celebración, eligieron poner en escena solamente dos óperas: La Traviata y Aida.
«Son dos producciones muy emblemáticas de este festival, estas propuestas escénicas de Macerata han dado la vuelta al mundo», comenta al teléfono Paolo Bortolameolli.
«Es mágico volver a hacer ópera hoy en día, porque casi que representa una utopía en la mayoría de lo teatros, por razones pandémicas evidentes; se necesita demasiada gente y mucho contacto cercano. Además de que es complejo para la orquesta mantener el distanciamiento en el foso, hay que pensar que arriba del escenario tiene que trabajar un coro, y se requiere espacio para el movimiento escénico. Entonces, desde un punto de vista logístico circunstancial, pensar en una ópera es difícil. Por lo mismo, que esto se vaya llevar a cabo es literalmente un sueño», detalla el director.
En Macerata es viable porque es un teatro al aire libre, similar a un foro de la antigüedad. «Por otro lado, está el factor providencial, porque esta ópera está programada hace muchísimo tiempo, de hecho, mucho antes de la pandemia. Que haya sido esta ópera es una gran suerte; es la que corría menos riesgo de cancelación porque se adapta a los requerimientos actuales. Ahora, desde un punto de vista personal, mis expectativas con Macerata son bellísimas; va a ser mi primera ópera en Italia, mi primer Verdi allá, y eso es súper especial», agrega.
En enero pasado, Paolo Bortolameolli dirigió a la Sinfónica de Houston en una ventana de la pandemia. El concierto que fue ampliamente aplaudido por la crítica; revise aquí los comentarios al respecto de Laurence Vittes para la plataforma especializada Bachtrack.
En mayo, actuó con la Orchestra della Toscana, y debutó además con la Filarmónica de Helsinki, en un concierto que se transmitió en live streaming. Luego condujo a la Sinfónica Principado de Asturias y a la Orquesta Sinfónica Nacional Esperanza Azteca, fruto de un programa educativo cuya dirección artística es del músico chileno.
¿Cómo ha sido para usted volver a retomar los conciertos en el extranjero?
«Ha sido súper intenso, después de un año casi sin nada, porque el único concierto que había hecho en confinamiento absoluto fue cuando pude ir a dirigir a la Houston Symphony en enero. Eso fue algo aislado y muy especial, porque prácticamente todo lo anterior había sido cancelado, postergado o reagendado. Menos eso, así que estaba la esperanza de que no se suspendiera… Fue impresionantemente bello volver al escenario, pero también fue un shock un poco por este nuevo escenario con distanciamiento, mascarillas y estar en el backstage sin poder conversar mucho rato, porque te están diciendo que te separes. Ese concierto fue con público presencial; el Jones Hall tiene capacidad para 3.000 personas y sólo había 300. Todo fue impactante, pero también hermoso».
Tres meses después de su debut con la Sinfónica de Houston, ya estaba volando a Italia y desde ahí no ha parado. ¿Cómo fueron cambiando las cosas?
«Ahora ya se empieza a parecer un poco más a la vida anterior a la pandemia; cambiando repertorio todas las semanas, yendo de una ciudad a otra, alguna veces volviendo a trabajar con una orquesta que ya habías trabajado como la de La Toscana, otras veces encontrándote por primera vez con una orquesta, como fue con la Filarmónica de Helsinki y con la Sinfónica del Principado de Asturias. Esto me hace recordar cómo era todo, cómo era el ritmo, la sensación, em modus operandi, y en ese sentido ha sido muy intenso. Por otro lado, también ha sido súper importante desde un punto de vista emocional, por mucha razones. No podría no reconocer que el haber detenido el ritmo por un año completo te lleva a otro estado; te acostumbras a ese nuevo ritmo, el haber estado en la casa todo el tiempo con mi hijo, el haber podido escribir un libro, el haber tenido tantas instancias de reflexión y de intimidad… Después de eso, volver a la agenda activa es como tirarte a la piscina de nuevo. No es que se haya perdido el training, pero ganaste otras cosas por haber estado en una situación tan contrastante. Entonces también ha ido como un redescubrir ese vínculo con tu profesión, con la música, con los músicos, con el escenario, y verlo distinto. Creo que lo que he logrado dimensionar en estos meses de reactivación, es apreciarlo más, y entender también desde otra mirada la importancia del arte y de la cultura. Vislumbrar, a veces con preocupación y otras veces con esperanza, qué va a ser de nosotros después de la pandemia al habernos visto sometidos a procesos duros, de mucho abandono, en todas partes del mundo. De muchos recortes, de gente que ha tenido que dejar de hacer lo que más ama, de orquestas que han cerrado… Y por otra parte, ver cómo las instituciones con las cuales me ha tocado dirigir en estas semanas, han buscado todas las maneras para poder seguir adelante, no cortar la programación y vincularse a través de la tecnología con el público que no puede estar presencialmente. En el fondo, cómo han mantenido la invitación para que la gente venga a los conciertos después de la pandemia, cuando ojalá podamos reencontrarnos. Ha sido súper importante esa reflexión desde una mirada muy distinta. Personalmente, siento que estoy empezando un capítulo muy distinto. Por supuesto, que estoy lleno de ganas y con energía para contribuir a este proceso, y plantear también estas nuevas visiones. En lo personal, en lo íntimo, ha sido todo un proceso además porque mi padre falleció hace muy poco, y mi papá era una persona capital dentro de mi vínculo con la música. Entonces también ha sido descubrir este mundo desde su ausencia, ha sido un proceso de introspección, de crecimiento, de recuerdos, de revaloración».
Su libro, Rubato. Procesos musicales y una playlist personal se puede adquirir en La Pollera. Más informaciones en Agenda.
Hace algunas semanas la Filarmónica de Los Angeles dio a conocer su temporada 2021-2022, y se anunció a Paolo Bortolameolli en tres conciertos de abono, para marzo. Además de dos hitos del romanticismo: el Concierto para violonchelo de Edward Elgar y la Sexta, Patética, de Piotr Ilich Tchaikovsky, interpretará El Color del Tiempo, del chileno Miguel Farías, una obra que ya presentó con gran éxito con la Sinfónica de Houston en enero. Así, el director ratifica su compromiso con la música chilena, dándole resonancia en un escenario así de relevante.
Su reencuentro con la Filarmónica de Los Angeles, eso sí, será antes: el 3 de agosto dirigirá a la orquesta estadounidense en el Hollywood Bowl, en el Concierto para violín de Félix Mendelssohn, con Ray Chen como solista, la Quinta de Ludwig van Beethoven y Fate Now Conquers de Carlos Simón.
«Será mi cuarta vez en el Hollywood Bowl, y claro, es un reencuentro con una orquesta con la cual ya tengo una relación de cuatro años, me siento parte de la familia de la Filarmónica de Los Angeles. Ahora será como director asociado y en un escenario muy emblemático. Tengo recuerdos maravillosos de cada una de mi actuaciones ahí con ellos. Además, esto sucederá dentro de un contexto súper especial porque para la Filarmónica de Los Angeles, el volver al Hollywood Bowl será el primer reencuentro con el público. El Disney Hall no se ha vuelto aun desde marzo del año pasado. Entonces, en ese contexto, dirigir un concierto ahí tiene una significación emocional mucho más potente, porque es el reencontrarse con una orquesta muy querida, en un escenario muy querido y en un contexto increíblemente singular», comenta Paolo Bortolameolli.
«Nunca me he imaginado siendo un director sólo del podio, eso no me interesa, eso no es suficiente».
Paolo Bortolameolli.
Si bien la emergencia sanitaria hace inviable por ahora un reencuentro del director chileno con el público nacional, Bortolameolli ha mantenido vivo el diálogo a través de un programa que se ha adaptado estupendamente bien a la realidad virtual.
Alrededor del día 15 de cada mes, la Corporación Cultural de Vitacura lanza a través de la plataforma Lomatta.cl un nuevo capítulo de la tercera temporada online del programa Aprendiendo música con los famosos.
«Las primeras ediciones eran presenciales; eran conferencias que se daban en el teatro de la Municipalidad de Vitacura, siempre con abundante público y con algunos músicos en escena. A mí me gusta trabajar en esta línea educativa, comunicarme con el público de forma cercana, en la invitación a escuchar música sin ningún tipo de tabú, simplemente disfrutarla. Cuando caímos en pandemia tuvimos esa conversación, al inicio de la primera cuarentena, sobre la necesidad de seguir comunicando con el público, sobre todo en ese momento en que nadie sabía cuánto iba a durar, pero todos sabíamos que necesitábamos seguir consumiendo cultura. La gente seguía escuchando música, viendo series y leyendo libros. Entonces la Corporación Cultural de Vitacura encuentra que en esta plataforma Lomatta podemos seguir alojando contenido audiovisual. Yo adapto las conversaciones con el público a través de videos en que vamos tocando distintas temática. Generar contenido educativo que se puede alojar en internet tiene un gran potencia, porque perdura para siempre».
En la tercera temporada de este ciclo, Paolo Bortolameolli ya lanzó capítulos dedicados a la forma obertura, a la música de cámara, y el lied. Sus próximas entregas de este año se dedicarán a la música del siglo XX, las sonatas para piano y Claudio Arrau. Ver más en Agenda.
¿Qué lo motiva a desarrollar esta faceta educativa, que lo ha hecho con el programa Ponle Pausa, en una muy exitosa charla TED, y ahora con la Corporación Cultural de Vitacura?
«La verdad es que para mí esto es una parte fundamental de lo que hago. Nunca me he imaginado siendo un director sólo del podio, eso no me interesa, eso no es suficiente. A mí lo que me interesa es ser un comunicador. Cuando uno dirige, uno también comunica. Comunicarte con la orquesta y con el público a través de una sinfonía, de un concierto o de una obertura, tiene el mismo valor que comunicarte con un público a través de una conferencia, de una charla o de un libro. La verdad es que para mí es una parte súper integral, casi he llegado al punto de ni siquiera separarlas. Antes eran facetas; de músico y de educador o divulgador. Hoy en día siento que en realidad es lo mismo, es cómo yo entiendo lo que hago».
Hablar de la música enriquece la experiencia sonora. Porque la música es un universo tan vasto que todavía existe la idea de que no es para todos. Pero sí nos habla a todos, y en ese sentido se parece más a un derecho, ¿no?
«Absolutamente. Yo tengo un planteamiento súper claro de por qué el arte es para todos. La historia de la humanidad nos demuestra que el arte ha estado siempre presente, desde el día 1. Estuvo desde la las pinturas en las cuevas, desde los tambores en una tribu, desde pintarnos las caras, o sea, esa manifestación anterior al lenguaje hablado, es una cosa sumamente intrínseca al ser humano, siempre ha estado, en todos los rincones del mundo. Desde el punto de vista de la música, es aun mas evidente si lo unimos a nuestro propio cuerpo. El ritmo brota de nuestra conciencia del latido del corazón, nuestra sincronización con los pasos; la necesidad de movernos con la música es absolutamente espontánea, no es un invento; el cuerpo reacciona al ritmo. Y desde nuestra voz la prolongación de los sonidos deriva en el canto, entonces uno nace hecho un instrumento musical. por o tanto la música era, desde el comienzo, absolutamente inevitable».
También hay otra idea que ha tomado consistencia y peso específico al ver a su propio hijo crecer. «Me ha resultado tremendamente evidente que instintivamente todos nutrimos a nuestros niños de arte, para estimularlos. Todos los hacemos bailar, les cantamos, los disfrazamos, les pasamos pinturas para que esparzan en los papeles, o sea, de alguna forma estamos diciendo que todos nosotros nacemos cantantes, nacemos pintores, nacemos actores. Nacemos artistas porque nos estimula el cerebro y porque nos hace comunicarnos antes de que siquiera podamos articular palabra. Desde ese punto de vista, yo sostengo, defiendo y creo firmemente que el arte no es para algunos, sino que es parte de nuestro ser más íntimo».
¿Cómo ha visto usted, a lo largo de la pandemia, el rol que ha jugado la cultura, el arte y la música en la sociedad, durante esta crisis?
«Ha sido un impulso, ha sido instintivo. Todo el mundo recurre al producto artístico de una u otra forma. Una película, una serie, un libro, una pintura, una música, cualquier música… Todo es producto artístico, y cada persona lo necesita. Fue muy evidente en la pandemia, en esta situación extrema que ha sido casi que un experimento sociológico, que todos necesitamos mucho más de eso. De ese abrazo con nuestro propio espíritu. Pero lo peligroso, doloroso y preocupante fue que tan evidente como fue el consumo de producto artístico, lo fue también la precariedad con la que se nos vio a todos los artistas sumidos en un abandono muy grande de parte de las autoridades. Poca ayuda, pocos recursos, poco oído también. y no lo digo solamente como chileno, en muchas partes del mundo ocurrió exactamente lo mismo. En todos los países en que he estado dirigiendo últimamente, he tenido esta misma conversación y todos han tenido la mima reflexión: que ha ido un período increíblemente difícil para el arte, para la cultura, y cómo era posible, si nunca había sido más evidente cuánto lo necesitamos. Resulta más fuerte que nunca el mensaje de que el arte es patrimonio universal, que no es derecho de algunos, que todo lo contrario, es un derecho de todos, que es parte de nuestra forma más primitiva, más esencial, y más honesta de comunicación, pero al mismo tiempo por qué no es valorado desde las políticas y las leyes. Entonces, en ese sentido, esto ha sido una reflexión que llama a un replanteamiento urgente de muchas cosas que necesitan atención».
Me ha tocado conversar con periodistas y críticos de varios países, y coincidimos en que en los más diversos lugares del mundo, pero especialmente en América Latina, los artistas independientes que no cuentan con subvenciones estables fueron los primeros en adaptarse a esta nueva realidad y seguir generando contenidos en formas innovadoras, a diferencia de las grandes instituciones, que se vieron en general paralizadas por varios meses al inicio de la pandemia. Y coincidimos en que para muchos creadores y trabajadores de la cultura, la pandemia era un obstáculo más de los muchos que día a día deben superar para poder vivir siendo artistas. ¿Cómo lo ve usted?
«Estoy sumamente de acuerdo. La pandemia es un obstáculo más de una vida llena de obstáculos. La diferencia es que la pandemia sirvió como de una lupa impresionante, porque creo que en la historia de la humanidad nunca había ocurrido nada que realmente fuera universal. Ni siquiera la guerras mundiales. Desde ese punto de vista, es como un experimento sociológico, porque seguimos viendo cómo afectan distintos temas a todo el mundo, y podemos sacar conclusiones y ver también el nivel de contraste entre una realidad y otra. Pero en el caso del arte y la cultura, la reflexión ha sido bastante generalizada, la conclusión que todos sacan, en todas partes, es ésa. Así es, así vivimos, así es de difícil, así de desprotegidos son los artistas, así de desconectado está el producto artístico que todos consumimos, de la conciencia de cuál es la mano de obra de ese producto artístico, que es del artista».
El estudiante de piano de la Universidad Austral y su colega Alejandra Veloso grabaron diez obras del compositor alemán en el disco Valdivianische Musik. Algunas son para piano solo y otras para piano a cuatro manos. Lo lanzarán el 21 de noviembre en Valdivia y el 29 en Concepción.
"Ellos superaron los límites de lo que se consideraba posible en el piano", indica Boris Giltburg y añade que en las sonatas que interpretará el 26 de noviembre "hay un cuento que la música quiere transmitir al público". El célebre pianista también entrega detales de sus grandes proyectos: la integral de Beethoven y El clave bien temperado.
El director chileno destaca la flexibilidad de la orquesta penquista, que lo eligió como su titular a sólo mese de su debut con la agrupación. Luis Toro Araya adelanta que planea hacer ópera y que es primordial darle espacio a los compositores nacionales jóvenes. Este mes está en Chile: el 7 y 8 de noviembre, vuelve a dirigir a la Sinfónica Universidad de La Serena, en los Wesendonck Lieder de Wagner, Beethoven y Schubert. Y después conduce a la Sinfónica UdeC.
El director y fundador de esta agrupación que tiene 20 años de existencia, hace un positivo balance de las recientes alianzas que han hecho y los nuevos públicos que están acerándose a una temporada que continúa e 23 de octubre con tres solistas nacionales. "Hemos tenido muchos solistas de muy buen nivel, con el apoyo de varias embajadas", comenta.
La obra fundamental del siglo XX será presentada en la 60a Temporada de Cámara UC el 22 y 23 de octubre, celebrando así los 150 años del natalicio de Arnold Schoenberg. El director chileno residente en Suiza, además, dirige a la Sinfónica Nacional Juvenil en la Séptima de Beethoven.
El director sueco debuta el 20 de octubre en el Ciclo Bach Santiago, con dos cantatas y un motete del genio barroco. Además, dirige en tres conciertos a la Orquesta de Cámara de Chile. ""Estoy tan contento por estar de vuelta y reencontrarme con todos mis amigos en Chile, tanto de la Orquesta de Cámara de Chile como de la Universidad Católica. Siempre han sido colaboraciones artísticas muy buenas", dice.
La excepcional intérprete e investigadora que ha sido premiada con el Diapaon dÓr y dirige el Museo San Colombano en Bologna, dará un recital de clavecín el 3 de octubre en la Temporada de la Fundación Guitarra Viva.
Una de las partituras más espirituales del célebre compositor estadounidense será interpretada junto al Ensamble Vocal Taktus que dirige Javiera Lara Salvador. Será el 4 de octubre en la Catedral de Santiago.
El domingo 29 de septiembre, la intérprete chilena dará un recital en Leipzig como cierre de una beca que le permitió tener en casa un clavicordio que perteneció a Herbert Collum. Abordará repertorio iberoamericano, con obras encontradas en Chile.